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Autor Tema: No son los mercados, sino los bancos, los que dominan la UE  (Leído 366 veces)

novato

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No son los mercados, sino los bancos, los que dominan la UE
« en: Junio 04, 2010, 09:00:53 pm »
Este artí­culo documenta el enorme poder e influencia que la banca de los paí­ses del centro de la UE tienen sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, causa de que se estíén desarrollando las polí­ticas neoliberales que están dañando el bienestar de las clases populares de los paí­ses (tanto centrales como perifíéricos) de la UE y que retrasan la recuperación económica. El artí­culo muestra tambiíén el daño que el FMI ha impuesto a los paí­ses de Amíérica Latina y del Este de Europa, con resultados económicos muy negativos.

En una entrevista reciente para La Vanguardia (09.05.10), el ex Presidente Felipe González, que ha estado dirigiendo un grupo de reflexión nombrado por el Consejo Europeo para reflexionar sobre el futuro de Europa, hizo una observación de carácter personal que apenas tuvo impacto en los medios y que describe muy claramente el mayor problema que tiene Europa. Es una lástima que esta observación no apareciera en el informe de tal grupo de reflexión. Decí­a el ex Presidente Felipe González que lo que pasaba en Europa le recordaba lo que dijo en su dí­a el Presidente Eisenhower cuando, en su discurso de despedida, el último dí­a de su mandato, alertó a la sociedad estadounidense de las consecuencias negativas que tení­a para EEUU el enorme poder del complejo industrial militar (The Military Industrial Complex). En una declaración sorprendente, al ser hecha por el que habí­a sido un General del Ejíército, el Presidente Eisenhower alertó de la excesiva influencia que tení­a la industria armamentí­stica en EEUU en configurar la polí­tica domíéstica y exterior de aquel paí­s. Pues bien, añadí­a el ex Presidente Felipe González, que hay que alertar a las sociedades europeas del excesivo poder que tiene en nuestro continente el complejo financiero. Hoy, tal complejo está determinando las polí­ticas domíésticas de los paí­ses de la UE.
He publicado, extensamente, (ver artí­culos publicados en varios forums, y colgados en mi blog www.vnavarro.org, secciones Neoliberalismo y Economí­a Polí­tica) refiriíéndome al peligro que supone para Europa el enorme poder e influencia que tiene la banca europea (y, muy en especial, la alemana) sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, y que ha determinado enormes gastos públicos por parte de los paí­ses de la UE y del FMI (más de un billón de euros) en ayudas a banqueros y accionistas, sin que ello haya repercutido en una mayor disponibilidad de críédito a la sociedad. Tales instituciones están, a la vez, exigiendo una enorme austeridad de gasto público, incluyendo gasto público social, que está significando un enorme sacrificio para las clases populares de los paí­ses de la UE y, muy en particular, de los paí­ses llamados perifíéricos -Grecia, Portugal, España e Irlanda-, a fin de que aquellos estados puedan pagar a la banca de los paí­ses del centro de la UE la deuda pública a unos intereses exuberantes y confiscatorios.

