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Autor Tema: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE  (Leído 3341 veces)

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EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« en: Mayo 08, 2008, 08:55:54 pm »

Somos los únicos seres sobre la Tierra capaces de modificar nuestra biologí­a merced a lo que pensamos y sentimos. Somos los únicos que poseen un sistema nervioso consciente del fenómeno del envejecimiento.

Y porque somos conscientes de íél, podemos cambiarlo.

La nueva realidad inaugurada por la fí­sica cuántica posibilitó por vez primera manipular la inteligencia invisible que subyace en el mundo visible. Nos enseñó que el cuerpo fí­sico, como todos los objetos

materiales, es una ilusión, y que tratar de maniobrarlo es como tratar de agarrar una sombra sin sustancia. El mundo real es el invisible, y si estamos dispuestos a explorar las capas invisibles de nuestro cuerpo podremos habilitar el inmenso poder rejuvenecedor que mana de esa fuente.



Quisiera invitarlos a que me acompañen en un viaje de descubrimiento. Exploraremos un territorio donde no son válidas las reglas que gobiernan la vida cotidiana.

Estas reglas declaran expresamente que envejecer, debilitarse y morir es el destino de todos, y que así­ ha sido por los siglos de los siglos. Pero quiero que dejen por un rato en suspenso sus premisas acerca de lo que llamamos realidad, para aventurarnos como pioneros en un paí­s en que el vigor juvenil, la renovación, la creatividad, la alegrí­a y la intemporalidad son la experiencia diaria común y corriente, y en cambio la vejez, la senilidad, las dolencias y la muerte no sólo no existen, sino que ni siquiera son una posibilidad concebible.

Si hay un territorio como íéste, ¿quíé nos frena para correr a poblarlo? Ni una gran masa continental desconocida ni peligrosos mares inexplorados. Lo que nos detiene es nuestro condicionamiento, nuestra

actual cosmovisión colectiva, la que nos inculcaron nuestros padres y maestros y la sociedad en general. A esta manera de ver las cosas -el viejo paradigma- se la ha llamado con razón "la hipnosis del condicionamiento social", una ficción que nos ha sido impuesta y en la que hemos aceptado de buen grado participar.

Si nuestro cuerpo envejece sin que podamos controlar este proceso, es porque fue programado para vivir de acuerdo con las normas de ese condicionamiento colectivo. En caso de que dicho proceso tenga en sí­

mismo algo natural es inevitable, no podremos saberlo hasta que no rompamos las cadenas de nuestras antiguas creencias. Si, por otro lado, queremos generar un cuerpo juvenil y una mente atemporal, como yo les propongo, debemos descartar antes diez hipótesis acerca de lo que somos y de la verdadera naturaleza del cuerpo y de la mente, hipótesis que conforman el sólido lecho rocoso sobre el cual se asienta nuestra cosmovisión actual. Son las siguientes:



1) Existe un mundo objetivo independiente del observador, y nuestros cuerpos no son sino un aspecto de dicho mundo objetivo.

2) El cuerpo se compone de agrupamientos de materia separados en el espacio y en el tiempo.

3) La mente y el cuerpo están separados entre sí­ y son independientes.

4) La materia es lo primordial, la conciencia es secundaria. Expresado de otro modo, los seres humanos son máquinas que han aprendido a pensar.

5) La conciencia humana es perfectamente explicable como un producto de la bioquí­mica corporal.

6) Cada individuo es una entidad autónoma, desconectada de los demás individuos.

7) Nuestra percepción del mundo es automática y nos brinda un cuadro preciso de la realidad.

 Nuestra autíéntica naturaleza queda totalmente definida por el cuerpo, el yo y la personalidad de cada cual. Somos jirones de recuerdos y deseos encerrados en envolturas de carne y hueso.

9) El tiempo constituye una entidad absoluta de la que somos cautivos y a cuyos estragos nadie puede escapar.

10) El sufrimiento forma parte de la realidad, y es inevitable que seamos ví­ctimas de la enfermedad, el envejecimiento y la muerte.



Estas hipótesis no sólo atañen al envejecimiento, sino que determinan un mundo en el que rigen la separatividad, la decadencia y la muerte; mundo en el que el tiempo es una prisión de la que nadie puede huir, y nuestros cuerpos, mecanismos bioquí­micos que, como todos los mecanismos, padecen desgastes irreversibles. Esta postura, que es la base de la ciencia materialista, pasa por alto muchos aspectos de la naturaleza humana.



