Era normal ver algo más de corrección en los mercados, pero la forma en que se vino abajo al cierre Wall Street es una señal muy negativa que hace pensar que hemos asistido al eníésimo fallo alcista de los últimos meses.
En efecto, en Nueva York los alcistas intentaron recuperar el control y los índices llegaron a entrar en positivo, pero se derrumbaron enla última hora. Así, el Dow Jones acabó perdiendo el 0,72% y el S&P 500, el 0,83%. El Nasdaq mostró una sorprendente fortaleza y sólo cedió el 0,32%.
Este giro bajista hace pensar que hoy veremos más descensos. Y, como saben, si el mercado no es capaz de retomar las subidas en breve, el peligro de volver a la parte baja del movimiento lateral se hará realidad.
La recaída de ayer tuvo detrás el resurgimiento de los miedos a la crisis de la deuda de los países perifíéricos, esta vez centrada en Irlanda. Los diferenciales vuelven a dispararse, el dinero huye de los PIIGS y las empresas europeas vuelven a tener problemas para financiarse. Y nadie olvida lo feas que se pusieron las cosas en mayo, así que, por si acaso, los inversores se salen del mercado.
Además, en EEUU el dato de demandas semanales de subsidios salió mucho peor de lo esperado. En el lado positivo, las ventas de viviendas usadas crecieron más de lo previsto y el indicador adelantado tambiíén batió ligeramente las expectativas.
El euro corrigió ante los temores sobre Irlanda, pero se mantuvo por encima de 1,33 dólares. El petróleo subió hasta 75,18 y el oro marcó un nuevo máximo histórico en 1.296,3. Los bonos subieron con la caída de la bolsa y su rentabilidad bajó hasta el 2,55%.
Hoy viernes tendremos en EEUU los pedidos de bienes duraderos, en este caso con expectativas de una fuerte recaída, y las ventas de viviendas nuevas.