Las dos mayores agencias de calificación del mundo, Standard & Poor's y Moody's, dieron ayer un baño de realidad al sector financiero español despuíés de una avalancha de buenas noticias -los test de estríés, la reducción de los diferenciales, múltiples declaraciones sobre su fortaleza- que parecían dar a entender que lo peor de la crisis ha terminado. De eso nada, según las agencias, que recuerdan que el sector afronta tiempos todavía más difíciles. S&P eleva las estimaciones de píérdidas por morosidad, derivadas fundamentalmente del críédito promotor. Y Moody's señala que, a pesar de las fusiones y de la relajación de los mercados, los inversores siguen huyendo de la palabra "caja" como de la bicha.
Lo más llamativo del durísimo informe emitido ayer por S&P es que considera que los activos problemáticos totales, entendidos como la suma de los críéditos morosos, los refinanciados y los activos adquiridos por las entidades se sitúa entre el 10% y el 20% del total del críédito concedido por el sistema (excluyendo Santander y BBVA). Esta cifra da una idea de la magnitud de los problemas de la banca, aunque no significa que vaya a traducirse en píérdidas, máxime cuando las entidades tienen dotadas importantes provisiones para hacer frente al deterioro de los activos.
Las píérdidas que espera S&P para el conjunto del sistema se elevan al 6,1% del críédito frente al 5,2% que estimaba hasta ahora. Si tomamos sólo el sector inmobiliario, su previsión de píérdidas se eleva al 15,9% frente al 11% anterior, con una cuantificación de los activos problemáticos del 27% del total. A su juicio, el sector va a seguir sufriendo por la falta de ventas y es necesaria una caída mucho mayor de los precios para que se reactive la demanda, en contra de los mensajes que empieza a lanzar el sector.
Como consecuencia del deterioro de sus perspectivas, S&P rebajó ayer su rating de solidez de varias entidades, así como el de sus preferentes, los activos con más riesgo que tienen emitidos y que el año pasado vendieron masivamente a los clientes minoristas. Concretamente, rebajó las de Popular, Sabadell y Caja Madrid a niveles de bono basura.
Estas píérdidas son ahora el escenario central de la agencia, que ha empeorado sus previsiones por un conjunto de factores: un entorno económico todavía pero (prevíé un magro crecimiento del PIB del 0,7%anual entre 2010 y 2016); un largo período para limpiar los activos problemáticos, que seguirán siendo una carga durante los próximos tres o cuatro años; una caída de los ingresos por el entorno de escaso crecimiento y tipos bajos; y la baja confianza de los mercados mayoristas en las entidades españolas.
Concretamente, espera una caída del 20% del margen de intereses (los ingresos) para el sector, como consecuencia de la traslación de la bajada de tipos a las hipotecas, la dificultad para rentabilizar la liquidez en este entorno de tipos, la acumulación de activos improductivos en los balances (sobre todo ladrillos), la caída de la demanda de críédito y los mayores costes de financiación, tanto en los mercados como a travíés de los depósitos.
A este respecto, la agencia espera que continúen los episodios de volatilidad y falta de liquidez, pero confía en que se superen gracias a la barra libre del BCE y a los avales estatales a las emisiones de deuda de bancos y cajas, que espera que se utilicen masivamente. Además, espera que la banca siga captando depósitos y que se desapalanque, lo cual implica una reducción de su cartera de críédito. "No obstante, si la iliquidez persiste durante un período prolongado, el perfil de las entidades se debilitará por su excesiva dependencia de la financiación a corto plazo del BCE".
Moody's reitera la desconfianza del mercado
A este respecto, Moody's emitió ayer tambiíén un informe en el que señala que la desconfianza de los mercados en las cajas de ahorros no se ha reducido a pesar del proceso de concentración acelerada que ha vivido el sector en las últimas semanas. "Caja es la palabra de cuatro letras de moda en los mercados financieros, y las pequeñas diferencias en la cotización del CDS de las distintas cajas indica que se compra protección por miedo y no por un análisis individualizado de cada entidad".
Esta agencia pone como ejemplo que el CDS (seguro contra el riesgo de impago) de La Caixa cotice con muy poca diferencia respecto a otras cajas con mucho peor rating, lo que implica una señal tremendamente negativa para el sector.
Y aunque cree que este miedo está injustificado en muchos casos, sí señala que el sector tiene graves problemas que contribuyen a que coticen como un bloque: la dificultad para cuantificar sus píérdidas reales en el ladrillo, la rigidez del mercado laboral español (que dificulta el necesario ajuste de costes), el excesivo peso de los políticos (que dificulta las fusiones) y sus fuertes participaciones en empresas cotizadas, que implican que la caída del Ibex este año -reducida gracias a la recuperación de los últimos días- causará píérdidas adicionales a las entidades.