Resurgir de la cenizas. Eso es lo que logrará Colonial cuando el próximo 20 de abril se aprueben dos ampliaciones de capital por 3.800 millones de euros que permitirán a la compañía, incluso, lanzarse a nuevas adquisiciones.
Juan Josíé Brugera, presidente de Colonial, durante un desayuno organizado en Esade destacó especialmente el parque de oficinas de Alemania y en concreto el de las ciudades de Múnich, Fráncfort, Hamburgo, Colonia y Dí¼sseldorf. Y es que Brugera quiere apostar por reproducir la compañía que íél dirigió hasta 2006 y que era, fundamentalmente, patrimonialista. Es decir, mira de nuevo al mercado de oficinas como la forma de recuperar los beneficios en la cuenta de resultados y segrega los activos inmobiliarios en una nueva filial, Colren.
Según ha pactado la inmobiliaria con sus bancos acreedores, Colren tendrá un plazo de cinco años para desarrollar, gestionar y vender los activos de suelo, los centro comerciales de Riofisa y las promociones. Estos activos actualmente están valorados en 1.906 millones y soportan una deuda asociada de 1.288 millones. Colren, según el acuerdo firmado, no pagará ni intereses ni principal en ese periodo.
Plan estratíégico
En la junta de accionistas del próximo mes, además de la ampliación de capital, se aprobará el plan estratíégico 2010-2014 sobre el que Brugera no quiso adelantar ningún detalle. Sin embargo, sí matizó que "no es verdad que Colonial se entregue a los bancos", sino que estará controlada por ellos, debido al proceso de conversión de deuda por acciones acordada con las entidades acreedoras por un monto total de 1.340 millones.
Gracias a este proceso, Colonial, sin contar su filial inmobiliaria, tendrá una capitalización de unos 2.800 millones, una cartera de activos de 5.132 millones y una deuda de 2.095 millones.
Tras esta reestructuración, en el EBITDA de Colonial volverá a primar el mercado de oficinas, frente a la escasa presencia que tuvo durante el mandato de Luis Portillo, que ya supone un 86%, con 52 edificios, ocupados en más de un 90%, en el centro de París, Madrid y Barcelona. Brugera calificó la gestión del sevillano, excesivamente expuesta al mercado inmobiliario, de "imprudente" y carente de cualquier "interíés social".
La nueva Colonial, según Brugera, crecerá "lenta pero segura por la calidad de sus activos y gracias a la involucración de los acreedores como accionistas".