WASHINGTON, D.C. - Ahora resulta que la política estadounidense, concentrada en la situación sombría de la economía nacional, es irónicamente un sector inmune a la recesión, que maneja dinero a manos llenas.
Gastos sin precedentes
Las elecciones nacionales de este año viven una autíéntica fiebre de dinero, con una recaudación de fondos y una cifra de gastos sin precedentes en una contienda decisiva por el control del Congreso regida por un reglamento más relajado pero todavía confuso sobre las finanzas en la campaña.
Con base en los recientes informes financieros de los partidos, los candidatos para escaños vacantes en la Cámara de Representantes y el Senado en este ciclo de elecciones federales recaudaron casi $1,200 millones, muy por encima del ritmo registrado en los comicios de 2008, 2006 y 2004.
Las contiendas para gobernador en 37 estados --más de la mitad de las campañas por curules-- tambiíén están imponiendo ríécord en la recepción de fondos. La multimillonaria republicana Meg Whitman va a la cabeza, al inyectar $104 millones de su propia fortuna para la campaña en busca de la gobernación de California.
"Podríamos estar en camino del ciclo más caro de todos, incluso más que de 2008, lo cual es verdaderamente difícil de creer", expuso Michael Toner, un abogado especializado en las finanzas de campaña en la firma Bryan Cave y ex presidente de la Comisión Electoral Federal.
Sigue fluyendo el dinero
Las amargas luchas interpartidistas, alrededor de un centenar de contiendas por la cámara baja y un gran número de curules vacantes, así como los tempranos ataques entre aspirantes, han generado una demanda cada mayor de dinero.
Los partidos nacionales compiten por los dólares con grupos fuera de la política tradicional y sus contribuyentes generalmente anónimos, y mientras los demócratas llevan la ventaja a nivel de los partidos nacionales, los grupos de tendencia republicana parecen llenar sobradamente el hueco.
El dinero ha estado fluyendo hacia los campos de la batalla política desde principios de año, pasando desde los comicios especiales para el Senado en Massachusetts y las primarias demócratas por una curul senatorial en Arkansas, hasta la contienda para gobernador de Florida y las luchas para la gobernación y el Senado en California. El gasto es volcado ahora hacia los comicios nacionales.
Millones de dólares son vertidos a las campañas que han estado dominadas por las discusiones sobre la prudencia fiscal del gobierno. Cualquier pudor de restricciones se evapora cuando se trata de ganar elecciones.