La irrupción a gran escala del coche elíéctrico y de los automóviles híbridos enchufables sitúa en el primer plano de las preocupaciones mundiales la disponibilidad del litio, un metal necesario para las baterías recargables. Cerca del 95% de la energía utilizada mundialmente por el sector del transporte proviene de los derivados del petróleo. Pero los recursos de este hidrocarburo están excesivamente concentrados en manos de unos pocos países. Cinco estados de Oriente Medio – Arabia Saudí, Irán, Iraq, Kuwait y la Unión de Emiratos írabes-controlan cerca del 57% de todas las reservas. Y si añadimos los cinco siguientes – Venezuela, Rusia, Libia, Kazajistán y Nigeria-,más del 80% de las reservas globales está en manos de diez países.
Los países consumidores están obligados a encontrar alternativas al petróleo en el sector del transporte. Las razones son varias: aliviar la dependencia, minimizar la transferencia a los países productores de un significativo porcentaje de su PIB, anticiparse al cenit de la producción y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. No es extraño, pues, que tanto los gobiernos como la industria hayan apostado por el coche elíéctrico.
Una apuesta que, hoy por hoy, requiere litio (del griego lithos,piedra), un metal de color blanco-plateado, blando, ligero y de muy baja densidad, excelente conductor del calor y la electricidad, descubierto en 1800 en una mina de Suecia como integrante del mineral petalita. Se trata de un nuevo elemento estratíégico en nuestro modelo energíético, indispensable para almacenar la electricidad en las baterías recargables de telíéfonos móviles y coches elíéctricos. De modo que preguntarse por la distribución geográfica de sus reservas, así como por la viabilidad de que su extracción pueda acoplarse al ritmo impuesto por la irrupción del coche elíéctrico, no constituye un ejercicio acadíémico irrelevante.
Curiosamente, los depósitos de litio están aún más concentrados que los del petróleo. El 70% de las reservas tíécnicas y económicamente recuperables se localizan en las fronteras comunes entre Bolivia, Chile y Argentina, a lo largo de un triángulo de 280 x 360 x 560 kilómetros de lado, limitado por tres lagunas salinas que citadas por orden de importancia relativa son: el Salar de Atacama (Chile), el Salar de Uyuni (Bolivia) y el Salar del Hombre Muerto (Argentina). Si la industria del automóvil elíéctrico despega definitivamente, las ciudades de Potosí, Antofagasta y Salta están llamadas a convertirse en centros mundiales de referencia en la minería del litio, con el puerto chileno de Antofagasta erigido como centro neurálgico de exportación.
Aparte de Amíérica del Sur, tambiíén se obtiene litio de las salmueras de tres lagunas salinas de la región de Tíbet (China) y de otra laguna del estado de Nevada (EE. UU.). Otras fuentes de litio son las pegmatitas (una roca ígnea) explotadas en Australia y Estados Unidos, así como diversos tipos de yacimientos minerales en Zimbabue, Rusia, Portugal, Canadá y Brasil. De cara al futuro, suelen citarse como fuentes potenciales ciertas acumulaciones minerales de Finlandia, China, República Democrática de Congo (Zaire) y EE. UU., así como las salmueras del mar Muerto en Israel y otras localizadas en diversas lagunas de Estados Unidos, Chile, Argentina, Bolivia y China.
Por lo que respecta a la cuestión de si las reservas y la capacidad extractiva serán capaces de cubrir el aumento de la demanda de litio derivada del supuesto boom de las ventas de coches elíéctricos, las cosas no están claras. El debate no ha hecho más que empezar y, sin duda, se intensificará en el futuro.