Traslado aqui un artculo publicado en febrero de 2.010 por ABC y por si sirve de algo:
El ministro de Industria, Miguel Sebastián, aseguraba en su día que la «marca» es una herramienta clave de competitividad en el entorno global que vivimos. Apuntaba en este sentido, que uno de los grandes objetivos «es contribuir a que el «Made in Spain» asuma aún más protagonismo para un país que es la novena potencia económica del mundo». Dicho y hecho. El último «hecho en España», y tambiíén el «deshecho», como consecuencia del comunicado que el pasado 3 de febrero el Gobierno envió a Bruselas para concretar su reforma de pensiones, y que en seis horas rectificó, ha dejado «marca» en nuestro país y, sobre todo, en los de nuestro entorno.
Se trata de una muestra más de las indecisiones de nuestro Ejecutivo a la hora de establecer las estrategias y reformas que requiere la desacreditada economía española. La falta de coordinación y decisión para acabar con el desempleo de más de cuatro millones de personas, de afrontar un crecimiento económico que en el último año ha caído de media un 4%, un díéficit que roza ya el 12% del PIB, una deuda que, a pesar de ser la más baja en la UE, se espera que alcance el medio billón de euros en 2010... pasa factura en la imagen de España en el exterior. ¿Consecuencia más inmediata? El alejamiento de los inversores extranjeros y el incremento del endeudamiento de nuestro país. Mientras España urge desesperadamente un plan de medidas solventes, la pasada semana algunas voces se alzaban para acusar a algunos mercados de conspirar contra el euro y EspañaFrente a la falta de previsión del Gobierno y de su rechazo a la hora de afirmar, allá por junio de 2008, -cuando los analistas veían claramente la situación económica- que estábamos en crisis «porque usar ese tíérmino podría perjudicar el prestigio de España y la llegada de inversores extranjeros», siguiendo palabras del propio presidente del Gobierno, el resto de economías ha tenido tiempo de percatarse del «vacío» de propuestas concretas para salvar nuestras cifras. Mientras España urge desesperadamente un plan de medidas solventes, la pasada semana algunas voces se alzaban para acusar a algunos mercados de conspirar contra el euro y España.
La gira del Gobierno español
El Ejecutivo, en un intento de atajar estos comentarios de raíz, ha enviado a miembros de su Gobierno a Londres y París. Esta misma semana la vicepresidenta económica, Elena Salgado, y su número dos, Josíé Manuel Campa, emprendían el «road show» en Londres para reunirse con un centenar de inversores y analistas, con el fin de convencerles de la solvencia financiera de España, así como con los responsables del «Financial Times» y poner freno a los ataques contra la economía española.
El siguiente paso París. Parece que la ronda no ha sido en balde y ha servido para bajar las armas, al menos por el momento. Los editoriales de los periódicos británicos se han suavizado al hablar de la situación española -a pesar de que «The Economist» continúa difundiendo que «Zapatero no está a la altura»-, y las agencias de calificación Moody´s y Fitch consideran que no es necesario bajar la nota actual de los títulos soberanos del Reino de España, que es la máxima, la triple A.
La importancia de convencer a los inversores
«Sólo si las medidas que se van a tomar van en la buena dirección sería muy positivo explicarlas a los inversores internacionales -explica Juan Pablo Calzada, autor de «La Encrucijada Económica de España: Propuestas para salir de la crisis»-. Cosa que, por cierto, es una ocupación normal de cualquier autoridad económica. Por reunir a los inversores no se consigue nada si lo que se les cuenta es poco interesante o poco creíble, y resulta un enorme riesgo si lo que se anuncia es falso».
