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Autor Tema: La Conspiración del Silencio  (Leído 1105 veces)

Scientia

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La Conspiración del Silencio
« en: Mayo 25, 2010, 08:24:36 pm »
La Conspiración del Silencio

"El silencio es el arma más poderosa del mal", decí­a Maurice Magríé, en Le Sang de Toulose. Su pensamiento, dibuja bien el panorama.

Tan importante es la "verdad" para el ser humano, que las fuerzas oscuras han venido ejerciendo una influencia tenebrosa para impedir que el hombre conozca su misión, no en vano todo aquello que nos podí­a aclarar nuestro origen cósmico y el proceso seguido, se halla destruido; salvo los archivos de la Gran Hermandad Blanca.

De existir la Biblioteca de Alejandrí­a, por ejemplo, tendrí­amos muchas respuestas sobre nuestro pasado -según Carl Sagan, en Alejandrí­a se guardaba un libro titulado "La verdadera historia de la humanidad a lo largo de los últimos 100.000 años..."-; lamentablemente Julio Cíésar y sus tropas saquearon la ciudad e incendiaron sus casas, destruyendo así­ los archivos. Cíésar es tan sólo uno de los primeros incendiarios de la lista, ya que en nuevas ocasiones se insistió en quemar la biblioteca. En su momento íésta albergaba más de 700.000 pergaminos, reunidos de diferentes regiones y culturas; ello se logró gracias al Faraón Evergeta II, que habí­a ordenado que todo libro que llegase a Egipto debí­a ser depositado en Alejandrí­a. Este es uno de los casos más tristes, y peor aún, no es el único que registra la historia. Antes del primer incendio de la Biblioteca de Alejandrí­a (año 48 a.C.) encontramos otras lamentables destrucciones.

En el año 213 a.C. el Emperador chino Shi-Hoang-Ti mandó quemar todos los libros antiguos -salvo los que ordenó guardar para su biblioteca personal-; por si esto fuera poco, reunió a 460 escritores que sepultó vivos, advirtiendo a sus homólogos que correrí­an la misma suerte si es que tení­an en su poder alguna tablilla escrita. Esta medida, sin lugar a dudas, obedecí­a a la ignorancia del Emperador.

Un siglo antes, en el año 330 a.C., Alejandro Magno incendia la Biblioteca de Persíépolis. El fuego llegó a consumir los antiguos archivos que, si hubieran sobrevivido a tal acción, nos hubieran brindado una mayor claridad sobre la antigua sabidurí­a persa.

El Rey Nabonasar no se queda atrás, 747 años a.C. ordenó eliminar las crónicas de la Biblioteca de Babilonia; la misma suerte correrí­an numerosos documentos antiguos, siendo muy pocos los que fueron rescatados de las imprudentes destrucciones.

De seguir retrocediendo en el tiempo llegarí­amos a la íépoca de la Atlántida, donde afortunadamente buena parte de los registros fueron puestos a salvo gracias a los Estekna-Maníés de entonces.

Por citar algunos casos más, podrí­amos citar la destrucción de: los Libros Sibilinos de los Sacerdotes de Apolo; los antiquí­simos textos del Avesta; los manuscritos rúnicos de la civilización Celta; los libros de la Antigua Djudul -la Tebas de Oriente-; los libros Cátaros; los sagrados códices de las antiguas culturas de Mesoamíérica, como los Mayas; los Quipus o registros de información de la cultura Inca; los miles de tratados de "ciencias extrañas", quemados conjuntamente con sus poseedores por la Santa Inquisición; libros de información en general destruidos por el Tercer Reich en 1939; el robo de los manuscritos de Qúmram, entre otros apenantes casos. Y es que, hoy en dí­a, esta conspiración continúa, siendo dirigida o estimulada por un grupo poderoso que controla los hilos del mundo.

Este grupo decide, por ejemplo, cuándo habrá una Guerra. Quíé nuevo virus humano crear. Cómo lograr la quiebra económica de un paí­s. Cómo monopolizar los recursos naturales del mundo. En fin, sembrar las bases de un Nuevo Orden Mundial Negativo.