Por... Macarena Vidal
Si hay un presidente de EEUU que pudiera parecer completamente dispuesto a adoptar medidas en favor del medio ambiente e instalar paneles solares en la Casa Blanca, íése es Barack Obama, ¿no?. Pues no.
Esa respuesta, "no", es la que obtuvo el ecologista y escritor Bill McKibben la semana pasada, cuando se reunió con funcionarios de la Casa Blanca para ofrecer uno de los viejos paneles solares que en su día ordenó instalar Jimmy Carter en la residencia presidencial.
Esos paneles se instalaron en 1979 para calentar el agua de la Casa Blanca pero se retiraron durante unas obras en 1986, en pleno gobierno del presidente Ronald Reagan, y nunca regresaron a su emplazamiento original.
El Unity College, uno de los centros universitarios más progresistas de EEUU en cuestión de energías alternativas, los adquirió en 1992 y desde entonces los ha usado para experimentos de sus estudiantes y para calentar el agua de su cafetería.
McKibben, acompañado de tres estudiantes del Unity College, viajó especialmente la semana pasada para ofrecer el panel solar desde Maine, en el extremo norte del país y donde se encuentra el centro universitario.
Además del panel de 31 años, el activista traía una oferta para instalar un nuevo sistema solar fotovoltaico en la Casa Blanca, cortesía de una empresa californiana.
Salió de allí, si no con el rabo entre las piernas, con el panel entre los brazos.
En un correo electrónico enviado a los medios el viernes, el autor de libros como "Eaarth" indicaba que "acabo de salir de una decepcionante reunión con la Casa Blanca... han rechazado el panel solar de Carter que vinimos a entregar a Washington".
Según McKibben, los funcionarios de grado intermedio que le recibieron le indicaron que la institución continuará "su proceso de deliberación acerca de la instalación de paneles solares en el tejado de la Casa Blanca".
"Ha llegado el momento de dejar de deliberar. Cuando Pakistán está inundado, Rusia arde y millones de personas están preparados para ocupar puestos de trabajo en el sector de las energías limpias, no es la hora de deliberar. Es la hora de pasar a la acción", agrega el activista.
Que el Gobierno de Obama haya dicho que no a la propuesta puede sorprender, dada su ardiente defensa de políticas en favor del medio ambiente e iniciativas tan sonadas como la creación de un huerto en los jardines presidenciales.
Pero, como en toda decisión burocrática, los factores que la rodean son complicados.
Para empezar, cualquier iniciativa que tenga que ver con la introducción de personas u objetos en la Casa Blanca tiene que contar con el visto bueno del Servicio Secreto, el cuerpo encargado de la protección del presidente y que no suele ver con buenos ojos la idea de un grupo de obreros campando por los techos de la residencia presidencial.
A ello se suman la tramitación burocrática para autorizar cualquier alteración en el aspecto físico de la Casa Blanca y cuestiones tíécnicas sobre la instalación de los paneles en ese tejado.
Sería un proceso muy enjundioso, alegan los funcionarios, para instalar un sistema que al fin y a la postre sólo permitiría un ahorro de energía muy reducido.
Otras propuestas que ha presentado el Gobierno de Obama, apuntan, tienen un mayor potencial para preservar el medio ambiente y potenciar las energías alternativas.
En un comunicado tras la reunión, la Casa Blanca informó del encuentro con McKibben para indicar que se abordó "el compromiso sin precedentes del presidente Obama con las energías renovables, incluida la entrega de más de 80.000 millones de dólares a la generación de fuentes de energías renovables".
Aunque el área residencial de la Casa Blanca no cuenta con paneles solares, otras áreas del complejo sí los tienen. El proceso de instalación, aprobado durante la Administración Clinton, se completó durante el mandato de George W. Bush, en 2002.
Por el momento, McKibben tiene previsto continuar su campaña de activismo y su organización, 350.0rg, ha convocado para el 10 de octubre una jornada de actos en favor del medioambiente.
El viejo panel de Carter esperará hasta entonces guardado en un garaje en las cercanías de la Casa Blanca. Por si Obama cambia de opinión