El profesor del departamento de Control y Dirección Financiera de ESADE, Jordi Fabregat, añade que las contradicciones entre los miembros del Gobierno no son una buena señal para los inversores institucionales extranjeros, ni para la imagen de España en el exterior. «Tampoco se salva de la crítica -puntualiza- el principal partido de la oposición que dice saber lo que hay que hacer, pero sin especificar las medidas concretas. Ni tampoco los agentes sociales incapaces, despuíés de meses de deliberaciones, de consensuar un nuevo marco de relaciones laborales para combatir con íéxito el monstruoso problema del paro». «Tampoco se salva de la crítica -puntualiza un experto- el principal partido de la oposición que dice saber lo que hay que hacer, pero sin especificar las medidas concretas».Para algunos analistas económicos es un hecho indiscutible que Zapatero está perjudicando seriamente la imagen de España. «Se gobierna más pensando en las consecuencias electorales que en las necesidades de la economía y eso es algo que se perdona mal a un país altamente endeudado -asegura Fernando Fernández, presidente de Pividal Consultores y profesor IE Business School-. España ha dejado de ser un país creíble, confiable, y se ha metido en el saco de aquellos que prometen lo que haga falta porque saben que no lo van a cumplir. Con este Gobierno se ha tirado por la borda una reputación de seriedad, de previsibilidad, de compromiso con Europa, construida con tesón y trabajo de manera initerrumpida desde las negociaciones de adhesión».
Fernando Fernández considera que el Ejecutivo, al volver de Davos, ha puesto a España en el «ojo del huracán». «Ha centrado la atención de la comunidad internacional sobre todas nuestras miserias. Hubiera sido una actitud ejemplar, aunque tardía, si hubiera actuado en consecuencia y aprovechado para presentar el paquete de ajuste que todos sabemos necesita la economía española. Pero si ahora trata de salir del paso con una faena de aliño no va a funcionar. Los inversores internacionales dudan de la solvencia futura de España. Pueden estar equivocados, pero hay que convencerles con hechos, con políticas rigurosas de ajuste fiscal, laboral y financiero. Hacen falta decisones». «Se gobierna más pensando en las consecuencias electorales que en las necesidades de la economía y eso es algo que se perdona mal a un país altamente endeudado»Las actuaciones de Zapatero han provocado que gurús como el economista estadounidense Nouriel Roubini, que predijo la crisis financiera, calificara recientemente a la economía española como «una amenaza inminente para la Eurozona, un riesgo de desastre, y un peligro potencial para el euro mayor que Grecia». Poco despuíés, el Premio Nobel Paul Krugman añadía que «España está peor que Grecia. España es un país que hasta hace poco iba por el camino del superávit pero que, como país, ha colapsado».
Estas manifestaciones en contra de nuestra economía corrían como la pólvora deteriorando una vez más nuestra imagen. Pero las críticas no sólo vienen desde fuera. Flaco favor para la «marca España» hicieron las declaraciones del Comisario Europeo de Asuntos Económicos,Joaquín Almunia, al puntualizar que España comparte con Grecia problemas parecidos: «píérdida constante de competitividad, un díéficit público muy elevado y necesidades de financiación internacional altísimas».
Descenso bursátil
Tampoco hay que obviar, el reciente discurso del presidente español en Washington, en el que, citando la Biblia, abogaba por la defensa del salario del jornalero y del inmigrante, justo en vísperas de presentar sus propuestas para reformar el mercado laboral. Ese mismo día el indicador bursátil español, que iba cayendo algo más de un 2%, agudizó el descenso y llegó a perder más de un 6%.
Según Blas Calzada, ex presidente de la CNMV y coautor de «La Encrucijada Económica de España: Propuestas para salir de la crisis», estas jornadas fueron malas, pero no sólo para el mercado español. «Es verdad que España sufrió de manera más violenta estas caídas, pero en general seguimos creyendo que se trata de ajustar los precios bursátiles a las diferencias de tipos de interíés. En todo el mundo se espera un aumento de los tipos de interíés, y en nuestro caso el aumento será superior en paralelo con el aumento del riesgo de país. En todo caso, lo que sí parece evidente es que será un año muy volátil».
Según el profesor de Esic y consultor del Banco Mundial, Mario Weitz, los errores del gobierno se acumulan: «Ir a Davos con Grecia y los bálticos, presentar un ajuste a Bruselas y modificarlo inmediatamente, pensar en una conspiración de la prensa internacional, tratar de llevarse bien con los sindicatos, que no aceptan reformas..., no se puede hacer una tortilla sin romper huevos», asegura.
