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Autor Tema: Entidades Astrales parasitarias  (Leído 3442 veces)

Scientia

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Entidades Astrales parasitarias
« en: Diciembre 08, 2007, 10:07:08 pm »

 
Cuando un espí­ritu descarnado no es capaz de traspasar el portal de luz que lo conduce al otro lado, se une de forma parcial o total a la mente subconsciente de un individuo “vivo”, ejerciendo un determinado grado de influencia en los procesos mentales, las emociones, la conducta y el cuerpo fí­sico. De esta forma la entidad se vuelve un parásito en la mente del huíésped. Una ví­ctima de esta condición puede resultar totalmente amníésica durante episodios de completa toma de control por parte de la entidad.

Hay una gran cantidad de razones por las cuales un individuo no completa su transición; como ejemplos podemos citar:


Una muerte traumática o repentina puede tomar por sorpresa a la entidad, produciendo un trauma en la conciencia del espí­ritu reciíén difunto. Dicha muerte puede provocar diversos estados emocionales que pueden ir desde la sorpresa hasta la furia, el miedo, la desesperación, la culpabilidad, el remordimiento, íétc. Puede que la entidad se niegue a aceptar su muerte fí­sica o quizá sea inconsciente de que íésta se ha producido.

Las emociones, sean estas de carácter positivo o negativo, que rayan en la obsesión actúan como un ancla que impide la partida de la entidad. Por lo tanto, los sentimientos de odio, culpa, remordimiento, furia, e incluso excesivo amor, pueden interferir con la transición.

Falsos sistemas de creencias sobre la vida despuíés de la muerte pueden evitar que el espí­ritu se dirija hacia la luz; puede que la experiencia de la muerte no coincida con las falsas expectativas o nociones preconcebidas de cómo deberí­a ser.

La muerte por sobredosis de drogas o alcoholismo puede provocar que el espí­ritu del difunto conserve el apetito o el deseo de consumir tales sustancias; al ser un estado de conciencia-energí­a, el mundo astral no puede satisfacer tales apetitos, por lo que el espí­ritu decide holgazanear hasta encontrar un sujeto al que adherirse, por ejemplo, un adicto que le proporcionará satisfacción a travíés de su aparato sensorio-motor. De esta forma el espí­ritu se convierte en un parásito. Lo mismo puede ocurrir con cualquier tipo de apetito u obsesión asociada al mundo material y fí­sico de la tercera densidad, por ejemplo: comida, sexo, otro ser humano, íétc.



Si al morir la persona tení­a dentro de sí­ una o varias entidades parasitarias, la transición puede resultar un proceso difí­cil. En este caso hay varias posibilidades:


El espí­ritu del reciíén difunto puede llevar consigo a la entidad parasitaria hacia la luz y de esta forma rescatar al alma perdida.

El espí­ritu del reciíén difunto puede separarse de la entidad parasitaria y dirigirse solo hacia la luz. Despuíés de la separación la EAP puede encontrarse nuevamente perdida, por lo que reinicia la búsqueda de otro huíésped en quien alojarse.

Si el espí­ritu de la persona reciíén fallecida no puede separarse de la entidad intrusa, quizás por carecer de la energí­a necesaria, puede tambiíén pasar a ser una entidad parasitaria con la otra EAP adherida a íél. De esta forma, ambas entidades pueden uní­rsele a otra persona, la cual a su vez, al morir, queda atrapada, y así­ sucesivamente, hasta formar verdaderas cadenas de EAPs.

Estos espí­ritus encadenados pueden formar verdaderos cúmulos de entidades errantes. Es necesario comprender que no se trata de una realidad fí­sica y que aplicar conceptos que sólo rigen en un estado material es un error fundamental. Los espí­ritus son energí­a y no ocupan lugar. Una persona puede tener docenas, de entidades adheridas. í‰stas pueden “acomodarse” en el aura o flotar dentro del aura fuera del cuerpo. Si una parte del cuerpo de una persona es particularmente díébil, o ha sufrido un accidente o enfermedad, puede alojar a una EAP que a su vez, se identifica con dicha debilidad. Tambiíén pueden situarse en cualquiera de los chakras, atraí­dos por la peculiar energí­a de uno de ellos o por las estructuras fí­sicas de esa parte del cuerpo.



Hay diferentes clases de EAPs. Los hay benignos, malignos y neutrales o pasivos.
Las razones que pueden llevar a que una persona actúe como imán de estas entidades son muchas y de muy diversa í­ndole. Puede tratarse de algo muy simple, como el hecho de estar fí­sicamente próximo al lugar donde se produjo el deceso. La otra mitad de los casos pueden deberse a que existe algún tipo de relación o asunto sin terminar en esta u otra vida.

De acuerdo a los especialistas del tema, el fenómeno de Intrusión Astral se da con mucha frecuencia y todas las personas son afectadas por uno o más EAPs en algún momento de sus vidas.

Una debilidad fí­sica, psí­quica o emocional es una invitación inconsciente para que una entidad se adhiera al individuo. Emociones demasiado fuertes, sentimientos negativos reprimidos consciente o inconscientemente pueden ser la señal que las EAPs necesitan para convertirse en inquilinos indeseados