Emilio Botín y Cíésar Alierta, presidentes del Banco Santander y Telefónica, respectivamente, las dos mayores empresas privadas españolas, se han movido activamente en los últimos días para presionar de forma conjunta al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y al líder de la oposición, Mariano Rajoy, en busca de un acuerdo entre las dos grandes fuerzas políticas del país en torno a un paquete de medidas de ajuste del díéficit capaz de llevar la tranquilidad a los mercados y evitar el contagio griego que la semana pasada amenazó a España con la bancarrota.
El crash bursátil que la semana pasada llevó al índice Ibex 35 a perder un 13,7% de su valor -más de 65.000 millones de euros-, y que supuso retrocesos muy llamativos tanto del Santander como del BBVA, llevó a ambos empresarios a entrar en contacto con los dirigentes políticos para urgir decisiones políticas urgentes. En la mañana del martes, Botín llamó por telíéfono a Alierta. No lo encontró. “Le ha llamado el presidente del Santanderâ€, informaron al telefónico desde su secretaría. “Quíé casualidad, póngame ahora mismo porque yo tambiíén quería hablar con íélâ€.
Al día siguiente, miíércoles 5, Zapatero recibía en Moncloa a Rajoy, en un encuentro que había despertado gran expectación y del que los españoles esperaban que saliera una ríéplica del pacto “a la portuguesa†suscrito el miíércoles 28 de abril entre el primer ministro portuguíés, Josíé Sócrates, y el líder del PSD, Pedro Passos. De modo que ambos empresarios decidieron aprovechar la ocasión para, en un movimiento de pinza, intentar convencer a los políticos de la importancia de salir de Moncloa con un acuerdo de medidas concretas. Por razones de afinidad personal y/o ideológica, Botín llamaría a Zapatero y Alierta se encargaría de Rajoy.
El de Telefónica cumplió el encargo con el inquilino de Gíénova, tropezándose con un Rajoy escíéptico sobre las posibilidades de concretar un acuerdo con el Presidente. El banquero hizo lo propio, pero esa tarde Zapatero regresaba de un viaje relámpago a Bruselas y se tuvo que conformar con hablar con la vicepresidenta Fernández de la Vega. Por la noche lo haría personalmente con Zapatero. El banquero, que se ha convertido en un peculiarísimo confidente del Presidente no escatimó esfuerzos para describir el dramatismo de la situación a la que se enfrentaba una España sometida ya a estrecho escrutinio por los mercados.
Decepción por el fracaso del encuentro en La Moncloa
La decepción de ambos fue mayúscula al contemplar por televisión las declaraciones (“Pero, ¿por quíé no comparecen juntos? ¿No habían puesto dos atriles…?â€) efectuadas por ambos a medio día del miíércoles pasado desde las dependencias del Palacio de la Moncloa. El fracaso del encuentro no hizo sino echar gasolina sobre las sospechas, ampliamente extendidas por las grandes plazas financieras, de la incapacidad del Gobierno tanto para llegar a un pacto con la oposición como para abordar un plan creíble de ajuste del díéficit público. La bolsa acusó el fiasco. El Santander se dejó la semana pasada en Bolsa más de 15.140 millones (en gran parte ya recuperados), mientras que Telefónica cedió 7.600 millones.
La tensión vivida en ambas casas con tal motivo ha sido “brutalâ€, en opinión de las fuentes. Con una CEOE descabezada por culpa de la situación personal por la que atraviesa su presidente, Díaz Ferrán, ambos empresarios han tomado sobre sus espaldas la tarea de concienciar al Gobierno Zapatero de la necesidad de medidas urgentes. “Botín ha hablado en la última semana no solo con Zapatero y De la Vega: lo ha hecho en al menos dos ocasiones con la vicepresidenta y ministra de Economía Elena Salgado, con quien tambiíén ha hablado Aliertaâ€.
El argumento del banquero ha sido siempre el mismo: tratar de advertir sobre la situación de riesgo extremo que se cernía sobre la economía española. “Las presiones que recibimos en todas partes sobre España son terribles; hay que hacer algo y enseguidaâ€. En realidad, y al margen de las protocolarias palabras de apoyo al Gobierno que suele pronunciar en público, Botín viene desde hace tiempo advirtiendo al presidente de los riesgos de su política de gasto público descontrolado. El miíércoles, tras la sesión parlamentaria en la que presentó el duro plan de ajuste ya conocido, Botín se sintió por primera vez satisfecho en mucho tiempo. Zapatero se había ganado a pulso la llamada de felicitación que recibió esa misma tarde del banquero