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Autor Tema: Los precios de los productos agrí­colas en máximos históricos  (Leído 339 veces)

Corealso

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Los precios de los productos agrí­colas en máximos históricos
« en: Diciembre 06, 2010, 09:27:31 pm »
Uno tiene la impresión de estar viviendo en un momento en el que se están produciendo grandes distorsiones que rompen los esquemas habituales. Uno de ellos es que en tiempos de recesión económica el precio de las materias primas tienden a caer. Algo va contra la lógica cuando hoy en dí­a el precio de muchas materias primas, a pesar de estar en plena recesión en los paí­ses que más tiran del consumo, siguen marcando dí­a tras dí­a máximos históricos.
Es cierto que en el precio de los productos agrí­colas influye probablemente mucho más otros factores que el estado de la economí­a. La meteorologí­a es uno de ellos y muy probablemente la sequí­a que sufre China este año sea el principal causante de la inflación que están teniendo los alimentos en el paí­s más poblado del planeta. Por ejemplo el precio de 18 vegetales básicos en China se ha incrementado en un 62,4% en sólo un año. La depreciación del dólar seguro que tambiíén influye, pero probablemente tenga una importante influencia el factor especulativo y la liquidez en el sistema monetario. Es decir cada vez son más un activo financiero más.
En plena euforia del boom, se empezó a cuestionar la necesidad de intentar alejar los factores especulativos de los productos agrí­colas. Hoy, cuando estamos enfrentando otros problemas, este tema ha quedado bastante olvidado, sin embargo con los precios de muchos alimentos en máximos históricos, el daño que se puede causar en muchos paí­ses pobres puede ser mucho más grave que una recesión económica.
CRISIS ALIMENTARIA MUNDIAL
La carestí­a de productos agrí­colas básicos para la alimentación (trigo, maí­z, arroz, sorgo y mijo) y el incremento bestial de dichos productos en los mercados mundiales que tuvo su punta de iceberg en el 2007, irá presumiblemente “in crescendo” a lo largo de la próxima díécada hasta alcanzar su cenit en el horizonte del 2018. Para llegar a dicha crisis, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse con toda su crudeza al final del decenio) han contribuido los siguientes elementos:
Desarrollo económico suicida de los paí­ses del Tercer Mundo con crecimientos desmesurados de macrourbes y megacomplejos turí­sticos y la consiguiente reducción de superficie dedicada al cultivo agrí­cola.
Cambio de patrones de consumo de los paí­ses emergentes debido al aumento espectacular de la clases medias y su poder adquisitivo y la debilidad del dólar y el hundimiento de los precios del crudo con el consiguiente desví­o de inversiones especulativas a mercados de materias primas. A ello se unirá el incremento del uso por los paí­ses del primer mundo de tecnologí­as depredadoras (biocombustibles) que bajo la etiqueta BIO de paí­ses respetuosos con el Medio Ambiente no dudarán en fagocitar ingentes cantidades de maí­z destinadas en un principio a la alimentación para la producción de biodiesel, aunado con inusuales sequí­as e inundaciones en los principales graneros mundiales.
Por otra parte, el hundimiento del precio del crudo durante el quinquenio 2008-2013 (a pesar de los sucesivos recortes de producción por parte de la OPEP) debido a la severa contracción de la demanda mundial y a la huida de los brokers especulativos, imposibilitará a los paí­ses productores conseguir precios competitivos (rondando los 70$) que permitirí­an la necesaria inversión en infraestructuras energíéticas y búsqueda de nuevas explotaciones, por lo que no serí­a descartable un posible Estrangulamiento de la producción mundial del crudo en el horizonte del 2018.
Ello originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y el incremento espectacular del precio del crudo que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrí­colas, lo que aunado con la aplicación de restricciones a la exportación de los principales productores mundiales para asegurar su autoabastecimiento terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosfíéricos y la consecuente crisis alimentaria mundial. La hambruna afectarí­a especialmente a las Antillas, Míéxico, Amíérica Central, Colombia, Venezuela, Egipto, India, China, Bangladesh y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia con el ífrica Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada en la inanición de los 1000 millones actuales a los 2000 millones estimados por los analistas.