Todo este cúmulo de acontecimientos han servido aún más para dejar bajo mínimos el prestigio de nuestro país, lo que perjudica directamente a las cuentas de la economía, pese a que muchos se empeñen en asegurar que no es la política de Zapatero la que daña la «marca», sino que existe un complot contra el euro, y contra la economía española en particular. Para Rafael Pampillón, economista de IE Business School, no existen conspiraciones que valgan, lo que ocurre es que los mercados están «sobrerreaccionando de manera excesiva y con gran volatilidad a todo lo que suene a endeudamiento». Apunta que todos los países tiene gran cantidad de deuda.
Deuda
En concreto, el saldo vivo de la deuda española en circulación llegará a los 553.000 millones de euros, el 55% del PIB, mientras que se prevíé que la deuda del conjunto de las Administraciones Públicas sea del 65,9%. Así, la proporción de la deuda española sobre el PIB se mantendrá casi 20 puntos por debajo de la media europea, que es del 84% para 2010.
Pampillón explica que al crecer el díéficit y tener unas cifras de paro muy altas y no presentar sobre la mesa reformas estructurales firmes, los mercados comienzan a desconfiar de España y desvían sus inversiones hacia países con políticas económicas más efectivas y transparentes. «El Gobierno se ha dormido a la hora de reconocer que había una crisis y ahora una de las fórmulas para financiar el díéficit es endeudándose con el exterior, en un momento en el que todos los países están endeudados».
Blas Calzada no duda al afirmar que evidentemente va a aumentar el endeudamiento ya que las necesidades de financiación del Estado así lo demandan. «Pero lo verdaderamente importante es el endeudamiento total de nuestra economía, administraciones, empresas y familias. Y ahí sí que el aumento de la deuda pública de todas las administraciones está evitando que se rebaje el endeudamiento total de nuestra economía, que se mantiene estable desde el comienzo de la crisis». Actualmente tenemos menos deuda que Alemania y Francia, «pero los mercados nos castigan por el gran díéficit que soportamos, afirma Rafael Pampillon, economista de IE Business SchoolEl presidente del Gobierno se ha esforzado en afirmar el pasado miíércoles que «la deuda pública actual es inferior a la que había cuando gobernaba el PP», pero obvió -aunque no lo hizo Josíé Manuel Campa al exponer sus datos en Londres- que el PP consiguió reducir su deuda en relación al PIB en todos los años de su legislatura, que empezó en 1996 con un ratio de deuda/PIB que rondaba el 67%, y ocho años despuíés estaba en el 47%.
Bien es cierto que actualmente tenemos menos deuda que Alemania y Francia, «pero los mercados nos castigan por el gran díéficit que soportamos -apunta Pampillón-. Los mercados, no es que estíén confabulados, es que no son perfectos y han sobrerreaccionado porque no se fían de la delicada economía».
En la misma línea se manifiesta Carmelo Tajadura, economista y asesor financiero, quien asegura que la deuda española no corre peligro de impago, sobre todo si el Gobierno hace mínimamente los deberes. Añade que el riesgo que ofrece España es mucho menor que el de otros países que cotizan actualmente en niveles de CDS similares o parecidos, lo que indica lo absurdo de la situación a la que han llegado los precios en los mercados, por la actuación de los «bajistas».
Diferencial bono español y bono alemán
El diferencial del tipo español a 10 años con el alemán ha superado en días pasados la barrera de los 100 puntos, aunque a principios de semana retrocedió hacia los 88 puntos, despuíés del «road show». Antes del euro superó los 500 puntos básicos; en los primeros años de ZP llegó a cero; y, en esta crisis, hace meses, llegó a los 120 aunque hace poco estaba a 60/70.
«Por supuesto que los inversores eligen la deuda con mejor binomio rentabilidad/riesgo por lo que, a igualdad de rentabilidad, se prefiere la de otro país con menor exposición», asegura Carmelo Tajadura.
