La banca está endureciendo cada vez más los críéditos. El estallido de la crisis de deuda ha obligado a las entidades a poner cada vez más exigencias, limitar el número de operaciones e incrementar el importe de las comisiones que cobra por la concesión de un príéstamo, ya sea hipotecario, de consumo o empresarial.
Según los datos del Banco de España, en noviembre la subida de estas tarifas llegó hasta el 19 por ciento. En concreto, este encarecimiento correspondió a la apertura de un críédito no hipotecario. Los clientes que lograron abrir este tipo de financiación -como por ejemplo, una de consumo- tuvieron que desembolsar de media 134,39 euros, un 3,02 por ciento sobre el importe.
Las entidades tambiíén encarecieron el estudio de estos príéstamos, un 3,1 por ciento, hasta 90,51 euros. Lo que sí han mantenido invariable ha sido la tarifa por cancelación.
Los príéstamos para la adquisición de la vivienda, que este otoño están siendo más demandados por el final de la desgravación fiscal, tambiíén han experimentado un sobrecoste. La banca ha aplicado un aumento de los precios de en torno al 5 por ciento. Así, su estudio se eleva un 5,2 por ciento, hasta 110,55 euros; su apertura, el 4,9 por ciento, a más de 617 euros; mientras que su cancelación, el 5,1 por ciento.
Las entidades han encarecido estas comisiones, pero han mantenido el resto por servicios financieros, como el mantenimiento de una cuenta, una tarjeta o sacar dinero en un cajero automático.
La subida de noviembre para la concesión de críéditos varía sustancialmente el aumento que experimentan las tarifas en el último año. Desde noviembre del ejercicio pasado, el precio de la apertura de un príéstamo no hipotecario ha avanzado un 22,6 por ciento o el estudio de la financiación de la compra de un piso, un 8,1 por ciento.
En doce meses las comisiones por tarjetas sufren un encarecimiento sustancial si se compara con la inflación. Sacar dinero en un cajero con una tarjeta de críédito en una red distinta (de Servired a 4B o Euro6000 o viceversa) cuesta un 11,4 por ciento más. En la misma red, los clientes tienen que pagar un 11,3 por ciento más, mientras que en un cajero de la misma entidad, un 10,4 por ciento más. Con una tarjeta de díébito, el coste ha subido menos, pero llega a un 9,7 por ciento si se trata de un cajero de otra red.
El mantenimiento anual de las tarjetas, por su parte, se ha encarecido un 3,9 por ciento, mientras que tener una cuenta corriente o de ahorro, un 4 por ciento.
