El 5º aniversario del huracán Katrina, la retirada de las tropas de Irak, el diálogo en Medio Oriente y la debilitada economía del país de cara a las elecciones legislativas son los problemas que enfrenta el presidente Barack Obama de regreso de sus vacaciones.
Luego de pasar 10 días junto a su familia en el lujoso balneario Martha''s Vineyard, Obama viajó el domingo directamente a Nueva Orlíéans sin ni siquiera hacer una parada en Washington.
Al cumplirse cinco años del devastador pasaje del huracán Katrina la ciudad todavía no se ha recuperado. El huracán, que provocó una inundación al romperse un dique a fines de agosto de 2005, dejó cerca de 1.600 muertos y el gobierno federal, entonces al mando de George W. Bush, fue muy criticado por la lentitud de su respuesta.
Nueva Orleans "se está recuperando, pero hay mucho trabajo que hacer", dijo el portavoz de la Casa Blanca Bill Burton.
Luego de visitar Nueva Orleans, Obama tendrá que afrontar otro de los problemas que le dejó el gobierno de Bush: Irak.
El presidente tiene previsto pronunciar el martes desde el Salón Oval de la Casa Blanca un discurso dedicado a Irak que será televisado a todo el país.
Las tropas estadounidenses se redujeron a menos de 50.000 por instrucciones de Obama, como parte de un "retiro responsable" de tropas, siete años despuíés de la invasión decretada por Bush, que sacó del poder a Saddam Hussein alegando que era un peligro para la humanidad porque poseía armas de destrucción masiva.
A nivel internacional, Obama enfrenta otro desafío. El 2 de setiembre apadrinará la cumbre entre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abas, en Washington.
La reunión servirá para reanudar las negociaciones directas israelo-palestinas, suspendidas desde la vasta ofensiva militar israelí en la franja de Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009.
Dar tanta importancia a la política exterior podría ser un riesgo para el presidente que se enfrentará en noviembre a las elecciones legislativas de medio mandato que decidirán su margen de maniobra en la Casa Blanca.
Los estadounidenses podrían verlo como desinteresado en los problemas del país, en momentos en que hay un desempleo obstinadamente elevado y nuevos signos de una economía debilitada. Y con los demócratas como mayoría en el Congreso, los republicanos apuestan a ganar votos en base al descontento de los estadounidenses.