BP empezará trabajos de perforación en aguas profundas de las costas libias en unas semanas a pesar de las inquietudes sobre las medidas de seguridad de la petrolera tras el vertido en el Golfo de Míéxico, revela hoy el "Financial Times" (FT).
El pozo de BP, en el golfo libio de Sirte, será unos doscientos metros más profundo que el de Macondo, en el golfo de Míéxico, que causó el mayor desastre medioambiental en las costas estadounidenses cuando la plataforma Deepwater Horizon explotó el pasado 20 de abril y causó once muertos, agrega el periódico económico.
"La perforación empezará en unas pocas semanas", dijo BP al diario, que informa de que el consejero delegado de la petrolera, Tony Hayward, firmó un acuerdo de exploración de 584 millones de libras (unos 665 millones de euros) con Libia en 2007.
Esta información sale a la luz mientras Hayward estudia una petición para comparecer ante el comitíé de relaciones exteriores del Senado de EEUU a fin de responder a unas preguntas relacionadas con la liberación de Abdel Basset al-Megrahi, condenado por el caso Lockerbie y liberado el año pasado por las autoridades escocesas.
BP ha insistido en que no habló con el Gobierno británico ni con el autónomo de Escocia sobre la liberación de al-Megrahi, agrega el FT.
Los medios británicos han publicado que BP habría presionado en favor de la liberación del terrorista porque buscaba concesiones petroleras en Libia.
Según el FT, los defensores del medio ambiente están asombrados de que la empresa inicie labores de perforación antes de que concluya una investigación sobre el desastre en el golfo de Míéxico.
En agosto de 2009, Escocia decidió liberar a Al-Megrahi porque padecía un cáncer terminal y le quedaban pocos meses de vida.
Al-Megrahi fue condenado por el atentado contra un avión de Pan Am que explotó en el aire sobre Lockerbie en diciembre de 1988.
La semana pasada, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, pidió al Gobierno escocíés y al Reino Unido que revisen las circunstancias que llevaron a la liberación de Al-Megrahi, único condenado por el atentado que dejó 270 muertos, y que sigue vivo y sin señales de que su salud se deteriore.