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Autor Tema: Repsol condiciona un futuro dividendo extraordinario a la desinversión en YPF  (Leído 420 veces)

Eguzki

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Repsol no llevará a su caja los 5.200 millones de euros que ha pagado Sinopec por el 40% de sus activos brasileños. El importe desembolsado por la petrolera china será aportado mediante una ampliación de capital, por lo que la millonaria inyección de liquidez dotará exclusivamente de recursos a la filial de Brasil para que financie sus planes de crecimiento. Los accionistas de la española no verán un euro del dinero aportado por su nuevo socio, aunque la alianza libera recursos comprometidos y permite afrontar de manera más holgada su plan estratíégico, que incluye una revisión del dividendo a sus accionistas de un 10%.

 

El futuro del dividendo extraordinario de Repsol está sujeto al íéxito de la desinversión en YPF, según fuentes no oficiales. La petrolera presidida por Antonio Brufau, casualmente nombrado estos dí­as empresario del año en Argentina, controla un 85% tras financiar hace dos años al empresario local Eskenazy la compra de un 15% de la filial argentina, que mantiene una opción de compra sobre otro 10% hasta la primavera de 2012. En cualquier caso, la española contempla mantenerse en torno al 60% de YPF, como acaba de hacer en Brasil, dependiendo del porcentaje que tuviera que colocar entre las administraciones locales y los inversores minoristas.

 

Sólo esta desinversión serí­a capaz de generar los ingresos extraordinarios suficientes para generar un pago adicional a sus accionistas, como aspira a conseguir la constructora Sacyr, propietaria de un 20%. Mientras tanto, el objetivo de Brufau es desviarse lo mí­nimo del Plan Estratíégico 2010-14 presentado el pasado mes de abril, que incluye una revisión del anterior programa a cuatro años anunciado en 2008, antes de que se consolidara la crisis económica a escala mundial. Precisamente, esta nueva hoja de ruta fue objeto de discusión pública con Luis del Rivero, que aceptó contra su voluntad un recorte en el dividendo del 20%.

 

En lo que va de año, Repsol ha ido deshaciíéndose de algunos activos considerados no estratíégicos. Ha sido el caso de la colocación de un 5% de CLH a la caja vasca BBK por 145 millones de euros (busca comprador para el otro 10%), la venta de un almacíén subterráneo de gas por 90 millones a Enagás o la más reciente del 25% que tení­a en la regasificadora de Bahí­a de Vizcaya por 60 millones a varios inversores. Dinero fresco para hacer ingresos extraordinarios que contribuyan a mejorar las cuentas de 2010, despuíés de que el cierre de 2009 registrara una caí­da del 40% respecto al año anterior.

 

Sin embargo, la verdadera satisfacción existente en Repsol tiene responde a la operación de Brasil, que de ninguna manera quieren que se vincule al condicionamiento de Sacyr y, en menor medida, de La Caixa. Ambos accionistas convinieron, en la crisis de finales de 2009 que cuestionó la hegemoní­a de Brufau, que la petrolera española debí­a buscar alternativas para lograr los más de 10.000 millones que necesitarí­a durante la próxima díécada para poder producir barriles a principios de 2013 y continuar con nuevas perforaciones en los campos sobre los que la española tiene derechos de explotación.

 

El balón de oxí­geno de Sinopec ha permitido a la propia Repsol y a la constructora Sacyr, su accionista de referencia, recuperar el aliento en bolsa. Por un lado, la petrolera ha cedido una parte sustancial de su prometedor negocio en Brasil a cambio de compartir las exigencias financieras que implicaba el proyecto carioca, esfuerzo que sus accionistas no estaban dispuestos a asumir indirectamente. Por otro, ha conseguido que la desinversión en YPF, que lleva dos años en marcha tras ceder un primer 15% al empresario argentino Eskenazy, pueda resolverse sin urgencia, descartando el posible canje por activos maduros con otras petroleras.