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Autor Tema: ¿HAY VIDA DESPUí‰S DEL CONCURSO DE ACREEDORES? Sí“LO EL 15% DE LAS EMPRESAS LO  (Leído 920 veces)

Eguzki

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El 14 julio de 2008 marcó un antes y un despuíés en la historia del ladrillo. La crisis devoraba a Martinsa Fadesa, una de las mayores inmobiliarias cotizadas, que se veí­a obligada a suspender pagos. Cuando se van a cumplir dos años de la “tragedia”, los expertos recuerdan que volver a la vida tras este bache es difí­cil pero posible. Llanera y Habitat se encuentran entre ese 15% que lo consigue y Martinsa podrí­a hacerlo a finales de este año. Además, el apetito por el riesgo pone a las empresas en concurso en el punto de mira de los fondos de inversión.
 


Llanera, Habitat, Nou Temple, Fun & Basics, Induovo, Sercom o Inquitex son algunos de los ejemplos de compañí­as que han logrado salir del concurso de acreedores, antigua suspensión de pagos. Martinsa Fadesa podrí­a sumarse a este grupo a finales de este año, según han destacado a Invertia fuentes conocedoras del proceso.

“Aún esta pendiente la redacción del informe concursal que se prevíé que este listo para el verano”, indican las mismas fuente. En el informe concursal debe figurar el pasivo y activos del grupo en suspensión de pagos y su lista de acreedores, además de los principales datos y circunstancias de la compañí­a y sus estados financieros, y la memoria de las principales decisiones y actuaciones de la administración concursal.

Un vez que se obtenga este documento el juez permitirá que se presente al convenio (acuerdo con los acreedores para establecer el pago de la deuda). Así­, la banca debe dar su visto bueno y adherirse al convenio. Martinsa Fadesa cuenta ya con la aprobación del 60% de sus acreedores., de acuerdo con las fuentes consultadas.

Según datos de PricewaterhouseCoopers (PwC ), el 95% de las compañí­as que entran en concurso de acreedores acaban siendo liquidadas y sólo el 15% logran sobrevivir a este proceso. Este procedimiento, que puede ser instado por el propio deudor o por uno de sus acreedores, se ejecuta cuando el deudor no puede cumplir regularmente con sus obligaciones de pago.

Enrique Bujidos, responsable de Reestructuraciones Empresariales de la firma , destaca que el problema de la legislación actual es que una vez que se declara el concurso es más difí­cil encontrar dinero nuevo que financie tus operaciones. Una vez que la empresa entra en este proceso, toda su deuda con sus respectivos fiadores se congela y no se paga. í‰sta entra a formar parte de la denominada deuda concursal, que es la que queda sujeta a un convenio posterior con los acreedores.

Por este motivo, muchos proveedores exigen que el pago se realice al contado en las nuevas transacciones y es posible que muchos le soliciten mayores importes al temer que no puedan recuperar lo que se les debí­a antes del concurso. ”Es una situación compleja”, indica Bujidos.

Desde la perspectiva de los clientes la tesitura es menos tensa. Puede ocurrir que el cliente no se vea afectado por esta circunstancia o que estos estíén cautivos, es decir, que mantengan una gran dependencia, y se ven obligados a conservar esa relación contractual. ”Lo que permitirá a la compañí­a sostener sus volúmenes de negocio”, apunta el experto de PwC. ”En el resto de los casos, los clientes van a buscar otra alternativa”, recalca.

Los efectos perversos del concurso

El espí­ritu de la normativa no es cerrar la empresa, sino tutelar judicialmente el estado de la firma, mediante los administradores concursales. Sin embargo, la mayorí­a de los procesos terminan en liquidación ante la falta de viabilidad del proyecto. ¿Por quíé ocurre esto? Los expertos consultados reconocen que el principal escollo que encuentran las firmas declaradas en concurso es recuperar la confianza. ”Se produce una desconfianza absoluta de proveedores y clientes”.

Además, los concursos levantan ampollas principalmente en el sector financiero. De acuerdo con la normativa del Banco de España (BdE), los bancos deben provisionar los críéditos concedidos a la empresa que entra en concurso antes y durante el proceso.

