Un euro valdría ahora 230 pesetas por la píérdida de competitividad de España.
Ahora comprar un euro nos costaría 230 pesetas sólo teniendo en cuenta la inflación, en vez de las 166 en que se fijó el tipo de cambio inamovible en enero de 1999. Desde la llegada del euro un año antes, España ha perdido un 20% de competitividad mientras que Alemania ha ganado un 13%, según la CE. Esto significa que de existir la peseta habría que recurrir como antaño a devaluarla al menos un 33% para regresar a la situación de partida.
Las persistentes diferencias de competitividad han cobrado relevancia entre los países de la moneda única. En el caso de España, la divergencia en precios y costes es notoria ya que, desde 1998, hemos perdido un 20% de competitividad, medida en tipo de cambio efectivo, según reseña la CE en su último informe anual, frente al 13% que, por ejemplo, ha ganado Alemania.
Por tanto, España se ha dejado por el camino un 33% de la competitividad frente a la nación germana desde que se estableció la divisa única. Así, y si tuviíéramos todavía la peseta como moneda de cambio, tendríamos que pagar 221 pesetas por cada euro, 55 pesetas más que hace doce años. Lo más sorprendente es que hasta 2008 nuestra economía ha estado creciendo a pesar de ir perdiendo competitividad progresivamente frente al exterior.
“Nuestros precios, costes salariales unitarios y márgenes empresariales han crecido por encima de los de la zona euro. Ello ha terminado reflejándose en un abultado díéficit por cuenta corriente, díéficit que, aunque puede verse como un exceso de inversión sobre el ahorro, está indicando tambiíén una insuficiente competitividad de nuestro país con avances muy pobres de la productividadâ€, en palabras del Gobernador del Banco de España, Miguel íngel Fernández Ordóñez.
SALARIOS
Buena parte de esta píérdida de competencia económica, se debe a los costes salariales, que han subido más que la productividad. Durante la última díécada, la tasa media de crecimiento del coste unitario de la mano de obra ha oscilado entre el 0% de Alemania y del 2,5% en algunos Estados miembros de la UEM, entre los que figuran los llamados PIIGS, junto a Chipre y Eslovenia.
Así lo asegura Bruselas en su informe: “Si los costes salariales y los aumentos de precios no se compensan por el aumento de la productividad, esto lleva a la píérdida de competitividad prolongada y a la acumulación de los desequilibrios internos. La evidencia muestra que en algunos Estados miembros (España, Portugal, pero tambiíén Bíélgica, Irlanda, Italia) el crecimiento salarial ha superando el crecimiento de la productividad durante algún tiempoâ€.
Pero no solo eso, el aumento de los precios, que según el INE ha sido del 38,3% entre 1998 y 2010, supone que nuestra vieja moneda se habría depreciado hasta cambiarse con el euro a 229,61. Y eso que entre marzo y octubre de 2009, la inflación registró tasas negativas; ahora ha sido la subyacente (sin energía y alimentos) la que ha entrado en terreno negativo, al situarse en -0,1% en abril.
Esta bajada de precios, aunque aviva el fantasma de la deflación, supone una ligera mejora de la competitividad española, según los analistas. Y es que unos precios inferiores permiten, sobre todo si vienen vía salarios, aumentar la productividad ante la imposibilidad de recurrir como se hizo en dos ocasiones a devaluar la moneda.
Un estudio del instituto Brueguel titulado Dos crisis, dos respuestas tambiíén llega a la conclusión de que el verdadero problema de España es la competitividad, ya que desde su integración al euro “la política presupuestaria ha sido muy disciplinada –incluso con superávit sustancial entre 2005 y 2007- y su información presupuestaria ha sido bastante exactaâ€. Según el estudio, los problemas de competitividad han dado lugar a tensiones fiscales, cuyo origen no está en las cuentas estatales.
De hecho, Bruegel señala que entre 1998 y 2007, los costes de producción crecieron significativamente en el país en 13 puntos, tomando como base 100 el primer año. Pero tambiíén cita otros factores detrás de los pobres costes competitivos de España: la indexación de los salarios a la alta inflación pasada y la extensión automática de los incrementos salariales acordados a nivel industrial a todas las empresas y regiones, independientemente de las condiciones locales. “El resultado final fue un díéficit por cuenta corriente significativo que alcanzó el 10% del PIB en 2007â€.
Según el último índice de competitividad global del Foro de Davos 2009-2010, España ha bajado cuatro puestos en el ranking hasta el 33, por detrás de Brunei, República Checa, Malasia o Singapur, por citar algunos.