Por... Beatriz De Majo C.
Si en cualquier país del mundo la filtración de un documento "clasificado" a travíés de Wikileaks puede convertirse en un problema político de envergadura, en China la divulgación de algunos archivos de carácter secreto puede redundar en un drama para la seguridad nacional. De allí el pánico que esta controversial herramienta de divulgación digital es capaz de generar en los círculos de poder en Beijing.
De allí tambiíén, que las fórmulas que el gobierno idea para proteger la data oficial considerada "sensible" sean en extremo cuidadosas.
Hasta este año, los archivos del Partido Comunista existentes a nivel de la administración local, provincial y central fueron celosamente custodiados. En años recientes se inició la digitalización de la data oficial local, pero en los altos niveles gubernamentales los documentos son guardados en su formato físico sin que existan versiones digitales susceptibles de colarse al vasto ciberespacio.
Por ello, llamó mucho la atención que en julio de este año el Presidente Hu Jintao convocara en la capital a una veintena de los más granados oficiales de seguridad y de propaganda para tratar el problema de las filtraciones. Su mensaje a la nación fue elocuente: "Debemos, de manera resuelta, oponernos a cualquier intento de difamación del Partido o de su Historia y educar a las masas, particularmente a los jóvenes".
Hu tenía en mente un episodio de impacto planetario acaecido pocos días antes, en el que centenares de documentos americanos clasificados sobre la guerra de Afganistán circularon profusamente a travíés de las redes, a partir de Wikileaks.
No habían transcurrido tres días de la celebración de la estratíégica y secreta reunión antifiltraciones de Beijing cuando las decisiones allí tomadas se difundían en la vasta red de internet, primero a travíés de la vía Boxun, una red abierta fundada en China desde el año 2000 y, luego, a travíés de Wikileaks.
Fue así como el mundo consiguió enterarse de la preocupación que dominó la agenda del alto convite sobre la seguridad digital: ¿Quíé hacer en caso de una conflagración social que ponga en peligro archivos nacionales? ¿Deben estos ser incinerados? ¿Cómo evitar que el personal de confianza de los archivos venda su contenido? ¿Cuáles acciones desplegar para impedir la difusión irregular de información clasificada que se viene produciendo a travíés las Memorias escritas por ex miembros de las altas esferas del partido?
Las respuestas a estos interrogantes y el plan estratíégico para resolverlos aún no han sido encontradas, pero existe plena conciencia en las esferas de seguridad estatal del peligro que puede representar para una sociedad secuestrada el soltar las amarras de la información.
Un pueblo informado cuestiona, uno manipulado se somete. Y un gobierno totalitario como el chino puede ser severamente castigado por sus administrados si se destruye la heroica imagen del partido.
Wikileaks sigue siendo objeto de la censura estatal desde 2007, pero ello no ha impedido que por sus canales circulen elementos que informan sobre tramposerías, excesos, ilegalidades, corrupción, violación de derechos.
Así son los tiempos modernos.