Como se expresa este poder de la banca
La excesiva influencia que la banca alemana ha tenido en la construcción de la Unión Europea (tanto en el establecimiento del Banco Central Europeo (BCE), como la definición del Pacto de Estabilidad (cuyo objetivo principal ha sido el de mantener estable el precio del dinero, en lugar de estimular el crecimiento económico) explica la orientación neoliberal de las instituciones de la UE. Un indicador de tal orientación neoliberal es que tal Unión no tiene un banco central, y ello a pesar de que la institución financiera de la UE se llame Banco Central Europeo. A primera vista esta afirmación parece una provocación. Pero el análisis de sus funciones y comportamientos muestra que no es un banco central, como lo es, por ejemplo, el Federal Reserve Board, FRB (el Banco Central de EEUU) o el Banco de Inglaterra. Un banco central tiene como misión  realizar las intervenciones financieras que permitan a sus estados realizar las polí­ticas económicas conducentes al desarrollo y bienestar de la población. Para conseguir tal objetivo, los bancos centrales son altamente intervencionistas, impidiendo o dificultando, por ejemplo, las actividades especulativas de agentes financieros nacionales o internacionales, que imposibiliten el desarrollo de las polí­ticas económicas y fiscales estatales. Así­, cuando los especuladores financieros internacionales quisieron especular con la deuda pública de EEUU y de Gran Bretaña, sus bancos centrales intervinieron activamente, imprimiendo grandes cantidades de dinero con los cuales compraron gran cantidad de la deuda pública de sus propios estados, vendiíéndola a un precio menor del que habí­an comprado, forzando la bajada de su precio e intereses, con lo cual los especuladores salí­an escaldados, pues perdí­an mucho dinero. Esto es lo que hace un Banco Central. Ni que decir tiene que imprimir mucho dinero puede aumentar la inflación (el enemigo número uno de la Banca), pero en momentos de recesión, como ahora, el peligro no es íéste, sino el contrario –la deflación-. Será cuando la economí­a se recupere que pueda aumentar la inflación, pero este aumento (siempre que pueda mantenerse en dimensiones moderadas) es incluso positivo pues ayuda al estado a poder pagar su deuda más rápidamente. Si el estado debe una cantidad fija de dinero, esta cantidad, al cabo del tiempo, disminuye su valor monetario cuando la inflación aumenta.
Esto es lo que han hecho los bancos centrales ahora y siempre (víéase el reciente comportamiento del Federal Reserve Board en EEUU). No así­ el BCE, el cual tiene total independencia. Es decir puede hacer lo que quiera. Y lo hace según el deseo e intereses de la banca de Alemania y de otros paí­ses del centro de la UE. El primer objetivo del BCE es ayudar a los bancos, no ayudar a los estados. El BCE, que es el único banco en la UE que tiene el poder de definir la cantidad de moneda que se imprime, ha estado enviando este dinero como príéstamos a la banca privada, a unos intereses de sólo un 1%. Con este dinero, la banca privada compró deuda pública, que ofrecí­a unos intereses de 3%, 4%, 6% o incluso 9%, con lo cual lograron el chanchullo del año. Mientras, el críédito brillaba, y continúa brillando, por su ausencia. Es más, el BCE tiene prohibido comprar deuda pública. íšltimamente, se ha saltado a la torera esta prohibición, cuando los estados estaban ya en pie de guerra en contra del BCE, rebelión liderada por el Sr. Sarkozy (la cultura polí­tica republicana francesa da más protagonismo a los estados que el que se da en la cultura neoliberal alemana). Pero aún así­ tal compra de bonos de deuda pública se está haciendo con timidez y en dosis muy limitadas, nada comparables a lo que hizo el Federal Reserve Board, en EEUU
¿Por quíé esta timidez? La respuesta puede parecer paranoica pero no lo es. La banca tiene un objetivo, nunca explicitado, pero que aparece constantemente entre lí­neas en sus escritos. En realidad, existe una robusta evidencia de que la Banca y sus agentes, que incluyen desde el BCE al Fondo Monetario Internacional (lo que se llama en la terminologí­a anglosajona el establishment financiero), quieren utilizar esta Gran Recesión para conseguir lo que han deseado desde el principio de la UE: debilitar el estado del bienestar, diluir y reducir la dimensión social de Europa, y reducir los derechos sociales y laborales. Si se leen los documentos internos del BCE, del FMI y del Banco de España (y yo lo he estado haciendo todos estos años) verán que desde hace ya muchos años están subrayando la necesidad de que se hagan tales cambios. Y ahora quieren aprovechar esta crisis para, en colaboración de los grandes grupos empresariales, conseguir que se hagan, ayudados por unos medios que están intentando persuadir a la población de que tales cambios son necesarios para salir de la Gran Recesión (argumentos que ya se utilizaron incluso antes de que hubiera la Gran Recesión). Y resultado de su gran influencia en los medios, hemos visto como los cinco rotativos más importantes en España han escrito editoriales apoyando las medidas de austeridad promovidas por el FMI. Estos medios por cierto, nunca han analizado objetivamente las consecuencias de llevar a cabo tales medidas. Analicíémoslas y veamos primero que es el FMI.

