El Ibex 35 ha perdido un 4,27% en dos sesiones y, en las últimas cinco jornadas, a pesar de un tímido repunte intermedio, se ha llevado por delante algo más de la mitad de los ganado en el tramo alcista que se inició en los últimos días de febrero.
Si no va a más, retroceder el 50% del avance precedente no es ninguna tragedia ni algo inusual. El problema puede venir si las caídas van a más. Y aquí se aplica aquella máxima bursátil que sostiene que para subir hace falta dinero; para bajar, con un poco de miedo basta.
La situación de los países europeos que no han hecho los deberes, o han esquilmado la caja pública, gastando más de lo que ingresaban, no es nuevo. Está ahí desde hace varios meses, con los normales altibajos mientras se negocia quiíén pone el dinero y quiíén deja de ponerlo.
Pero al final se pondrá, aunque haya que darle vueltas a la máquina de fabricar euros. A nadie le interesa que los países que están en la lista de los malos vayan a la bancarrota, porque el efecto salpicaría a los que han hecho los deberes. Y tampoco interesa a los países externos al Viejo Continente, y echarán una mano para que su cliente no se arruine.
En la ampliación o estrechamiento de la prima de riesgo, en los CDS y en los diferenciales con el bono alemán juega mucho la especulación, por la posibilidad de hacer leña del árbol caído. Y si esto se produce en un momento bursátil en el que los temores dan lugar a titulares más o menos tremendistas, tenemos los ingredientes para que se desate una tormenta en el mismo vaso de agua en el que ayer había una calma chicha.
El Ibex 35 llegó a caer ayer, en algún momento, casi el doble de lo que retrocedía el CAC-40 de París o el DAX de Francfort. Pero es normal ¿usted invertiría en una empresa de un país del que se dice que está al borde de la quiebra? Usted no, pero los profesionales van a mirar con lupa a las domiciliadas en el país en cuestión, con una diversificación geográfica que díé lugar a que el porcentaje más alto de sus ventas venga de los países que han salido, o están saliendo, de la recesión.
El miedo se paseó por la bolsa. Y cuando ocurre, los soportes no soportan nada. El 10.800 no es un muro de contención. Si Wall Street baja, nos lo llevamos por delante para ir a buscar el 10.500.