Tres años de crisis financiera
por Carmen Rosique y Daniel Badía en Expansión
Como en las relaciones amorosas, "en las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte", decía el novelista Honoríé de Balzac. Es lo que ha pasado en los mercados en los últimos tres años, a consecuencia de lo que algunos han calificado como la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión.
Lo que empezó como la crisis de las subprime, las hipotecas basura, terminó con el sistema financiero a punto del colapso. Estuvo cerca de resquebrajarse, pero se han puesto las medidas para curar al enfermo y ahora tiene que dar muestras de que la recuperación está cerca. El corazón de muchos inversores no ha resistido y han salido del mercado, mientras otros se han curtido a golpe de malas noticias.
Este fin de semana se cumplen tres años desde que el banco de inversión Bear Stearns dijera a sus clientes que era poco probable que recuperaran el dinero invertido en dos de sus hedge fund. Tuvo que cerrarlos y saltaron las alarmas. Eran las consecuencias de la crisis subprime.
En estos tres años el mundo financiero ha cambiado, con intervenciones históricas de los bancos centrales, quiebras de bancos y con el sistema financiero patas arriba (ver ilustración). El papel de las autoridades monetarias ha sido fundamental para evitar la Gran Depresión, pero tambiíén la acción coordinada de los Estados.
Tres años despuíés, EEUU ha cambiado de presidente, se ha destapado el mayor fraude financiero de la historia y la reforma financiera está en marcha. Los mercados han cambiado de batuta y ahora es el riesgo país el que marca el ritmo.
Todavía hay muchos frentes abiertos, pero hay cierto consenso de que lo peor ha pasado. Ahora toca recomponer las ruinas con los mejores cimientos.
En el camino, las bolsas de todo el mundo se han dejado más de 16 billones de dólares de capitalización. En el caso del índice Ibex han sido más de 200.000 millones, al pasar de 554.500 millones de euros a bajar de 350.000 millones.
Ha habido euforia y pánico constante. El índice español llegó a cotizar cerca de los 16.000 puntos, en noviembre de 2007, cuando ya se habían dado los primeros coletazos de la crisis. Tocó fondo en marzo de 2009, tras descender a 6.816 puntos debido al desplome del sector financiero. Pero incluso en el peor momento de esta crisis no perforó el mínimo histórico al que llegó a cotizar en octubre de 2002: los 5.364,5 puntos.
El saldo bursátil de los últimos tres años es negativo, pero ha mejorado respecto a marzo de 2009, cuando la mayoría de índices marcó su peor registro en esta crisis.
Las bolsas empezaron julio con energía alcista. El Ibex, por ejemplo, sube un 7,86%. Sin embargo, desde los niveles de 2007 un reguero de píérdidas afecta a la mayoría de las compañías cotizadas. El índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM) cae un 37,93% desde la cota a la que cotizaba hace tres años y el ibex un 34%; el desplome es mayor en el Euro Stoxx 50, que supera el 41%, igual que el Cac francíés, mientras el Ftse 100 británico, el Dax alemán y el Dow Jones estadounidense aguantan mejor y ceden entre el 20% y el 30%.
Supervivientes
En el parquíé español siete valores han resistido la tormenta que plaga las bolsas desde 2007 (ver ilustración). Entre los supervivientes destacan Viscofan y CAF, que se revalorizan más del 46% apuntalados por su diversificación internacional. Tambiíén se salva Prosegur, con un alza del 39,36%, gracias a su apuesta por Amíérica Latina; Inditex, que gana el 19%; Duro Felguera, que sube el 13,2% y Red Elíéctrica, un 2,29%.
Entre los grandes, el único que esquiva las píérdidas es Telefónica, con una subida del 6,4%. Otros que aguantan bien son: Ebro Puleva, que cede un 10,3%, Enagás, más de un 14% y Santander, un 15%.
Este buen comportamiento del banco español contrasta con las fuertes caídas que acumulan todavía entidades europeas como ING Groep, que en esta crisis ha recibido ayuda del gobierno holandíés. Cae un 72% y es el peor valor del Euro Stoxx 50 en el periodo. Tambiíén han perdido el 50% de su valor Sociíétíé Gíéníérale, Credit Agricole, Unicredit y Deutsche Bank, entre otros.
