Por... James Gwartney, Robert Lawson y Joshua Hall
A principios de los ochenta bajo el liderazgo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, tanto EE.UU. como el Reino Unido redujeron las tasas impositivas marginales, controlaron la inflación, simplificaron las regulaciones y flexibilizaron las barreras comerciales. Muchos otros países pronto siguieron el ejemplo y el resultado fue un cuarto de siglo de expansión de la libertad económica y de crecimiento en el ingreso. Entre 1980 y el 2007, hubo un movimiento gradual pero constante hacia la libertad económica.
Esta tendencia se puede ver en la información que recientemente se ha publicado en el informe anual de Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual 2010. Sin embargo, como lo muestra el reporte de este año, la calificación mundial en cuanto a libertad económica cayó por primera vez en varias díécadas. De los 123 países con calificaciones en el 2007 y el 2008, 88 (77,1%) vieron su puntaje caer y solo 35 (28,5%) registraron aumentos en su nota.
EE.UU. cayó del tercer puesto en el 2000 al sexto puesto en el informe actual, con una calificación que pasó de 8,45 en el 2000 a 7,93 el en 2008.
El índice de Libertad Económica en el Mundo mide la consistencia de las instituciones y políticas de una nación con la libertad económica. Dicho de otra manera, las instituciones y las políticas son consistentes con la libertad económica cuando estas le permiten a los individuos elegir por sí mismos, llegar a acuerdos voluntarios con otros y cuando los protegen a ellos y a sus propiedades de los agresores.
Para lograr una calificación alta en el índice de Libertad Económica, en una escala del 0 al 10, un país debe garantizar una protección efectiva de la propiedad privada, un respeto equitativo a los contratos y un ambiente monetario estable. Tambiíén debe mantener los impuestos bajos, no crear barreras al comercio local e internacional y depender más de los mercados que del proceso político para asignar los bienes y recursos.
La caída en la calificación de EE.UU. se debe, principalmente, a un puntaje más bajo en la seguridad de los derechos de propiedad privada. No obstante, el gigantesco aumento en los príéstamos estatales tambiíén fue un factor que contribuyó a la reducción de la calificación. El creciente gasto público, los díéficit más grandes y el aumento de las regulaciones a lo largo de los dos últimos años, seguramente, bajarán la calificación de libertad económica de EE.UU. en los próximos años.
Ahora más que nunca tenemos conocimiento sobre las fuentes del crecimiento y la prosperidad. El crecimiento económico es principalmente el resultado de las ganancias obtenidas a travíés del comercio, la inversión de capitales y el descubrimiento de mejores productos, míétodos de producción más baratos y mejores maneras de hacer las cosas. Varios estudios han mostrado que los países con mayor libertad económica crecen más rápidamente y logran niveles de ingreso per cápita más altos que aquellos que son menos libres.
De igual manera, hay una relación positiva entre los cambios en la libertad económica y el crecimiento del ingreso per cápita. Además, conforme ha ido creciendo el ingreso per cápita, la tasa de pobreza a nivel mundial se ha reducido y gran parte de este progreso ha ocurrido en países que han tomado importantes medidas para dirigirse hacia niveles más altos de libertad económica.
El mundo ahora se enfrenta a una situación similar a la de la Gran Depresión. Durante la díécada de los treinta, políticas económicas perversas transformaron un declive cíclico normal en una díécada de penurias y sufrimiento. Aunque fue causada por políticas contraproducentes, la Gran Depresión condujo a más regulación estatal, un crecimiento del gasto público, y reducciones en la libertad económica. ¿Pasará lo mismo esta vez? ¿Otra vez escogeremos más Estado y menos libertad económica?
Ahora estamos en el medio de un gran debate entre los partidarios de un Estado limitado y mercados libres y aquellos que favorecen más colectivismo y más dirección política de la economía. El resultado de este debate determinará el futuro tanto de la libertad económica como de la prosperidad de los estadounidenses y demás personas alrededor del mundo.