A juzgar por las últimas encuestas, y por la reacción de los lectores a mi última columna sobre la ley inmigratoria de Arizona, el presidente Obama tendrá dificultades en lograr que los hispanos salgan a votar y poder mantener el control del Congreso en las elecciones legislativas de noviembre.
El índice de aprobación de Obama entre los hispanos ha caído desde el 64 por ciento a principios de junio al 54 por ciento a fines de julio, según una encuesta de Zogby International. Otra encuesta anterior de Gallup revela que el apoyo a Obama entre los hispanos cayó desde el 69 al 57 por ciento en los primeros cinco meses de este año, mientras que el apoyo de los blancos y los afroamericanos ha permanecido en los mismos niveles durante el mismo período.
Y lo que es aún peor para los demócratas, las encuestas revelan que muchos hispanos no saldrán a votar en noviembre.
Los encuestadores coinciden en que, si los hispanos no salen a votar, al presidente Obama le resultará difícil conservar ambas Cámaras del Congreso. Hay alrededor de 70 bancas en la Cámara de Representantes que están en peligro -la mayoría de ellas demócratas- y el Partido Republicano sólo debe ganar 39 bancas para recuperar la Cámara. Y el voto hispano será crítico en algunos de los estados con elecciones más reñidas, incluyendo Florida, Nevada, Nuevo Míéxico, Colorado y Arizona.
Mi opinión: Obama enfrenta una batalla cuesta arriba para conseguir en las elecciones de noviembre un porcentaje cercano al 67 por ciento del voto hispano que obtuvo en las elecciones del 2008.
Por supuesto, siempre existe la posibilidad de que los sectores antiinmigración de la derecha republicana impulsen leyes aún más xenofóbicas y mantengan el tema en la primera plana de los medios, lo que impulsaría a más votantes hispanos a acudir a las urnas y votar por los demócratas en noviembre. Pero si eso no ocurre, Obama tendrá que dedicar mucho más tiempo a grabar anuncios televisivos en español -fingiendo que domina el idioma- como lo hizo durante su campaña del 2008, o correrá el riesgo de sufrir una fuerte caída del voto hispano.
Posdata: Como muchos lectores que comentaron mi columna del 31 de julio me criticaron por llamarlos "antiinmigrantes", señalando que "no estamos en contra de la inmigración, sino solamente en contra de la inmigración ilegal", permítanme afirmar una vez más que no compro ese argumento. Es un argumento tramposo, porque bajo las leyes actuales el mercado de trabajo de Estados Unidos requiere cientos de miles de trabajadores indocumentados, mientras que el sistema inmigratorio sólo ofrece visas legales para una pequeña fracción de ese número.
Esa es una receta para forzar a la gente a entrar en el país sin documentos, y es la razón por la que el país necesita una reforma inmigratoria realista.