El sector financiero sigue haciendo frente a la crisis. A las puertas de cumplirse tres años del estallido de las primeras tensiones, las provocadas por el colapso de dos hedge fund de Bears Stearns en julio de 2007, el horizonte vuelve a encapotarse.
El importante deterioro de las finanzas públicas, que ha vuelto a poner en jaque los mercados financieros y que amenaza la incipiente recuperación económica por los severos planes de ajuste fiscal que deberán poner en marcha los gobiernos, supone un paso atrás y un renovado obstáculo para la banca.
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Las entidades españolas, con todo, afrontan el resurgir de la crisis desde una posición relativa mejor que la de sus homólogas europeas. Su base de capital y su balance, más estables que las de sus competidoras, juegan a su favor, según se desprende de los datos de un estudio realizado por R.R. de Acuña y Asociados, a partir de los balances a cierre de 2009 publicados por el Banco de España y el Banco Central Europeo (BCE).
Solvencia
En conjunto, el sistema financiero español está mejor capitalizado que el de las principales economías europeas. El capital y las reservas de los bancos y cajas de ahorros españolas (incluyendo las provisiones acumuladas por las entidades) es equivalente al 7,9% de su pasivo, por encima de la media de la zona euro, situada en el 6,2%. Los recursos con los que cuenta la banca española superan ampliamente las disponibilidades de países como Alemania o Francia, donde la relación entre el capital y reservas, y el pasivo de la banca alcanza el 5,1% y 5,9%, respectivamente. En Bíélgica, Holanda y Luxemburgo los porcentajes son incluso más bajos, al situarse por debajo del 5%.
La liquidez, detonante de la crisis y factor que vuelve a cobrar máxima actualidad ante las renovadas tensiones en los mercados de financiación mayorista, es otro aspecto en el que la banca española tiene menos presión: depende menos que otras entidades de la liquidez que suministra el BCE y los depósitos de clientes, que presentan más estabilidad, tienen un mayor peso.
El saldo de los depósitos de instituciones financieras monetarias (indicativos de la apelación al BCE) representa, en el conjunto de la zona euro, el 20,3% del pasivo. En Alemania, la relación alcanza el 21,4% y en Francia, incluso el 23,6%, en contraste con la ratio de la banca española, del 15,1%. En España, el porcentaje que suponen las imposiciones de clientes con respecto al pasivo se aproxima al 50%, a distancia del 32% de la banca en Europa. Este factor da mayor estabilidad a los recursos captados, dado que gran parte de los mismos proceden de particulares de dentro del país.
Activo
La estructura del activo del sector en España, por su parte, refleja el boom del críédito registrado hasta el estallido de la crisis. La fuerte demanda interna de financiación ha favorecido que los fondos canalizados por la banca hacia el exterior de la zona euro apenas representen el 5% del activo. Sólo Italia presenta un porcentaje más reducido (2,6%). En la zona euro, la media alcanza el 13,7%, de la que se distancian países como Malta (57,5%) o Irlanda (39%).
Buena parte de ese flujo de críédito que demandaba la economía española ha ido hacia hipotecas para viviendas concedidas a familias. Tienen mayor protagonismo que en el resto de Europa, pero son críéditos con un menor perfil de riesgo. El inmueble que actúa de garantía mejora las perspectivas de recuperación de la deuda. Junto a las hipotecas de familias, la financiación tambiíén llegó con ímpetu a las compañías, en concreto, a los sectores de construcción e inmobiliario –la mitad del críédito a empresas –, el Talón de Aquiles de la banca en España.
Otro elemento en el que el sector financiero español presenta una mejor posición es el relativo a los resultados. La relación entre los beneficios y los fondos propios en los bancos españoles alcanza el 12%, frente al 3% de las entidades italianas y el 2,5% de la banca francesa. En la Unión Europea, Reino Unido, Holanda y Alemania, esta ratio incluso es negativa.
El críédito al sector inmobiliario y constructor, el punto díébil
La banca española ha capeado la crisis financiera, pero no ha podido sortear con tanto íéxito el desplome del mercado inmobiliario, debido a su elevada exposición al sector, tras una díécada de auge continuo de este negocio en España. Según datos de los balances a cierre de 2009, las empresas inmobiliarias y las constructoras, con una tasa de morosidad que ronda el 10%, acaparan el 56% de la financiación a empresas concedida por las cajas de ahorros, un porcentaje que se sitúa en el 38% en el caso de los bancos.
El importe de los príéstamos suscritos con estos sectores es equivalente al 316% de los recursos propios de las cajas y al 134% de los fondos de los bancos. A la hora de gestionar el riesgo inmobiliario, el sector ha recurrido en los últimos dos años a las compras y canjes de deuda por los inmuebles que garantizan los príéstamos. Las adquisiciones de activos se han ralentizado desde hace meses, pero el sector afronta ahora la llegada de los inmuebles adjudicados (llegan a la entidad tras un proceso de embargo judicial).
El montante total de la cartera asciende a 60.000 millones de euros. Los inmuebles adquiridos pesan un 1,42% en el balance de las cajas, mientras que en los bancos la ponderación es del 0,83%. Según la consultora, la banca en su conjunto podría sufrir píérdidas de 50.000 millones por su exposición al sector inmobiliario. Pero los bancos en mayor medida y las cajas de ahorros podrían asumir este impacto, que quedaría cubierto con sus provisiones geníéricas. Este escenario, en cualquier caso, refleja la situación media de las instituciones de críédito. Dentro de íésta, existe gran heterogeneidad en el escenario que afrontan las distintas entidades.