Andrí¨ Kostolany
Nació en Hungria como George Soros. Falleció en 1.999, a los 93 años de edad. Era realmente encantador. Elegante, de moño, impecablemente vestido, un verdadero gentleman. Delgado y a pesar de su avanzada edad, poseía un estado fisico encomiable. Y su testa funcionaba como en los mejores dias. Además, era astuto como pocos. Escribió muchos libros volcando en ellos todas sus aventuras, sus conocimientos y sabiduria. Fueron 75 años de inversiones y especulaciones en todos los mercados accionarios del orbe.
Hasta sus últimos dias de vida Andríé Kostolany paseaba su prestancia y su experiencia por seminarios y talkshows derramando encanto y mucha sabiduria. Lo curioso de Kostolany es que (asi lo confesó) el mismo era quien no seguia sus propios consejos. Fuíé un especulador nato desde sus comienzos. Estuvo dos veces en la lona y a punto de la ruina total. Tuvo deudas y muchas veces se movió al borde del abismo. Pero siempre supo superar los malos momentos. Terminó siendo multimillonario. De moño y baston. Y muy anciano.
Su míétodo era invertir en forma anti-cíclica. Subirse al tren cuando todos bajan. Cuando cunde el pánico. Cuando todo el mundo se saca los activos de encima y las cotizaciones se derrumban. Cuando todos venden a cualquier precio, para limitar píérdidas o por miedo al derrumbe total. Cuando los inversores se desprenden de los títulos como si los mismos tuvieran lepra. Alli hay que pegar el manotazo, solía decir Kostolany.
Y vender todo en plena eufória. Cuando las cotizaciones hayan explotado. Cuando los títulos son recomendados hasta en la peluqueria. Cuando se recomiendan acciones en todos los medios y revistas. Cuando se habla de ganar plata en la bolsa hasta en la iglesia o el almacen. Entónces hay que vender todo. Sacarse de encima hasta los papeles más queridos y amados.
Su mejor negocio lo realizó al terminar la segunda guerra mundial. En ese momento nadie daba una miserable peseta, lira o misíérrimo dinar por la demolida Alemania, donde solo quedaban escombros y... mujeres. Kostolany, muy timbero y "despierto" para ver las buenas chances, tenia conocimientos de finanzas, economia y politica. Y tambien poseía mucho sentido comun.
Rápido como un zorro y conocedor de la mentalidad y el temple teutón, vió una oportunidad inigualable y compró en la bolsa de Paris bonos alemanes a 250 francos. Una apuesta fuerte y que lo podía arruinar totalmente. Algunos años despúes, cuando la nueva Alemania era algo más que una promesa, los mismos títulos cotizaban a 35.000 francos. Cada uno! Kostolany siempre supo cuando hay que hacer caja.
Le gustaba decir que la timba y la especulación en los mercados bursátiles, es como un viaje peligroso que pende entre la riqueza y la ruina. Y no se cansaba de pregonar que la mejor inversión, la más segura, la más eficaz y la más rentable, es la inversión a largo plazo. No apostar a modas y tendencias, sino invertir a largo plazo en distintos rubros y paises.
En las mejores empresas del mundo. Allí es donde se gana el dinero en forma segura. Y además, se duerme tranquilo por las noches. Su más conocida frase, su más asiduo consejo era: comprar titulos, acciones de empresas, tomarse unas pastillas para dormir durante 20/30 años y cuando uno despierta, es millonario.