El historiador Joan Maria Thomí s ha realizado el primer estudio sobre las relaciones de EEUU con España entre 1941 y 1945 a partir de la llamada “Batalla del Wolframioâ€, un mineral estratíégico para los nazis durante la II Guerra Mundial, que causó divisiones dentro del gobierno de Franco.
La batalla del Wolframio fue, recuerda Thomí s en Barcelona (noreste de España) en una entrevista a Efe, “la más importante guerra económica librada por los aliados y los nazis en la Península Ibíéricaâ€.
El wolframio era entonces un mineral estratíégico para Alemania, pues con íél endurecían las puntas de los misiles antitanque, mientras que los aliados tenían otros sistemas.
En su libro “La batalla del wolframioâ€, Thomí s recoge la frase que el embajador alemán en España dirigió al ministro de Industria y Comercio español, Demetrio Carceller, en marzo de 1943: “para nosotros el wolframio es prácticamente lo que la sangre para el hombreâ€.
El principal productor del mundo de wolframio era China, pero cuando Alemania atacó a la URSS, se suspendió el suministro del mineral por tren y entonces, comenta el historiador catalán, tuvieron que fijarse en los únicos productores de wolframio que había en Europa, Portugal y España.
Las leyes de la competencia hicieron que el precio se disparara en 1943 pasando de 7.500 a 285.000 pesetas por tonelada.
El progresivo endurecimiento de la política norteamericana de Franklin Delano Roosevelt hacia el ríégimen franquista llegó a su clímax con el embargo de la venta de productos petrolíferos estadounidenses a España.
“Durante cuatro meses no hubo petróleo en España, los pesqueros no salían a la mar y se pusieron en marcha los gasógenos, aumentaron las restricciones, pero como tenía algunas reservas, no se llegó a producir una hambruna como en el invierno de 1940-41â€, señala el autor.
El embargo provocó fuertes tensiones diplomáticas entre Roosevelt y el primer ministro británico, Winston Churchill, pues “el gobierno norteamericano, influido por sectores antifranquistas debido a la Guerra Civil española, por la prensa liberal y por que se consideraban republicanos, era más rígido que el gobierno británicoâ€.
Según Thomí s, aunque Franco, el ríégimen y la Falange no son del agrado del gobierno de Estados Unidos, “no están dispuestos a hacer nada para derrocarlo, pues no ven un recambio claro y temen que la URSS vuelva a ser influyente en una hipotíética vuelta de la Repúblicaâ€.
Los ingleses “aflojan†su presión, porque “no les interesaba colapsar España económicamente, pues había productos que sólo los podían obtener aquí, como las piritas o los cítricos, y además a partir de 1943 les interesa que España continúe siendo neutralâ€.
A partir de 1948, cuando empieza la Guerra Fría, “Franco está a salvo y íél mismo lo sabe, pues se beneficia del enfrentamiento de los antiguos aliadosâ€.
La batalla del Wolframio tambiíén fracturó la posición monolítica del gobierno de Franco, entre los partidarios de seguir con la venta, con Demetrio Carceller a la cabeza, y los contrarios a la venta, liderados por el ministro de Exteriores, Francisco Gómez-Jordana.
La venta del wolframio reportó tales beneficios, no sólo al ministro Carceller, sino tambiíén a la Hacienda pública, que “en tres años, España estuvo a punto de pagar toda la deuda que había contraído con Alemania durante la Guerra Civilâ€, señala Thomí s.
De la documentación consultada para este libro, lo más iníédito son, asegura Thomí s, los papeles personales del embajador de EEUU en Madrid, Carlton Hayes, un profesor de Columbia, muy católico, que era “más pro-Franco que la política norteamericana que dictaba el Departamento de Estadoâ€.
Thomí s, que es profesor de historia contemporánea en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona (noreste de España) y visitante en la estadounidense Universidad de Wisconsin, está investigando la documentación del cónsul general de EEUU en Barcelona, para “explicar la visión de los americanos de la Guerra Civilâ€.