Por... Juan Josíé Perfetti Del Corral
Por cuenta de la revaluación del peso y de los bajos niveles que ha tenido el dólar estadounidense frente al peso colombiano se han hecho sentir las voces de los exportadores colombianos preocupados con las consecuencias que este hecho puede tener sobre sus negocios.
La realidad es que durante los últimos años el país ha tenido un crecimiento económico meritorio y que, cada vez más, se viene convirtiendo en una economía emergente que está en los ojos de los inversionistas internacionales.
Adicionalmente, el anterior gobierno creó una serie de estímulos a la inversión privada. Esto, junto a los buenos precios de algunos bienes básicos como el petróleo y el carbón, ha determinado que los sectores primarios de la economía, en especial el minero y el de petróleo, estíén presentando un desarrollo inusitado. Como consecuencia, el flujo de divisas al país ha aumentado de manera importante.
De esta forma se ha creado un ambiente de desarrollo en el que, mientras unos sectores se encuentran en una bonanza de gran proyección, los demás sectores económicos, especialmente los transables de exportación, están sufriendo las consecuencias de un peso colombiano más fuerte.
Para agravar las cosas, la perspectiva económica del país, de no ocurrir un evento extraordinario e inesperado, es que las actuales tendencias económicas se mantengan. Esto significa, como lo dijo hace unos días el Presidente de la Andi, que el país va a tener que aprender a vivir con un peso fuerte.
Paralelo a lo anterior, la situación fiscal del país, aunque no reviste mayor gravedad, sí merece un manejo cuidadoso y en ese sentido la regla fiscal que se ha puesto a consideración del Congreso de la República puede convertirse en un importante instrumento para darle mayor responsabilidad y control al manejo fiscal del país.
Como parte de la regla está la propuesta de crear un fondo en el exterior a travíés del cual se regule, mediante su acumulación temporal, el flujo de divisas que entran al país.
Este mecanismo amainaría la presión que actualmente ejercen las exportaciones de bienes primarios sobre la tasa de cambio.
Igualmente, se han propuesto diversas medidas que bien pudieran ayudar a mejorar el nivel de la tasa de cambio.
Sin embargo, las perspectivas de crecimiento y desarrollo del país exigen que los sectores transables hagan sus cuentas de rentabilidad y expansión de sus negocios sobre la base de una tasa de cambio baja y con tendencia a la revaluación.
Esto determina que el proceder del gobierno nacional debe ir en la dirección de fortalecer la base competitiva de la economía colombiana y en este sentido la elección de Hernando Josíé Gómez como director del Departamento Nacional de Planeación es un acierto del Presidente de la República, pues este funcionario viene de presidir el Consejo Privado de Competitividad, donde pudo empaparse de la situación del país en materia de competitividad y desde donde formuló propuestas en esta materia.
En estas circunstancias, lo que menos pueden hacer los gremios exportadores es salir a presionar al gobierno nacional para que se les otorguen apoyos y subsidios de manera permanente.
Un negocio de exportaciones no puede desarrollarse sobre la base del apoyo del fisco nacional. Un bien de exportación debe soportarse en las ventajas comparativas del país y en las competitivas que se desarrollen al interior de las cadenas de valor.
De otra manera, el negocio crecería sobre bases muy frágiles, pues la situación fiscal de un país en desarrollo como Colombia no está asegurada; por el contrario, siempre tendrá un alto riesgo de empeorar.
Lo que se impone, entonces, es trabajar a nivel microeconómico para fortalecer la capacidad competitiva de las empresas.