La ausencia de fugas en el pozo que derramaba petróleo en el Golfo de Míéxico fue una noticia alentadora para BP el sábado, casi dos días despuíés de haber colocado una nueva campana gigante para intentar contener la salida del crudo.
Kent Wells, vicepresidente de BP PLC, dijo que tras una serie de pruebas de presión, temperatura, sonido, y otros indicadores, no hay evidencias de que se está escapando crudo por la superficie marina o por ninguna otra parte del pozo.
La posibilidad de un nuevo derrame submarino causaba gran preocupación, porque si el petróleo salía a travíés del suelo marino sería más difícil de controlar y pondría en peligro los planes de un tapón permanente.
"Nos sentimos más cómodos", dijo Wells durante una conferencia telefónica, pero advirtió: "La prueba no ha terminado".
Wells dijo que aún no habían decidido si reabrirán la tapa y dejarán que el crudo salga cuando culmine el periodo de prueba del embudo el sábado cerca de las 1930 GMT.
Esa decisión será tomada por Thad Allen de la Guardia Costera, designado por el gobierno para manejar el desastre.
BP cerró las válvulas de la tapa el jueves, deteniendo el flujo de petróleo por primera vez desde el 20 de abril, cuando explotó la plataforma que BP había alquilado en el Golfo de Míéxico. En el accidente murieron 11 trabajadores y se disparó el derrame a 1524 metros (5.000 pies)por debajo del mar.
Mientras la tapa actuaba como una especie de corcho gigante que impedía la salida del crudo, científicos observaban atentos ante la posibilidad de que la presión causara nuevas fugas en el tubo del pozo y en la superficie submarina cercana, pues esto empeoraría aún más el desastre.
Luego de 41 horas, la presión era de casi 474 kilopondios por centímetro cuadrado (6.745 libras por pulgada cuadrada) y aumentaba lentamente, señaló Allen. Si la presión hubiese estado por debajo de las (7.500 libras por pulgada cuadrada).
Wells tambiíén indicó que BP avanzaba con su solución para detener permanentemente el derrame, un poso de alivio.