Las recetas desastrosas del FMI
Desde que el Presidente Reagan inició en las Amíéricas la íépoca neoliberal, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido el mayor promotor de las polí­ticas neoliberales en el mundo, habiendo desarrollado sus polí­ticas en mayor intensidad en Latinoamíérica. El FMI ha sido siempre propuesto por el Secretario del Tesoro del Gobierno Federal de EEUU (equivalente al Ministerio de Economí­a y Hacienda en España). Nunca se ha dado el caso de que la mayorí­a de los 184 estados miembros del FMI hayan votado en contra de las posturas adoptadas por el representante estadounidense en el Consejo de Dirección. De ahí­ que el FMI haya sido el mayor propagandista del “Consenso de Washington”, cuya versión  europea ha sido el “Consenso de Bruselas”. Según tal consenso, los paí­ses receptores de la “ayuda” ofrecida por el FMI tení­an que reducir, e incluso eliminar, cualquier restricción a la movilidad internacional de capitales y comercio, privatizar sus servicios públicos y sus transferencias públicas (como la Seguridad Social), eliminar los díéficits del estado y ofrecer plena independencia y autonomí­a a los bancos centrales, priorizando el control de la inflación, a costa del estí­mulo del crecimiento económico. A estas polí­ticas se añadieron medidas desincentivadoras de las polí­ticas estatales intervencionistas en las áreas industriales de la economí­a, enfatizando la desregulación de los capitales financieros y de los mercados laborales. Estas polí­ticas se expandieron por toda Amíérica Latina con resultados que el director del prestigioso Center for Economic and Policy Research de Washington D.C., Mark Weisbrott, ha definido como “desastrosas” para aquellos paí­ses.
La renta per capita en Latinoamíérica, que habí­a crecido un 82% durante el periodo 1960-1980, bajó a un mero 9% durante el periodo 1980-2000, bajando incluso más, a un 4%, en el periodo 2000-2005. Para darnos cuenta del significado de estas cifras, tenemos que darnos cuenta de que si varios paí­ses de Latinoamíérica, como Argentina, Míéxico y Chile (todos ellos expuestos a las polí­ticas liberales impuestas por el FMI), hubieran continuado creciendo como lo hicieron en la íépoca 1960-1980, habrí­an alcanzado ya el nivel de desarrollo de España. Hoy están muy retrasados, con un nivel de riqueza muy inferior al español.
El fracaso de tales polí­ticas es lo que llevó a un cambio de casi 180º a partir del 2003 y 2004, con la elección de partidos de centro izquierda y de izquierda en la gran mayorí­a de paí­ses de Amíérica Latina, y que se dio como rechazo a las polí­ticas impuestas por el FMI. El primer paí­s que se rebeló en contra del FMI, fue Argentina, la cual se estaba hundiendo económicamente al seguir las polí­ticas neoliberales propuestas por el FMI. En mayo de 2003, el nuevo gobierno electo, presidido por Níéstor Kirchner, expulsó en la práctica al FMI de Argentina, rompiendo con el neoliberalismo impuesto por tal institución. Kirchner declaró al paí­s en bancarrota, forzando a renegociar la deuda con los bancos y con el FMI, que tuvieron que absorber grandes píérdidas de sus fondos. Rompió tambiíén con la paridad peso argentino-dólar (medida impuesta por el FMI) y siguió polí­ticas expansivas de gasto público que estimularon la economí­a, creciendo un 9% durante los próximos tres años, lo cual le permitió ir pagando su deuda pública. A este hecho hizo referencia la presidenta Kirchner, esposa del presidente Kirchner, cuando en una conferencia reciente en Barcelona con el mundo empresarial, indicó que la manera de salir de la recesión no era bajar el díéficit y la deuda pública, sino crecer económicamente, incluso a costa de aumentar el díéficit y la deuda pública.
Casos parecidos han ocurrido en Bolivia, con Evo Morales, que tambiíén terminó con el FMI y adoptó polí­ticas radicalmente distintas a las neoliberales propuestas por el FMI. En Mayo de 2006 el Presidente Morales nacionalizó el gas y el petróleo, exigiendo a la vez al FMI y a los bancos que renegociaran la deuda, absorbiendo grandes píérdidas. Desde entonces, Bolivia ha sido uno de los paí­ses con mayor tasa de crecimiento económico en Amíérica Latina. Antes, durante la íépoca neoliberal, la economí­a permaneció estancada, de manera que en 2006 (despuíés de haber estado bajo el dominio del FMI durante veinte años) su renta per cápita era menor que el existente 27 años antes.
Lituania, en Europa, es otro ejemplo. El FMI y la UE han impuesto unas polí­ticas liberales de gran austeridad que han causado una reducción del 25% de su PIB, con una tasa de desempleo de 22% de la población activa. Según las propias proyecciones del FMI, Lituania no alcanzará el nivel del PIB que tuvo en el año 2006, hasta el año 2015.
Y ahora, Grecia. Las polí­ticas impuestas por el FMI han hecho que el PIB haya disminuido un 18% en el 2009, y tendrá que esperar ocho o nueve años para recuperar el PIB que tení­a en el 2008. Y algo semejante ocurrirá en España, resultado del mandato de la UE y del FMI.
í‰stas y otras experiencias explican no sólo el descríédito del FMI, sino tambiíén la aparición de alternativas, como el Banco del Sur, en Amíérica Latina, en sustitución del FMI. La evidencia muestra como el FMI ha sido utilizado por el capital financiero (la banca) para forzar una austeridad de gasto público social, con el fin de conseguir que se pague a la banca. En la UE, la mal llamada ayuda de la UE-FMI a Grecia, ha sido, en realidad, una ayuda a la banca alemana y de los otros paí­ses del centro de la UE, prestando dinero al estado griego para que le pague su deuda externa.
Termino, pues, esta presentación acentuando que no son los mercados financieros, sino la banca la que está dominado el mundo, consecuencia de la excesiva influencia de complejo bancario, el cual está dominando la vida polí­tica y mediática de los paí­ses, conduciendo a estos paí­ses a una situación de enormes sacrificios para las clases populares, las cuales se exigen para respetar los beneficios de tal complejo. El complejo financiero es hoy, en la Unión Europea, lo que el complejo militar industrial ha sido en EEUU.



pepemartinez

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que gran verdad todo un juego
« Respuesta #1 en: Junio 04, 2010, 10:50:36 pm »
para que aceptemos lo que nos den reformas laborales, empobrecimiento, cargarse la clase "media" pero cierta clase media y al final que trabajemos todos para ellos aceptando lo que sea


sigo diciendo que somos TONTOS mas de 6000 millones de población mundial controlados por cuantos? 500? 6000 ricos?

absurdo

o tomamos cartas en el asunto o nos van a dar por todos los lados

si nos pusiesemos de acuerdo para decir basta lo conseguiriamos pero claro es mejor que se vayan 500000 a un botellón de esos organizados que protestar por motivos "absurdos" no?

pues nada que sigan viendo a la princesa belen esteban en salvame de luxe y demas "m" de programaciones crea idiotas


asi nos va