Reciente oleada de malestar laboral en China, incluyendo huelgas y cierres parciales de fábricas, subraya lo que expertos consideran uno de los más dramáticos efectos de tres díécadas de crecimiento: se está acabando lo que parecía un inagotable abasto de mano de obra barata, y los trabajadores ya no están dispuestos a seguir soportando condiciones esclavizantes.
El crecimiento chino con base en las exportaciones siempre se ha vinculado con su abundancia de trabajadores, en su mayoría emigrantes del empobrecido medio rural que saltaban a la oportunidad de escapar del hambre para realizar largas faenas en fábricas por bajos salarios.
Si no estaban contentos, rara vez lo manifestaban con acciones, y si lo hacían, rápidamente se les despedía y sustituía por otros que esperaban a las puertas de las fábricas.
Ahora todo eso empieza a cambiar. El cambio demográfico, incluyendo años de efectivo control natal por medio del programa “una pareja, un hijoâ€, han dejado a China escasa de jóvenes trabajadores, en particular el crucial grupo de 15-25 en el que se apoya la mayoría de las fábricas. Esos jóvenes trabajadores ya no tienen que viajar lejos de casa como hicieron sus padres para encontrar empleo. Están más conscientes de sus derechos. Y al haber crecido en una China más próspera, exigen una tajada más justa.
“La primera generación de trabajadores emigrantes hizo mucho dinero, en comparación con su vida de pobreza anteriorâ€, manifestó Cai He, decano de sociología en la Universidad Sun Yat-sen. “Pero ahora, la mayoría de los trabajadores emigrantes rondan los 20 años. La mayoría no tiene experiencia agrícola y son más sensibles a la desigualdad entre la riqueza de la ciudad y su propia pobrezaâ€.
“La gente joven recibe mejor educación, navega en internet, usa celulares y ve la televisión. Su conocimiento de sus derechos es mucho mayor que el de los emigrantes más viejosâ€, añade.
Esos jóvenes trabajadores están haciendo valer sus derechos en la forma de paros laborales, demandas de aumento salarial y menos horas. El malestar se hizo evidente en una huelga que comenzó el 17 de mayo en la planta de transmisiones de Honda en la ciudad de Foshan. El fabricante japoníés tuvo que cerrar sus cuatro plantas de ensamblaje en China.
En esas fechas, en la planta taiwanesa de electrónicos Foxconn, en Shenzhen, que ensambla iPhones e iPads de Apple, se registró una serie de suicidios e intentos de suicidio entre sus trabajadores, que los activistas atribuyeron al estríés por prolongadas jornadas de trabajo.
Este año tambiíén se han dado paros de camioneros y taxistas, lo que ha afectado a decenas de miles de pasajeros.
Lo notable de los casos recientes, en particular la huelga en Honda— es que recibieron amplia cobertura en los medios chinos. Aunque en los últimos dos años el malestar laboral se ha hecho cada vez más frecuente a lo largo de China, comúnmente la mayoría de los incidentes no son reportados.
“Estamos teniendo grandes problemas ahora con la inquietud laboralâ€, sostuvo Sunil Balani, un empresario de Hong Kong que exporta prendas de vestir a Europa desde fábricas en China. “Algunas de nuestras plantas operan un 30% y a veces 40% vacías en ocasionesâ€.
Las plantas de Honda y Foxcon están en el sureste de China, pero según Balani la mayoría de las cinco plantas que subcontrata están en el norte y “afrontan el mismo problemaâ€.
A mediados de 2008 en China se aprobó una ley laboral que permite a los trabajadores presentar sus quejas, tras lo cual se abre un mecanismo de mediación. Según los expertos, la publicación de esta ley probablemente hizo que los trabajos estuvieran más conscientes de sus derechos.
Desde que entró en vigor la ley, la cifra de quejas conocidas se duplicóa unas 700,000, y “están creciendo más rápido ahoraâ€, sostuvo Mary Gallagher, experta laboral de la Universidad de Michigan. Los empresarios y acadíémicos pronostican que es probable que crezca la oleada de descontento, principalmente por las cambiantes tendencias poblacionales de China.
“Esta es la delgada punta de una larga cuñaâ€, sostuvo Arthur Kroeber, director de Gave-Kal-Dragonomics, una firma de investigación. Afirmó que la cifra de población de 15 a 24 años se reducirá un tercio durante los próximos 12 años, de 225 millones hoy, a 150 millones en 2022.
Kroeber apuntó que a medida que declina la cifra de trabajadores jóvenes, el número de plantas que los necesitan ha aumentado rápidamente. “Este es el principio de un largo proceso en el cual el poder de negociación va a pasar de manos de las compañías a las de los trabajadoresâ€.