Como consecuencia, al existir más países interesados por una deuda más fiable, como es el caso de Alemania, puede permitirse bajar el tipo de interíés, mientras que España se verá en la obligación de subir los tipos, en un intento de resultar más rentable pagando más, porque los mercados necesitan tener una prima que les compense el riesgo-país adquirido, que es mayor que el alemán. Es decir, que en las próximas emisiones del Tesoro España tenderá a aumentar la rentabilidad para hacer más atractivos los títulos. Al existir más países interesados por una deuda más fiable, como es el caso de Alemania, puede permitirse bajar el tipo de interíés, mientras que España se verá en la obligación de subir los tiposUno de los mayores riesgos que corre nuestro país en la actualidad es que la deuda no se emite en nuestra moneda «porque no tenemos un Banco Central Español propio e independiente -como sí ocurre en el caso de Inglaterra, por ejemplo-, que acuda a nuestro rescate en caso de quiebra y emita billetes y monedas si fuera necesario. Aún en Europa no hay un antecedente de quiebra económica total de un país por lo que se desconoce el protocolo a seguir», apunta Pampillón.
Sin embargo, esta misma semana desde Bruselas han intentado todo tipo de acciones para que Grecia no acuda al FMI, mientras que desde Berlín se está coordinando un plan de acción europeo de la mano de Francia ante la necesidad imperiosa de estabilizar el euro.
Reformas estructurales
Hecho este apíéndice, la solución para que nuestro Gobierno afronte «el temporal» y la imagen de España vuelva a ganar puntos fuera de nuestras fronteras está, según Rafael Pampillón, en que el Gobierno aporte de una vez por todas eficaces reformas del mercado de trabajo, fije las modificaciones en los periodos de cotización, la edad de jubilación... para dar credibilidad a los mercados y ganar la confianza de los inversores extranjeros.
Soluciones
No muy lejos está la postura de Carmelo Tajadura quien asegura que lo que nuestro país tiene que hacer es optar por hacer lo que piden los mercados o exponerse a que el diferencial siga subiendo y cada vez nos cueste más caro obtener la financiación que necesitamos para seguir funcionando. «Los mercados nos piden que reduzcamos el díéficit público y que emprendamos las reformas estructurales necesarias para mejorar la tasa de crecimiento potencial de nuestra economía. Son actuaciones, en algunos casos, impopulares que conllevan costes a corto plazo para obtener grandes retornos a medio y largo».
Para ello, Tajadura señala que hay que mejorar el díéficit público bajando el gasto corriente, no la inversión pública ni subiendo los impuestos. «Tenemos como ejemplo a Irlanda que ha bajado el sueldo de los funcionarios públicos y ha mejorado su situación en los mercados», explica.
Añade que hay que aumentar la competitividad de nuestra economía y, como no podemos ya devaluar, hay que buscar aproximaciones como, por ejemplo, la rebaja de cotizaciones sociales para rebajar el coste de producir en España. Concluye, entre otras necesidades, con la urgencia de una reforma laboral, educativa, de las pensiones o un adecuado plan energíético. «Los mercados nos piden que reduzcamos el díéficit público y que emprendamos las reformas estructurales necesarias para mejorar la tasa de crecimiento potencial de nuestra economía»Según Rafael Pampillón los mercados analizan el conjunto de la deuda de un país, es decir la deuda familiar, que es muy alta en nuestro caso, y tambiíén la pública. Según las últimas cifras, al cierre del año pasado el endeudamiento conjunto de Administraciones públicas, empresas, sector bancario y hogares sumaba unos 3,9 billones de euros, lo que pupone casi cuatro veces el PIB (390% del PIB), lo que supone duplicar el existente en 2000. En concreto, el endeudamiento de los hogares se ha duplicado en los últimos nueve años, hasta alcanzar el 89% del Producto Interior Bruto.
Al crecer el díéficit y tener unas cifras de paro muy altas y no presentar sobre la mesa reformas estructurales firmes, los mercados comienzan a desconfiar de España y desvían sus inversiones hacia países con políticas económicas más efectivas y transparentes.