Los expertos consideran que EEUU ya está en recesión
El número de casas a la espera de ser vendidas no hace más que aumentar, son incontables los carteles de "Se vende" que adornan buena parte de las calles estadounidenses, y es difícil no conocer a alguien que, durante los últimos meses, no haya perdido su trabajo.
Llenar el depósito del coche se ha convertido en un asalto a mano armada y buena parte de las familias estadounidenses tienen que hacer encajes de bolillos para llegar a fin de mes. La radiografía de la economía norteamericana parece tan clara que ya pocos se callan.
Cada vez más economistas se atreven a mencionar, sin pelos en la lengua, la palabra que Bush y sus secuaces han tratado de maquillar para evitar que se extienda el pánico.
La actitud que comienza a ganar terreno en el consenso de los expertos está ya bien definida: EEUU está en recesión y lo mejor es asumirlo, e intentar aplicar las medidas necesarias para que los daños colaterales sean los mínimos posibles.
Desde maestros de las finanzas como Warren Buffett o el fundador de Pimco, Bill Gross, hasta los propios ciudadanos estadounidenses, ya nadie duda en manifestar lo evidente.
Las encuestas
Una encuesta realizada por Ipsos para la agencia Associated Press el pasado febrero probaba que el 61 por ciento de los norteamericanos cree que la economía estadounidense sufre la primera recesión de los últimos siete años. A pie de calle, el miedo se ha extendido como la pólvora mientras que entre los expertos la percepción no es mucho más halagí¼eña.
Para David Rosenberg, economista de Merrill Lynch, la recesión a este lado del Atlántico ha pasado de ser "una previsión a convertirse en una realidad presente y diaria". Por su parte, Richard Berner, economista jefe de Morgan Stanley, añade: "Esperamos que sea corta y no se extienda fuera de las fronteras estadounidenses".
En Goldman Sachs, sus economistas esperan que la recesión "dure alrededor de dos o tres trimestres, por los que será relativamente moderada si se compara con otras, con una caída acumulada del Producto Interior Bruto (PIB) de sólo 0,5 puntos porcentuales".
Raíces inmobiliarias
Al fin y al cabo, durante 2007 la economía estadounidense sólo creció un 2,2 por ciento, su peor registro desde 2002 cuando el país se recuperaba de la recesión vivida el año anterior tras los atentados del 11 de septiembre.
Las sacudidas experimentadas ahora tienen, en cambio, sus raíces en la hecatombe inmobiliaria que explotó el año pasado, provocando que los constructores redujeran sus proyectos en un 16,9 por ciento, la mayor caída del último cuarto de siglo.
Sin embargo, el dato que hizo sonar todas las alarmas fue el dado por el Departamento de Empleo de EEUU en el que daba a conocer que durante el pasado febrero los empleadores estadounidenses eliminaron un total de 63.000 puestos de trabajo, la mayor sangría laboral desde marzo de 2003, cuando se perdieron 212.000 puestos.
Y por supuesto, la revisión a la baja de los resultados emitidos durante los pasados enero y diciembre no ayudó a digerir este empacho de despidos. Meter Morici, profesor de economía de la Universidad de Maryland, no dudó en indicar que estos datos son "la prueba evidente de que la economía ha caído en una recesión de la que no se sabe cuál será su duración ni sus consecuencias".
Mientras que la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas, encargada de oficializar si el país padece un caso evidente de recesión, podría tardar aún meses en dar a conocer su veredicto, muchos han dado el debate por zanjado.
Es el caso de Paul Ashworth, economista de Capital Economics, que confirmaba al diario británico The Times que "la píérdida de 63.000 puestos de trabajo no agrícolas en febrero demuestra que la economía norteamericana vive una recesión".
Síntomas no reconocidos
El empeño del gobierno norteamericano en negarse a reconocer que el país no padece enfermedad alguna ha provocado que muchos levanten las cejas ante los evidentes síntomas, al mismo tiempo que buena parte de los expertos comienzan a hacer oídos sordos a las iniciativas oficiales.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, aseguraba el pasado jueves que los sólidos fundamentos económicos del país acabarán por reflejarse en el valor del billete verde, cuya caída en picado frente al dólar esta dañando la balanza comercial norteamericana.
Hace un par de semanas, el subsecretario del Tesoro de EEUU, Robert M. Kimmitt, de visita en Madrid, se empeñaba en refutar que la economía de Estados Unidos estuviera "en recesión", aunque sí que admitió que se desacelerará "claramente".
Con el dólar por los suelos y el crudo por las nubes, la balanza comercial de EEUU registró durante el pasado mes de enero un díéficit de 58.200 millones de dólares lo que supone una subida del 1,4 por cieno más que en el mismo mes 2007, cuando los números rojos se situaron en los 57.356 millones de dólares.
