Las máquinas vendedoras en Tokio tienen ojos electrónicos que examinan la piel y arrugas del cliente para determinar si tiene la edad suficiente para comprar cigarrillos.
En los baños de damas de lujosos bares canadienses máquinas vendedoras con planchas permiten a las mujeres aplanarse los rizos.
En Abu Dhabi, el vestíbulo de un hotel lujoso tiene una máquina vendedora que ofrece lingotes y monedas de oro a más de 1,000 dólares la onza.
Una nueva generación de máquinas más potentes, llamativas y futuristas está proliferando, sea en el hotel Mondrian de Miami o un Macy de Minneapolis.
En lugar de botones tienen pantallas de tacto, exteriores que brillan y lanzan destellos, y tecnología diseñada para evitar molestias de usuarios: sensores no permiten que se apliquen cargos a la tarjeta de críédito sino hasta que el producto ha caído.
Estas no son máquinas de monedas, las compras se miden en cantidades de dólares que por lo general empiezan en los dos dígitos.