Francia y Alemania no quieren ni oír hablar de eurodeuda, ni de emitir eurobonos, ni de ampliar el eurorescate. ¿Por quíé?. Lo automático: porque son unos insolidarios que se han estado beneficiando del resto de la UE y ahora, cuando llegan los problemas, miran para otro lado. ¿Es la única explicación posible?, pienso que no.
Cuando las cosas van bien, o cuando se piensa que van bien porque es conveniente creer que van bien y que las ciudadanías estíén convencidas de que van bien, todo son sonrisas, fotos de grupo en las que todos se dan la mano y se dicen cosas agradables mientras se proclama a los cuatro vientos que el mañana es esplendoroso; entonces todo son buenas intenciones y juramentos de amor eterno: negocio obliga: los instrumentos de generación de PIB, independientemente de su solidez, deben estar perfectamente lubricados, y el poder de lubricación de los parabienes es muy elevado. Pero cuando las cosas van mal …
Pienso que las negativas de Alemania y Francia se deben, fundamentalmente, a tres motivos. Por un lado las cosas en las casas de ambos no están bien, y quienes tienen que saberlo lo saben: las entidades financieras alemanas tienen un panorama deudístico tremebundo y el 50% de ese maravilloso crecimiento alemán se sustenta en que otros le compren, no es casualidad que el Gobierno alemán estíé trabajando en un recorte de 80 mM en sus presupuestos; Francia, ya saben: está en el cuarto grupo de países problemáticos o en vías de estarlo: la procesión va por dentro.
Por otro, pienso que la situación ha llegado a un punto en el que ya da igual lo que se haga: por muchos eurobonos que se emitan, por mucho que aumente el fondo de rescate, las malas situaciones en las que se hallan todas las economías ya son invariables: en tíérminos míédicos: la infección ha llegado a un punto en el que por muchos antibióticos que se administren ya nada se puede hacer. En consecuencia el mensaje es claro: dejemos de gastar recursos en algo que ya no tiene solución y apliquemos los recursos que aún quedan en nuestras propias casas.
Por otro más, aquel mensaje de ‘todos unidos’ ya no es posible (si es que alguna vez lo fue). Durante un tiempo se abonó la idea de que el planeta podía avanzar en su conjunto si unos, los más ricos, contribuían al avance de los más pobres, pura entelequia y puro negocio, pero bueno: estaba bien decirlo y estaba aún mejor creerlo, y la idea vendía. En el caso de Europa fue igual, y Alemania, porque le convenía, fue uno de los que más dio. Ahora se ha impuesto la realidad: un papagayo se parece más a una bellota de lo que se parecen entre sí las economías griega y holandesa y, además, ya no hace falta seguir diciendo que sí se parecen porque decirlo y actuar en consecuencia supone malgastar unos recursos que son escasos. Aún nadie ha resucitado una idea que cuando salió a principios de los 2000 fue anatemizada porque aún no tocaba: la Europa de geometría variable, pero ya sí toca y, en consecuencia, cada cual ha de aguantar la vela que ha de aguantar, máxime si los mástiles tienen más carcoma de la que se pensaba.
En apariencia, al margen, se dicen cosas que, en apariencia, no tienen nada que ver con otras cosas que otros dicen. M. Trichet estuvo el pasado Viernes en Madrid y dijo que en el reino tenía que avanzarse en la reforma laboral y en la reforma de las pensiones a fin de que el país ganase credibilidad. Pregunta: ¿quíé tiene que ver la reforma del mercado de trabajo y la de las pensiones con la credibilidad que el Reino de España tenga en los mercados si está superadmitido que uno de los efectos de esas reformas va a ser enlentecer el crecimiento económico?, pues mucho.
Los mercados temen que España no pueda pagar lo que debe pagar cuando deba pagarlo y/o que, si verdaderamente no puede, no cuente con las normas y leyes pertinentes para realizar los recortes que sean necesarios en las partidas de gasto convenientes y en los compromisos de gasto convenientes a fin de establecer las vías para que pague lo que deba; y aunque los ingresos públicos se resientan debido a lógica reducción de la recaudación fiscal que se producirá, con la normativa idónea ya será liberada la parte necesaria de estos ingresos a fin de atender los compromisos contraídos; ahí reside el tema de la credibilidad.
Y el mismo Viernes, Mr. Van Rompuy afirmando que “España anunció medidas importantes y muy concretas (…) vitales para estabilizar la situación†(El País 11.12.2010, Pág. 25). Vaya, el Presidente del Consejo Europeo (¿tendrá claro la población europea para quíé sirve este organismo?) tendría que haber explicado de quíé forma ‘estabiliza la situación’ la privatización del 50% del aeropuerto de Barcelona y la eliminación del subsidio de 426 euros.
En el acto en el que Mr. Van Rompuy dijo lo anterior quedó diáfanamente claro que el espíritu de los planes E se ha ido con el viento: ahora es tiempo de reformas y de recortes: ese ha sido el crash del 2010: no hay arreglo posible, fracasó lo que se creía, lo único conseguido ha sido un cambio de cromos. Amíén.
(Cuidado: se dice que Alemania ha ganado competitividad a base, entre otras cosas, de contener costes laborales, y se argumenta y se compara: tomando como índice 100 el año 2000 entre dicho año y el 2009 los costes laborales en Alemania han aumentado cinco puntos, mientras, en España crecieron treinta. (De un gráfico publicado en El País Negocios el 12.12.2010, en su Pág. 6). Pero, ¿de quíé niveles se partía en Alemania y en España?, y más aún, tras nueve años, ¿cuáles son los estándares de vida de la/del ciudadana/o media/o en Alemania y en España?).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.