El oro negro y sus desorbitados precios de los últimos meses han jugado un papel crucial en estos números. El aumento de la demanda de crudo extranjero situó su díéficit petrolero a un nuevo ríécord de 35.100 millones de dólares en enero.
Los esfuerzos de la Fed
Por otro lado, la Reserva Federal (Fed) y el sector financiero han entrado en un círculo vicioso que no hace más que enturbiar la situación.
Los bancos, sedientos de capital, han comenzado a cancelar sus deudas, por lo que han obligado a sus clientes a convertirse en vendedores forzados, mientras amplios segmentos del mercado quedan atrapados en una maraña de demandas de cobertura complementaria, ventas y desplomes de precios.
La Reserva Federal estadounidense ha tratado de solventar esta farragosa costumbre, ofreciendo a comienzos de semana otros 200.000 millones de dólares a los bancos, con tíérminos más flexibles y por más tiempo, pero, sin embargo, ha perdido parte de la confianza de los mercados en su capacidad para lograr esta tarea.
Así, el Comitíé de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal de Estados Unidos decidió el martes bajar los tipos de interíés 75 puntos básicos para colocarlos en el 2,25%. La entidad señaló que los "riesgos a la baja para el crecimiento" persistían.
"Los esfuerzos de la Fed para aislar los efectos del racionamiento financiero de la economía real claramente han fracasado", explicó a la agencia Reuters Lena Komileva, economista de Tullett Prebon.
"Ahora estamos viendo la materialización de esta nueva relación entre las finanzas y la economía real, donde ambas están en crisis". En estos momentos, la peor pesadilla de la Fed se está haciendo realidad, ya que los bancos y la economía se retroalimentan en una espiral que les hace hundirse entre ellos.
íšltimo consenso: recesión
El último consenso evidente de que la economía de Estados Unidos sufre una recesión viene respaldada por el grupo de economistas que consulta periódicamente el diario The Wall Street Journal.
Según su última encuesta, de los 51 miembros que integran el panel, un 71 por ciento cree que EEUU se encuentra ya inmerso en una recesión.
Así, un total de 29 de los economistas consultados apuntan que la economía de Estados Unidos registrará un crecimiento negativo al tíérmino del primer trimestre de 2008.
"Las pruebas están ya más allá de toda duda razonable", señaló Scott Anderson, economista de Wells Fargo, cuya opinión coincidió con el anuncio de la caída del 0,6 por ciento en las ventas al por menor durante el pasado mes de febrero.
Píérdida de valor "inmobiliario"
Desde luego, algo no funciona bien a este lado del Atlántico como bien reconoció el pasado viernes el presidente Bush. Durante una visita al Club Económico de Nueva York el mandatario reconoció que la economía "esta pasando por un momento difícil".
Eso sí, una vez más quiso correr un tupido velo y omitir cualquier referencia a una recesión. "No es la primera vez que tenemos que hacer frente a un desafío y cada vez que lo hemos hecho, la economía ha resurgido más fuerte que antes", añadió.
El presidente de EEUU, que subrayó que el empleo en su país "ha crecido durante 52 semanas seguidas, y eso es tambiíén un ríécord", se refirió a la necesidad de que el Congreso "haga permanente" los recortes impositivos, ya que ello servirá tambiíén para reactivar la economía.
Para Bush no hay duda que las medidas adoptadas por la Fed tendrán un impacto positivo en los bolsillos de los ciudadanos. Para Bush, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, "lo está haciendo bien" en estas difíciles circunstancias.
Bernanke tambiíén tuvo la oportunidad explicar la semana pasada al público las iniciativas que el banco central estadounidense está llevando a cabo para intentar frenar el descomunal número de embargos inmobiliarios que se llevan a cabo en el país.
"En una reciente encuesta", señaló el presidente de la Fed, "un 30 por ciento de los propietarios de viviendas reconocieron que sus casas habían perdido valor durante el año pasado".
Según los datos de Bernanke, más de un quinto de los 3,6 millones de titulares de hipotecas de alto riesgo se encuentran en grave situación de morosidad, bien sometidos a procedimientos de embargo o que llevan un mínimo de 90 días sin pagar el críédito.
Y los bancos prestamistas iniciaron el año pasado aproximadamente 1,5 millones de ejecuciones hipotecarias, comparado con las 950.000 registradas en 2005 y 2006. Entre las medidas que se esperan implantar, se piensa en exigir documentación que acredite la declaración de ingresos de los solicitantes e impedir la publicidad engañosa.