Europa se deja arrebatar el liderazgo en la reforma financiera
por Bernardo de Miguel
La Unión Europea interpretó la debacle financiera de 2008 como una oportunidad histórica para cuestionar el capitalismo financiero impulsado por EE UU. Y sustituirlo por otro basado en una regulación estricta que pusiera al sector bancario al servicio de la economía real.
Europa ganó en noviembre de 2008 (estreno del nuevo G-20 en Washington) el primer asalto en ese combate gracias al ímpetu de Nicolas Sarkozy, presidente francíés y entonces presidente de turno de la UE, y al desprestigio de una administración Bush que agonizaba.
En abril de 2009, en Londres, el G-20 todavía seguía bajo el liderazgo europeo, aunque el reciíén estrenado Barack Obama empezó a mostrar el desapego de EE UU hacia ese foro. Un año despuíés de aquella cita, el G-20 parece a punto de la desbandada y Europa parece perder aliento. El Viejo Continente sigue sin concretar ninguna de las grandes reformas del sector financiero iniciadas con tanto frenesí tras la caída de Lehman Brothers y su devastador efecto en el sector bancario comunitario.
LOS 'HEDGE FUNDS' han sido la última prueba de que la UE no continúa tan unida frente a los supuestos excesos especulativos del sector financiero y de que los operadores pueden explotar las diferencias entre los socios comunitarios. La semana pasada, los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) debían haber aprobado el primer borrador de la directiva AIFM (gestores de fondos de inversión alternativos), que por primera vez someterá a control a los grandes fondos de alto riesgo y a los de inversión privada (private equity). Pero la resistencia de Londres, con llamada incluida del primer ministro británico Gordon Brown al presidente del Gobierno español y presidente de turno de la UE, Josíé Luis Rodríguez Zapatero, desbarató la iniciativa. La presidencia española insiste en que intentará cerrar un acuerdo antes del 30 de junio. Pero ya nadie se atreve a apostar por el cumplimiento de ese objetivo. Y, mucho menos, sobre la ambición del contenido de la futura ley. La City londinense quiere relajar la norma, para poder comercializar en toda euro fondos domiciliados en jurisdicciones extracomunitarias de dudosa reputación.
LOS CDS se han convertido en el nuevo frente abierto por la Comisión Europea, forzada por la presión de Berlín y París, que temen el impacto de la crisis griega en los bancos alemanes y franceses. Y la secuencia se repite en relación con otras ofensivas en el sector financiero. Primero, el organismo presidido por Josíé Manuel Barroso descubre el problema, tras cinco años predicando los beneficios de la innovación financiera. Segundo, el Saulo comunitario se recupera de la caída y anuncia una intervención para acabar con el desaguisado. En el caso concreto de los credit default swaps (CDS), ese anuncio llegó la semana pasada por boca del nuevo comisario europeo de Mercado Interior, Michael Barnier. De momento, el objetivo sería prohibir la compraventa de CDS a los inversores que no poseen el título a cuyo riesgo desean dar cobertura. La prioridad es evitar las posiciones bajistas, al menos, en relación con la deuda soberana. Pero instantes despuíés del anuncio empieza la tercera fase. Fuentes comunitarias explican que "aún no se sabe quíé instrumento legislativo se utilizará". Ni siquiera, "si tendrá carácter vinculante o no". Para cuando llegue la propuesta oficial, es fácil adivinar la cuarta y última fase, porque ha ocurrido con el resto de iniciativas: el impulso político, alentado ahora por el supuesto daño de los CDS a la deuda griega, se habrá disipado. Y la propuesta vagará entre el Ecofin y el Parlamento Europeo durante meses o años, hasta que una versión aguada llegue al Diario Oficial.
LA REFORMA DE LA SUPERVISIí“N FINANCIERA sí que arrancó con gran fuerza en la Unión Europea. El desplome de algunos bancos transfronterizos, como el belga-holandíés Fortis, puso de manifestó la necesidad contar con un mecanismo de supervisión supranacional para algunas entidades. En consecuencia, Bruselas prepara la creación de tres autoridades de supervisión (para banca, seguros y mercados bursátiles) que dictarán normas de obligado cumplimiento por las grandes entidades y podrán zanjar posibles conflictos entre las autoridades de los países donde opera un mismo banco. El proceso está bastante avanzado, pero de nuevo a base de concesiones a los partidarios de un mínimo común denominador, es decir, el Reino Unido. El Parlamento Europeo ha advertido que exigirá un texto más ambicioso cuando se pronuncie el próximo mes de mayo. Y la entrada en funcionamiento de las tres autoridades, prevista para este año, comienza a retrasarse y ya se habla de 2011 como muy pronto. O sea, tres años despuíés de la caída de Fortis.
LOS 'BONUS' multimillonarios del sector financiero fueron otro frente de batalla nada más comenzar la crisis. De momento, el plan de limitarlos no ha pasado de ser una recomendación comunitaria. El proyecto de directiva sobre requisitos de capital incorpora algunas normas sobre los sistemas de remuneración en el sector bancario para limitar la asunción de riesgos y permitirá a los reguladores sancionar a las entidades que no las cumplan. El texto se podría votar en el Parlamento Europeo el próximo mes de abril. Pero si todo va bien, no estará en vigor hasta primeros de 2011 como mínimo.
EL FONDO DE RESCATE bancario del que empezó a hablar el viernes pasado el comisario Barnier es otro ejemplo de que Bruselas empieza a perder el liderazgo de la reforma. La Administración Obama lo planteó a principios de año, anunció su financiación a travíés de un impuesto a la banca e indicó que espera recaudar 90.000 millones de euros. La UE empezará a debatirlo el 16 de abril en el Ecofin de Madrid. Quizá algún día incluso el organismo comunitario llegue a aprobarlo.