España saldrá del selecto grupo de países que todavía mantienen la triple A de solvencia a pesar de la crisis. Ayer fue Moody’s quien se unió a Standard & Poor’s y Fitch y anunció que pone en revisión a la baja la solvencia crediticia de España. La agencia esgrime tres razones principales: el deterioro a corto y largo plazo de las perspectivas de crecimiento económico, las dificultades que tiene el Gobierno para reducir el díéficit público y, por último, los crecientes aumentos de los costes de financiación de la deuda. Y que se expresan a travíés del ensanchamiento del diferencial de tipos de interíés con el bono alemán a 10 años, hasta situarse el entorno de los 200 puntos básicos (dos puntos porcentuales).
Moody’s advierte en su comunicado que si finalmente se materializa la revisión a la baja de la solvencia del Reino de España, degradará hasta en dos escalones su calificación crediticia, hasta Aaa. La agencia se da un plazo de tres meses para concluir su informe.
“Las perspectivas de crecimiento de España son más díébiles que las de otros soberanos con calificación Aaa ", dijo Kathrin Muehlbronner , vicepresidente de Moody's y analista principal para España. La agencia admite que en el corto plazo el Gobierno ha acelerado la reducción del díéficit público, pero eso provocará una contracción económica por el efecto que tendrá el menor gasto público en los agentes económicos privados: consumidores y empresas.
Lo peor es que no se trata de un fenómeno pasajero. La agencia estima que se necesitarán “varios años†para que la economía pueda adaptarse a las nuevas circunstancias económicas. En particular, se muestra preocupada por las consecuencias del pinchazo del boom inmobiliario, por el alto nivel de endeudamiento del sector privado y por las dificultades para encontrar “nuevas fuentes internas de crecimiento económicoâ€. Estos factores de incertidumbre explican que Moody's considere un discreto crecimiento del producto interior bruto (PIB) durante los próximos años. Estima, en concreto, que la economía crecerá un promedio de apenas poco más del 1% para el conjunto del periodo 2010-2014. Escaso, en cualquier caso, para crear empleo suficiente para reducir la tasa de paro.
Este díébil crecimiento, dice la agencia, hace más difícil reducir el díéficit público. Según las proyecciones de Moody's, la deuda pública respecto del PIB “es probable que aumente a alrededor de 80% en 2014â€. Es decir, 27 puntos más que al acabar el año 2009, lo que supone un endeudamiento adicional de unos 270.000 millones de euros a precios constantes (sin inflación).
Reformas que no generan confianza
La agencia saluda y celebra “los esfuerzos del Gobierno†para sacar adelante las reformas estructurales en el mercado laboral, el sector bancario y, en el futuro, en el sistema de pensiones, toda vez que “podrían ayudar a aumentar el potencial de crecimiento de España en el mediano plazoâ€. Pero estas propuestas, añade, “todavía tienen que recuperar la confianza de los inversoresâ€.
En este sentido, Moody’s advierte que el resultado de la revisión tambiíén podría verse afectado si los costes de recapitalización del sector financiero, “que actualmente son manejablesâ€, superan lo previsto, aunque la agencia no detalla sus cálculos. Las consecuencias que tendrá la revisión a la baja de Moody’s es un encarecimiento de las emisiones de deuda que hagan los agentes económicos, tanto privados como públicos.
Otra agencia de calificación habló ayer sobre la solvencia de España. Fitch, la más pequeña de las tres grandes, dijo que España no necesita entrar en deflación para recuperar competitividad aunque ello implique mantener durante un prolongado periodo de tiempo tasas bajas de crecimiento, según un informe publicado este martes.
El informe, dedicado al riesgo soberano a nivel global, señala que si llegado el caso España tuviera "inevitablemente" que entrar en deflación, a medio plazo la perspectiva fiscal, no sólo de España sino del resto de países "perifíéricos" de Europa, es más favorable de lo que parecen estimar los mercados.
Según Fitch, los desequilibrios entre las distintas economías europeas obedecen a "algo más" que la distancia que separa la competitividad de Alemania y el resto de países, y responden a elementos como la demanda interna, el aumento del críédito o las burbujas inmobiliarias, informa Efe.
El informe aclara además que la calificación que la agencia otorga a España, Irlanda y, en menor medida, Italia, no sólo refleja la desconfianza de los mercados que produce la debilidad presupuestaria, sino tambiíén la "ausencia" de flexibilidad fiscal y monetaria. Además, estos países se han visto perjudicados por la tibia respuesta de la zona del euro a los problemas de Grecia, que unida a las dudas sobre la viabilidad de la moneda única europea y sobre la solvencia fiscal de estos estados ha disparado la volatilidad de los mercados de deuda y otros.