Por... Beatriz De Majo
El yuan tocó el techo más alto alcanzado frente al dólar en los últimos 5 años la semana pasada y ello tuvo lugar cuando el Banco Central hizo pública su intención de flexibilizar el ríégimen cambiario de una manera gradual de manera de no provocar una revaluación brusca. La reacción de los inversionistas sí fue instantánea, lo que mandó un claro mensaje a la Academia de Ciencias Sociales de China, la que se pronunció asegurando: "el mercado deposita su esperanza en una moneda fortalecida".
La intención de las autoridades ha sido, desde los anuncios oficiales, no dejar a las fuerzas externas, ni a la especulación, la definición de la tasa cambiaria ideal, sino que han decidido intervenir, para evitar extremos y excesos, ajustando la paridad de manera que ella permanezca libre pero dentro de una banda de fluctuación diaria. Desde junio de 2005 el emisor manejaba un ríégimen de tipos de cambios flotante de acuerdo con la oferta y la demanda del mercado y con referencia a un paquete de monedas, pero desde el colapso financiero mundial del 2008 China tomó la decisión de reducir la banda de fluctuación para estabilizar el mercado y estimular el crecimiento económico. Desde entonces la paridad no se movió de 6,8275 yuanes por billete verde.
Los analistas estiman que la cercanía de la reunión cumbre de los 20 más poderosos del planeta fue lo que aceleró la consideración del tema por parte de las autoridades asiáticas, conscientes de que los temas de agenda de esta reunión de jefes de Estado estaría marcada por la crisis económica y la forma en que la debilidad artificial del signo monetario chino vuelve aun más agudos los díéficit comerciales de los países grandes y pequeños del mundo en su relación con China.
Lo cierto es que en Occidente se espera que la apreciación del yuan alcance un 20% para equilibrar las cargas, pero para las autoridades de los sectores monetarios y financieros chinos un fortalecimiento de este calibre es algo absolutamente impensado. Sin embargo es claro que la flexibilización de la tasa cambiaria china no lleva la intención de evitar una retaliación comercial que le ha sido prometida hasta el cansancio. Este movimiento no responde a otra cosa que a una estrategia "Made in China" de un corte capitalista de la mejor calidad.
China promovió y protegió sus exportaciones durante años, y particularmente durante la crisis actual, a travíés de una moneda díébil de cara al dólar. No se escapa al conocimiento de los economistas del gobierno de Pekín que al llevar a un nivel correcto el valor de su moneda, las fuerzas productivas internas tendrán que enfocarse en metas de mayor productividad. Y, por otro conducto, la facilitación y el abaratamiento de las importaciones moverán a sus connacionales a ubicarse en mayores niveles de consumo, todo lo cual redunda en un fortalecimiento interno de la industria domíéstica y promueve, al mismo tiempo, la inversión. Los primeros signos de revitalización de la economía china despuíés de la crisis ya son visibles. Les toca ahora desplegar este gesto heroico de fortalecimiento cambiario que, al sumarse a los mejores salarios, generará un mayor consumo de productos importados en suelo chino y sostendrá igualmente el re-despegue global.