Por... Beatriz De Majo C.
Recientes informes de órganos especializados aseguran que Estados Unidos se está quedando atrás en sus inversiones en energías alternativas, cuando se compara con China. En efecto, hace cinco años China destinaba 2.500 millones de dólares a proyectos de energía limpia y hoy esa cifra sobrepasa los 34.000 millones, mientras Estados Unidos apenas aportaron en 2009 unos 18.600 millones de dólares a este sector.
La consecuencia de tal situación es que China le está prestando más interíés que Norteamíérica a sustituir su dependencia y vulnerabilidad frente al consumo de la contaminante energía fósil.
La atención prestada por China a las energías alternativas y particularmente a la eólica y la solar, que se materializa en mayores niveles de inversión en el sector, producirá el beneficio secundario -o primario, según se le vea- de generar, dentro de sus fronteras, importantes volúmenes de nuevas fuentes de trabajo para sus nacionales. No se trata, pues, sólo de conciencia ambiental lo que motiva a Pekín a poner cuidado a estos temas de preocupación universal. Hay una manifiesta intención de contribuir a la solución de un problema interno prioritario que es el de la generación de actividades remuneradas para su inmensa masa poblacional.
Lo cierto es que China lleva la batuta mundial no sólo en el establecimiento de fuentes de producción de energías limpias, sino en la formulación de políticas gubernamentales para promover nuevas tecnologías en el terreno ambiental asociadas a la producción de estas energías alternativas.
El corolario es que las grandes corporaciones americanas se han sentido compelidas a considerar inversiones en Asia preferentemente, por los beneficios que íéstas proporcionan en comparación a las realizadas en suelo propio, con los consecuentes beneficios que ello le reporta a la economía de Hu y no a la de Obama.
Las ventajas que allí se ofertan a los inversionistas no son pocas y van desde financiamientos a tasas preferenciales hasta terrenos subsidiados, lo que se suma a una política estatal clara en materia de energía limpia y una demanda importante y sostenida de parte de las empresas estatales chinas que manejan la provisión de energía al país.
Sólo en el campo de la energía solar, China le ha dado cabida y ha subsidiado 294 proyectos generadores de energía dentro del marco de su "Iniciativa Solar Dorada" (Golden Sun Iniciative), lo que puede representar una inversión inmediata de 3.000 millones de dólares. Los proyectos estarán operativos en el 2012 y exportarán sus paneles solares a Europa y Norteamíérica.
El caso es que Estados Unidos está perdiendo una batalla de enorme trascendencia en la coyuntura actual y sus empresas están emigrando a suelo chino, como ocurre con Evergreen Solar Inc., una corporación que ensambla paneles solares en Denver y que está mudando sus instalaciones a Wuhan en la China Central.
No sirve mucho a los intereses de Estados Unidos mantener la primacía en la innovación tecnológica en la batalla por eliminar las emanaciones tóxicas producidas por los hidrocarburos y el carbón si, al final del día, los capitales americanos encuentran la grama más verde sobre el suelo asiático.