Por... Ramiro Valencia Cossio
Durante treinta y seis años fue una empresa exitosa. Llegó a tener hasta tres mil trabajadores y a producir dos mil sacos y mil quinientos pantalones diarios que eran exportados a los Estados Unidos.
La crisis norteamericana y la revaluación del peso colombiano fueron silenciando sus máquinas y se marchitó el empleo para esos tres mil empleados.
Durante tantos años vimos y escuchamos a Guillermo Valencia Jaramillo luchar para que el Gobierno mirara a los exportadores de productos manufacturados con los ojos bien abiertos para evitar su colapso. Pero despuíés de esos treinta y seis años su propia empresa, Industrias e Inversiones El Cid, cerró sus operaciones. "Si espero a que el mercado cambie, me como el patrimonio. Ahora que no le debo un peso a nadie, cierro".
Así de claro y de contundente fue Guillermo Valencia Jaramillo.
Pero como íél, hay cientos y miles de empresarios exportadores que han tenido que cerrar sus empresas impotentes ante la crisis económica y la revaluación de nuestra moneda.
Es imposible competir con China. Por eso muchos han tenido que optar por importar lo que antes fabricaban para comercializarlo, sacrificando el empleo en Colombia.
Entraremos en una bonanza exportadora pero fundamentalmente de productos, como petróleo, níquel, oro, por citar algunos.
Sin embargo perderemos el esfuerzo empresarial y los empleos creados por los fabricantes de productos manufacturados.
A eso se debe buena parte de la pobreza extrema que se vive en nuestras ciudades y que estimula la violencia.
Porque los que trabajaban en cultivos, en confecciones y otros productos pertenecen al sector más básico de nuestra sociedad y viven en los barrios populares.
En algunas ocasiones les he dicho a los tíécnicos de planeación que cuando uno solo conoce la realidad por estadísticas lo que está haciendo es "surfing" y no buceo.
El desempleo y el hambre tienen rostro y nombre. Tienen familia que sostener e hijos que educar.
Bueno crear "cuatro locomotoras" que jalonen el desarrollo y la economía como se lo propone el Gobierno.
Pero quíé tristeza que los vagones descarrilados de los pequeños y medianos exportadores, confeccionistas, floricultores, y de tantos otros productos, vagones llenos de millones de trabajadores ya sin empleo, vean pasar raudos los trenes del progreso mientras ellos se quedan con la pobreza.
¿No tendrá algo que hacer urgente y drástico el Gobierno para parar la debacle?
Tengo la certeza de que ese empresario valioso e incansable que es Guillermo Valencia, seguirá su lucha para que muchas empresas eviten el cierre.
í‰l, en esa tarea, "siempre será el Cid Campeador".