Tampoco hay que olvidar el cí­rculo vicioso que genera el prorrogar la declaración del concurso in extremis. ”Instar el concurso a tiempo logra así­ que los impagos no se prorroguen y pone en marcha los mecanismos de reestructuración de la empresa, con el fin de que no sea necesaria su liquidación y cierre”, recalcan desde Iure Abogados, despacho especializado en derecho concursal.

“Air-Madrid fue un ejemplo de concurso instado por los acreedores cuando quedaban pocas opciones para la empresa”. Desde Iure explican que los impagos llevaban produciíéndose durante meses, lo que generaba una deuda creciente que los acreedores tení­an que soportar.

“La compañí­a no optó por el concurso voluntario y finalmente fueron los acreedores quienes no tuvieron otro remedio que acudir a esta ví­a”. De haberse instado al comenzar los impagos, aquellos acreedores que hubiesen continuado su actividad con Air-Madrid, habrí­an cobrado al menos por el trabajo realizado tras la declaración de concurso.

Lo que hay que tener para salir

Aunque no existen atajos para abandonar la antigua suspensión de pagos, los expertos consideran que aquellas empresas con volumen de activos tienen más posibilidades de sobrevivir.

Por ejemplo, los pisos en promoción de una inmobiliaria que entre en concurso previsiblemente se verán afectados por el proceso, en la medida en que las obras se paralicen, lo que supondrá un encarecimiento de la construcción. Mientras que aquellas viviendas que ya estíén finalizadas, les afectará menos. ”Las empresas con este perfil no se hunden como otras que cuenta con un negocio más intangible. Tener activos te permite convivir mejor con esta situación”, recalca Bujidos.

Otras opciones que pueden acelerar el proceso es que la compañí­a cuente con un plan de viabilidad creí­ble antes de la entrada en concurso o incluso sustituir al antiguo equipo gestor. ”Este punto es más complicado porque con la suspensión muchos de los directivos abandonan y es difí­cil encontrar personal dispuesto a seguir al frente enestas circunstancias”.

¿Posible apuesta de inversión?

Algunos inversores ven el concurso de acreedores como un acicate para apostar por una determinada empresa. ”Conlleva más riesgo con la promesa de una rentabilidad más elevada”, comenta Virginia Torre, responsable del departamento de análisis del Self Bank.

Este estilo de gestión, desarrollado especialmente por los grandes fondos de inversión, busca compañí­as que se encuentren en “situaciones especiales”, es decir, que atraviesen por un proceso de reestructuración de deuda, o bien que hayan cambiado de accionistas, etc. El ejemplo más reciente de este tipo de jugadas se produjo a finales de 2009, cuando los fondos de inversión inmobiliaria Colony y Orion Capital entraron a formar parte del accionariado de Colonial tras comprar la deuda que la empresa mantení­a con Goldman Sachs.

En el caso de las que firmas que ya han entrado en concurso, Torre matiza que para zambullirse en las mismas es necesario prestar mucha atención a las medidas que está desarrollando para salvar el proceso: si ha alcanzado acuerdos firmes con sus acreedores o si tiene un plan de negocio para el futuro. Desde Self Bank recomiendan apostar no más del 5% de la cartera en este tipo de compañí­as.

Avánzit (ahora Ezentis) protagonizó en 2003 una de las suspensiones más sonadas del parquíé. La empresa de tecnologí­as de la información, que estuvo a punto de entrar en el Ibex 35, aprobó en mayo del año pasado una ampliación de capital para anticipar el pago de su deuda concursal. Tras obtener el visto bueno de los accionistas, la compañí­a tení­a previsto solicitar el fin del concurso de acreedores ante el juez.

Meses antes los fondos TSS Luxembourg, liderados por Nomura y asesorados por Thesan Capital, acordaron su entrada en Avánzit con la voluntad de alcanzar una participación de entre el 9 y el 13%. Tras la incursión de estos fondos, el futuro más inmediato de la empresa pasa por el cumplimiento de un plan estratíégico que le permita obtener la máxima rentabilidad y la generación de caja.