La crisis de la deuda soberana tiene un nuevo protagonista: el Banco Central Europeo (BCE). A medida que arrecian las tensiones sobre España -y ayer la prima de riesgo rompió la barrera psicológica de los 300 puntos básicos- crecen las presiones para que el BCE imite a la Reserva Federal o el Banco de Japón y apruebe un ambicioso programa de deuda soberana. Desde luego de mayor calado que el instrumentado hasta ahora, y que se ha limitado en toda Europa, según fuentes del mercado, a unos 67.000 millones de euros. Apenas el 12% de la deuda pública de España.
Ayer fueron Felipe González y el portavoz socialista en el Congreso, Josíé Antonio Alonso, quienes instaron a Jean-Claude Trichet a comprar deuda soberana española, pero tambiíén expertos como David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), para quien el BCE está obligado “hacer más†para calmar a unos mercados que por propia definición funcionan de forma “histíéricaâ€.
Este planteamiento, sin embargo, choca contra la realidad de quien realmente manda en el BCE: Alemania, que desde hace semanas viene repitiendo -a travíés de Axel Weber, probablemente el próximo presidente del BCE- que la UE ya cuenta con instrumentos suficientes para intervenir en los mercados, en particular el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Por lo tanto, entiende Alemania, toca a su fin el programa de compra de bonos.
La fecha clave para conocer cuál será la estrategia del BCE será mañana, jueves. Pero según el director de tesorería de una importante entidad financiera, no parece que se vaya a adoptar una solución en esa dirección. En su opinión, es más probable que el BCE vuelva a garantizar la liquidez de las entidades financieras a plazos más largos. En concreto a seis meses y un año. Eso significa volver a la situación anterior. El BCE ya contaba con esos plazos hasta mayo, pero los eliminó en el marco de la retirada gradual de las medidas de estímulo monetario.
Ahora puede tocar desandar lo andado a la vista de la que está cayendo en los mercados de deuda, donde las tensiones -todavía suaves- empiezan a aflorar en países a priori protegidos de la tempestad, como Francia, donde el diferencial con el bund alemán se ha ido a casi 60 puntos básicos. De forma ilustrativa, un reciente informe del Royal Bank of Scotland habla de que el BCE está abocado a hacer una política monetaria “giratoriaâ€, ya que tendrá que volver a los tiempos más duros de la crisis, prestando dinero a plazos más largos.
El daño está hecho
Para David Cano, de AFI, la ventaja del programa de compra de bonos es que de esta manera se cerrarían prácticamente las operaciones a corto, que son las que están desangrando la posición de la deuda soberana de España y de otros países perifíéricos. Su conclusión, en cualquier caso, es que el daño ya está hecho: la crisis de la deuda afectará al crecimiento económico vía expectativas o incluso a travíés de las píérdidas que sufrirán en 2010 los fondos de pensiones y de inversión, en coherencia con la debacle bursátil.
A estas alturas de la crisis de la deuda, algunos analistas consultados por El Confidencial insisten en que la aceleración de las reformas económicas que exige el mercado -en particular las pensiones- es una condición necesaria, pero no suficiente, toda vez que el “arroz se le ha pasado al Gobiernoâ€, como indica de manera gráfica Santos M. Ruesga, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid. Los mercados, asegura, son insaciables cuando apuntan a un país.
Ahora bien, sostiene el director de tesorería de un gran banco, las reformas estructurales hay que ponerlas en marcha en todo caso, aunque no calmen a los mercados de manera inmediata. “No basta con anunciarlasâ€, asegura, “sino que además hay que concretarlasâ€. Y en el caso de las pensiones esa concreción puede llegar hoy mismo, en la comparecencia que tenga el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, en la Comisión del Pacto de Toledo.
Los mercados, en cualquier caso, siguen cerrados para las entidades financieras, y aunque su apelación al BCE se ha reducido, lo cierto es que las grandes entidades se financian a travíés de la cámara de compensación de Londres, donde los repos de deuda (operaciones con pacto de recompra) se realizan sin que el riesgo lo asuma el banco que financia la operación. Algo que está desatascando la liquidez del sistema financiero. Aún así, lo cierto es que la apelación de España al BCE se sitúa todavía en el 17%, el doble de su peso en la autoridad monetaria.