Entre los valores extranjeros que ofrecen el mejor saldo en esta crisis está la cervecera Anheuser-Busch, que tiene marcas como Budweiser. Lidera las ganancias en el Euro Stoxx 50, con una revalorización del 18,94%, seguida de la empresa de artículos de lujo LVMH, que se anota el 14,2%.
En EEUU, las hamburguesas han hecho negocio con la crisis. McDonalds, en un negocio refugio, vale ahora un 49% más que en julio de 2007.
Hacia la calidad
La crisis ha cambiado la percepción de los inversores. La aversión al riesgo se ha disparado (la volatilidad pasó del 15% de julio de 2007 al 80% en 2008 y ahora ronda el 27%) y el dinero huye a los activos considerados más seguros . El oro, por ejemplo, marcó el pasado mes de junio máximo histórico por encima de los 1.256 dólares por onza.
La fortaleza del euro sobre el dólar se ha puesto en entredicho y las grietas en el seno de la UE para tomar medidas coordinadas para salvar su unión han hecho caer a la moneda única más del 6% en la crisis. Desde el máximo de 1,59 dólares, marcado en abril de 2008, al mínimo de 1,1923 , en junio de este año, el desplome superó el 25%. Ahora se cambia a 1,2934 dólares, tras la recuperación de esta semana. Las previsiones apuntan a que oscilará entre 1,20/1,30.
En deuda soberana, la crisis ha provocado fuertes vuelos a la calidad (flight to quality) en los episodios de mayor aversión al riesgo, lo que ha arrastrado la rentabilidad de la deuda alemana hasta mínimos. La creciente desconfianza hacia los países que han presentado las cuentas públicas más deterioradas ha provocado un fuerte aumento de las primas de riesgo, tanto en diferenciales de rentabilidad frente a la deuda alemana, como por el comportamiento de los CDS (contratos para protegerse ante un impago).
La brutal crisis de deuda soberana en Europa ha obligado a la Comisión Europea, al BCE y al FMI a poner en marcha un fondo de salvamento para países con problemas, despuíés del capítulo de Grecia, el primer país de la historia del euro que ha tenido que ser rescatado.
El efecto contagio de unos países a otros ha provocado que otras potencias, como España, hayan visto cómo crecen las rentabilidades de sus bonos, al aumentar el riesgo que aprecia al inversor, en un momento en el que tiene que captar ingentes volúmenes de dinero para hacer frente a un elevado díéficit público. De ahí que se hayan tenido que presentar severos planes de ajuste fiscal para recuperar la confianza de los mercados. Ahora hay que ver cómo acaban afectando al crecimiento.
Todavía quedan muchos flecos por resolver. Uno de ellos es la mejora de los sistemas de supervisión, para evitar que se incite la toma de riesgos sin control. El papel de las agencias de ráting quedó en entredicho y aunque hay planes para que tengan un vigilante no se ha concretado.
El papel de los bancos centrales
La labor de los bancos centrales ha sido fundamental para evitar una gran depresión. Junto a agresivas rebajas de tipos de interíés, han puesto en marcha medidas heterodoxas para dotar al sistema financiero de toda la liquidez necesaria.
Tanto la Reserva Federal como el Banco de Inglaterra optaron por poner la máquina de imprimir billetes en funcionamiento y decidieron comprar deuda en los mercados. El Banco Central Europeo (BCE) ha preferido utilizar el canal bancario. Su apoyo se ha basado en inyectar el dinero por una cuantía ilimitada a travíés de la subastas, alargando los plazos a los que le presta a la banca, hasta un máximo de un año, y a un tipo fijo del 1%.
No obstante, la actual crisis soberana le ha obligado tambiíén a realizar compra de bonos públicos y privados en el mercado secundario ante el fuerte repunte de las rentabilidades de la deuda de algunos países perifíéricos, como España. Ahora se enfrenta al reto de ir retirando esas medidas progresivamente.