El grupo G-20 considera que la economía internacional mejora, pero está preocupado por las diferentes velocidades entre sus países miembros. Por este motivo, pide que los planes de estímulo se mantengan en aquellos estados "que tengan unas finanzas públicas sostenibles". El comunicado final de la cumbre está falto de medidas concretas y elude pronunciarse sobre si conviene o no imponer un impuesto a la banca o sobre la crisis griega.