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Autor Tema: Magnetismo y sugestión  (Leído 4724 veces)

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Re: Magnetismo y sugestión
« Respuesta #15 en: Marzo 18, 2010, 08:51:19 pm »

Magnetizar árboles
El magnetismo, debidamente aplicado, estimula el crecimiento de las plantas, impregnándolas del flúido que se les comunica y haciendo que ellas, a su vez, lo impartan a las personas que se sitúen a su sombra. Desde que el Marquíés de Puysegur magnetizó a un árbol de su jardí­n para por su medio atender en gran escala a los numerosos enfermos que acudí­an en busca de tratamiento, numerosos magnetizadores, dedicados especialmente al magnetismo con fines curativos, se han servido del mismo procedimiento y no sólo han conseguido el mismo fin, sino que hasta han logrado comunicar esa propiedad a los frutos de árbol magnetizado. Los empleados con mejores resultados son el naranjo, el olmo, el tilo, el fresno, y la encina, debiendo precindirse de la higuera, del nogal y en general, de los árboles cuyo zumo sea desagradable a nuestros sentidos.





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Re: Magnetismo y sugestión
« Respuesta #16 en: Marzo 18, 2010, 08:53:41 pm »

Para provocar los fenómenos avanzados del hipnotismo
Hasta aquí­ hemos hablado de lo que podemos llamar "Magnetismo Práctico", ya que nos permite obtener determinados resultados que se salen de lo ordinario. Lo que sigue pertenece al "Magnetismo Fenomenal", que requiere de la tíécnica profesional de una persona cultivada y de amplios conocimientos en su arte. Como es posible que algunos lectores de esta obra quieran penetrar en esta segunda fase del Magnetismo, a continuación describimos el procedimiento que siguió con íéxito y recomienda como mejor el cíélebre profesor Lafontaine, uno de los maestros más destacados del pasado siglo.

«Antes de comenzar la operación es necesario rogar a las personas que se encuentren presentes que se sienten y guarden silencio porque es esencial que durante la operación el magnetizado y el magnetizador no estíén distraí­dos y que se observe con atención todas las sensaciones que pudieran producirse sobre la faz del magnetizado. El magnetizador al comenzar se concentrará en sí­ mismo, reunirá toda su voluntad sobre una sola idea: la del sujeto. El paciente y el magnetizador se sentarán frente a frente; las rodillas del paciente entre las del magnetizador, pero sin tocarlas; el magnetizador se hallará sobre un asiento más elevado con el fin de poder alcanzar fácilmente y sin cansancio la extremidad de la cabeza del paciente; despuíés tocará la extremidad de los pulgares del paciente con la extremidad de los suyos sin apretarlos; este contacto de los pulgares pondra en relación directa el cerebro del magnetizador con el del paciente, los nervios de íéste, formando una prolongación con los del magnetizador, servirán de conducto al flúido y harán más rápida y completa la invasiión del sistema nervioso del paciente. El magnetizador fijará los ojos sobre los del paciente, quien por su parte hará todo lo posible para mirarle; continuará así­ durante quince o veinte minutos. Es probable que durante este tiempo la niña de los ojos del sujeto se contraiga o dilate desmesuradamente, y que sus párpados se bajen para no levantarse más a pesar de todos sus esfuerzos. Despuíés de la oclusión de los ojos el magnetizador continuará teniendo los pulgares hasta el momento en que el ojo no gire más bajo los párpados y cese la deglución; entonces podrá separar los pulgares, y alejando lentamente las manos cerradas, las elevariá a cada lado del paciente hasta la altura de la cabeza, luego colocará las manos por encima del cerebro y las dejará de diez a quince segundos, bajándolas enseguida lentamente hacia las orejas y a lo largo del brazo hasta los dedos. Hará entonces ocho o diez pases semejantes, cada uno deberá durar cerca de un minuto. Despuíés de haber impuesto las manos, las descenderá por delante de la cara, el pecho y todo el busto, parándolas de vez en cuando y presentando la punta de los dedos a la altura del epigastrio. Continuará así­ durante media o una hora. Las imposiciones y los pases serán hechos a algunas pulgadas sin que haya contacto. Cada vez que el magnetizador levante las manos, las cerrará. Lo hariá lentamente, de lado y no de frente, con el fin de no producir un vaivíén en la circulación, lo que podria provocar una congestión al cerebro. El magnetizador hará tambiíén algunos pases, imponiendo las manos detrás del cerebro, descendiíéndolas por detrás de las orejas y las espaldas para volver sobre los brazos. Desde el comienzo hasta el fin de la operación no se ocupara de otra cosa que de lo que quiera reproducir a fin de que por la concentración de su voluntad provoque la emisión del flúido y lo transmita al sujeto. El magnetizador reconocerá el sueño magníético en una impasividad cadavíérica del rostro y la falta de deglución. Despuíés de haber operado así­ durante cierto tiempo, si el sujeto parece sumido en el sueño, el magnetizador podrá dirigirle algunas preguntas. Si el sujeto está en estado de adormecimiento o de sueño natural, se despertará. Será necesario entonces cesar la operación y despejarle con fuerza, pues podrí­a suceder que, aunque el paciente no hubiese sido dormido, hubiese sido invadido, sin embargo, por el flúido lo bastante para no poder abrir los ojos. Pero si el sujeto está sumido en el sueño magníético, del cual ningún ruido, ninguna sensación pudieran hacerle despertar, quedará mudo. Si el magnetizador no está muy fatigado, continuará magnetizándole para obtener el sonambulismo; de lo contrario lo despertará. Pero si el sujeto ha pasado por el sueño magníético y ha llegado al sonambulismo, oirá al operador cuando íéste le hable y podrá contestarle. El magnetizador, entonces, podrá continuar las preguntas durante algunos momentos, pues la primera vez no se debe fatigar a los sujetos con experiencias; luego le despertará.