Por... Hugues HONORí‰
La economía mundial está mal armada para enfrentar una constante erosión de la confianza en el dólar, una caída estrepitosa de la cotización de la moneda en el comercio internacional y de las reservas oficiales, algo que comienza a inquietar a Estados Unidos.
Si prolongamos la curva desde mediados de setiembre, medida por el índice de su valor en relación a las monedas de sus principales socios comerciales, el dólar parece orientado hacia su nivel más bajo desde 1995; y, ante los datos semanales del Chicago Mercantile Exchange, los actores del mercado a tíérmino apuestan mayoritariamente a su baja.
En 1995, Washington había apostado a poner fin a la depreciación de su moneda. El entonces secretario del Tesoro Robert Rubin afirmaba a quien quisiera escuchar que estaba a favor de "un dólar fuerte".
Pese a que el actual secretario del Tesoro, Timothy Geithner, afirma querer un dólar fuerte, nadie le cree, pues lo que los inversores ven es que la Reserva Federal (Fed) se apresta a inyectar centenares de miles de millones de dólares en el sistema financiero.
"El dólar está condenado a seguir cayendo", afirmaba el lunes el diario The Wall Street Journal, según el cual "los responsables de la Fed quieren provocar un aumento de la inflación".
En un editorial, el diario fustigó la política que consiste en reclamar la apreciación de las monedas de los países emergentes e inundar al mundo de la propia. "La devaluación del dólar no es una estrategia mundial de crecimiento", aseveró.
La baja del dólar conlleva una cascada de complicaciones fuera del país.
El dólar sigue siendo el pilar del sistema monetario internacional. Es el objeto de compra o venta del 85% de los 4,000 billones de dólares de transacciones diarias en el mercado de cambios.
Es la moneda de facturación de la mayoría de las operaciones de comercio internacional, fuera de los intercambios de la zona euro. Es la moneda del 62% de las reservas en divisas de los Estados.
Según la Fed, 580,000 millones de dólares en monedas y billetes circularon fuera de Estados Unidos en 2009.
Cualquier baja brutal del dólar afecta la confianza de un número incalculable de actores económicos y financieros. Generalmente, una caída del billete verde hace subir la cotización del oro, y es la mejor protección contra la inflación.
“La política monetaria estadounidense es elaborada en el interíés de la economía estadounidense, naturalmente. ¿Cuáles son las consecuencias en el resto del mundo? Muchos dicen que eso es un problema", dijo el sábado el director general del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn.
Paul Volcker, ex presidente de la Fed, llamó a comienzos de octubre a "mantener cierta confianza en el dólar".
"Si no, nada funcionará", agregó en referencia a la política económica y monetaria de Estados Unidos.
La semana pasada, el titular del Banco de Inglaterra, Mervyn King, dijo temer que los actuales desórdenes sobre los tipos de cambio se degeneren. Sin cooperación, "es una cuestión de tiempo antes de que uno o varios países recurran al proteccionismo".
En 1931, la decisión del Banco de Inglaterra de devaluar más de 20% la libra, entonces la moneda del comercio internacional, tuvo un efecto desastroso para la economía mundial.
Pero los cambistas de hoy no apuestan sobre ese asunto. "Nos parece que los mercados están en el punto de reclamar a Estados Unidos que actúe de acuerdo con sus palabras", dijo el lunes Neil Mellor, analista del Bank of New York Mellon, al aludir a los dichos de Tim Geithner sobre un dólar fuerte.