Somos los únicos seres sobre la Tierra capaces de modificar nuestra biologí­a merced a lo que pensamos y sentimos. Somos los únicos que poseemos un sistema nervioso consciente del fenómeno del envejecimiento. Y porque somos conscientes de íél, podemos cambiarlo.

Serí­a imposible identificar un solo pensamiento o sentimiento, una sola creencia o premisa, que no tenga algún efecto, ya sea directo o indirecto, sobre el envejecimiento. Nuestras cíélulas están espiando

permanentemente lo que pasa en nuestros pensamientos y son modificadas por estos. Un ataque depresivo puede provocar una devastación en el sistema inmunitario, en tanto que el solo hecho de enamorarnos puede elevar súbitamente su accionar. La desesperanza y el desconsuelo aumentan el riesgo de sufrir cáncer y ataques cardí­acos, y por ende acortan la vida; la alegrí­a y la satisfacción nos mantienen sanos y la

alargan. Todo esto significa que no es fácil trazar con certeza la lí­nea demarcatoria entre la biologí­a y la psicologí­a. El recuerdo de una tensión angustiante del pasado, que no es más que un jirón de pensamiento, libera el mismo caudal de hormonas destructivas que la tensión en sí­, si se la padece en el presente.

Como la mente actúa sobre cada una de las cíélulas del cuerpo, el envejecimiento humano es fluido y maleable; puede acelerarse, lentificarse, detenerse por un tiempo y hasta revertirse. Cientos de investigaciones de las tres últimas díécadas han corroborado que el envejecimiento depende del individuo mucho más de lo que se suponí­a en el pasado.



Pero el avance más radical no deriva de hallazgos cientí­ficos aislados, sino de toda una cosmovisión diferente. Las diez hipótesis del viejo paradigma no describen con justeza nuestra realidad; son inventos de la mente humana que hemos convertido en reglas.

Para combatir el envejecimiento en su núcleo, ante todo es preciso impugnar esta concepción, porque nada tiene más poder sobre el cuerpo que las creencias.

Cada una de las premisas del viejo paradigma puede reemplazarse por una versión más compleja y ampliada de la verdad, dando lugar así­ a diez nuevas premisas.

Tambiíén estas son ideas creadas por nuestra mente, pero que nos proporcionan mucho mayor libertad y poder, permitiíéndonos reelaborar el programa de envejecimiento que en la actualidad dirige a nuestras

cíélulas.

Esas diez nuevas premisas son:



1) El mundo fí­sico, incluidos nuestros cuerpos, es una reacción del observador. Creamos nuestro cuerpo como creamos las experiencias que tenemos del mundo.

2) En su esencia, nuestro cuerpo se compone de energí­a y de información, no de materia sólida. Esa energí­a y esa información son una manifestación o afloramiento de infinitos campos de energí­a e información que abarcan todo el universo.

3) La mente y el cuerpo son inseparables. La unidad que soy "yo" se divide en dos corrientes de experiencia: a la corriente subjetiva la experimento como pensamientos, sentimientos y deseos, y a la objetiva, como mi cuerpo. Sin embargo, en un nivel más profundo las dos corrientes se encuentran en un mismo manantial creativo, y es a partir de esa fuente que tenemos que vivir.

4) La bioquí­mica corporal es un producto de la conciencia. Las creencias, ideas y emociones generan reacciones quí­micas que sustentan la vida de cada cíélula. Una cíélula que ha envejecido es el producto

terminal de una conciencia que ha olvidado lo que tiene que hacer para renovarse.

5) La percepción parece automática, pero en rigor es un fenómeno aprendido. El mundo en que vivimos, incluida la experiencia de nuestro propio cuerpo, está completamente determinado por la forma en que hemos aprendido a percibirlo. Si modificamos esa percepción, modificamos la experiencia de nuestro cuerpo y del mundo.

6) Impulsos inteligentes crean nuevas formas en nuestro cuerpo a cada segundo. Somos la suma total de esos impulsos, y podemos cambiar si cambiamos su configuración.

7) Aunque cada persona parece separada e independiente de las demás, todos estamos conectados por las configuraciones de inteligencia que gobiernan el cosmos í­ntegro. Nuestros cuerpos son parte de un cuerpo

universal, nuestras mentes un aspecto de una mente universal.

 El tiempo no existe como entidad absoluta, sólo la eternidad El tiempo es eternidad cuantificada, atemporalidad fragmentada por nosotros mismos en segundos, horas, dí­as, años. Lo que denominamos la

secuencia temporal es un reflejo de nuestro modo de percibir el cambio. Si pudiíéramos percibir lo que no cambia, dejarí­a de existir el tiempo tal como lo conocemos. Si podemos aprender a metabolizar el

no-cambio, la eternidad, lo absoluto, estaremos en condiciones de crear la fisiologí­a de la inmortalidad.

9. Cada uno de nosotros habita una realidad que está más allá de todo cambio. Muy en lo profundo, desconocido por los cinco sentidos, hay un núcleo í­ntimo del ser, un campo de no-cambio que es el creador del cuerpo, el yo y la personalidad. Eso es lo que realmente somos.

10. No somos ví­ctimas impotentes del envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Todo ello forma parte del decorado, inmune a cualquier tipo de cambio. El ser que contempla el decorado es el espí­ritu, expresión

del ser eterno.



Estas premisas son de muy vastos alcances y configuran una nueva realidad; no obstante, todas ellas se fundan en descubrimientos de la fí­sica cuántica realizados hace casi un siglo. Las semillas del nuevo paradigma fueron plantadas por Einstein, Bohr, Heisenberg y otros pioneros, que se percataron de que la manera aceptada de concebir el mundo fí­sico era falsa. Aunque las cosas "externas" parecen reales, no hay nada, aparte del observador, que pruebe su realidad. No hay dos personas que compartan exactamente el mismo universo. Cada visión del mundo crea su propio mundo.

¿Cuándo aceptamos algo como "real"? Cuando podemos verlo y tocarlo. Estamos prejuiciados en favor de las cosas reconfortantemente tridimensionales, de las que nos anotician nuestros cinco sentidos. Todos ellos comunican un idíéntico mensaje: las cosas son lo que parecen. De acuerdo con esta "realidad", la Tierra es plana, el suelo a nuestros pies está fijo, el Sol se alza en el este y se pone en el oeste. Si no cuestionáramos nuestros sentidos, esos serí­an hechos inmutables.

Einstein y sus colegas no ignoraban que el tiempo y el espacio son el producto de nuestros sentidos, que vemos y tocamos objetos que ocupan tres dimensiones y experimentamos los sucesos como si acontecieran en una secuencia cronológica; pero supieron desenmascarar esta apariencia. Reorganizaron el tiempo y el espacio en una nueva geometrí­a sin principio ni final, sin aristas, sin solidez. Cada partí­cula sólida del universo resultó ser un espectral manojo de energí­a vibrando en un inmenso vací­o.

Fue así­ que el viejo modelo espaciotemporal fue reemplazado por el flujo atemporal, un campo en constante transformación. Este campo cuántico no es algo separado de nosotros, sino que nos constituye.
 
La naturaleza crea las estrellas y galaxias, los quarks y los leptones; así­ tambiíén nosotros nos creamos a nosotros mismos. La gran ventaja de esta nueva cosmovisión es que es enormemente creativa: el cuerpo

humano, al igual que todo lo demás en el cosmos, se renueva continuamente a cada segundo. Nuestros sentidos nos informan que habitamos un cuerpo sólido en el tiempo y el espacio, pero esa es sólo la capa más superficial de la realidad. Nuestro cuerpo es mucho más milagroso, fluye movido por el poder que le dan millones de años de inteligencia aplicada a supervisar el cambio permanente que tiene lugar en nuestro interior. Cada cíélula es una terminal en miniatura conectada a la computadora cósmica.






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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #1 en: Mayo 08, 2008, 08:57:12 pm »
El envejecimiento es la máscara que encubre la píérdida de inteligencia. La fí­sica cuántica nos revela que esta danza cósmica no tiene fin, que el campo universal de la energí­a y la información no deja nunca de transformarse. Nuestros cuerpos obedecen a ese mismo impulso creador. Se estima que en cada segundo se produce en cada cíélula seis billones de reacciones; si alguna vez se interrumpiera esta corriente de transformación, nuestras cíélulas caerí­an en el desorden, que es sinónimo de envejecimiento. El pan viejo pierde su gusto y se endurece porque es presa de la humedad, los hongos, la oxidación y diversos procesos quí­micos destructivos. Un acantilado de roca caliza se desmenuza con el correr del tiempo porque lo baten los vientos y las lluvias y no tiene poder para reconstruirse. Tambiíén nuestros cuerpos sufren el proceso de oxidación, son atacados por hongos y por diversos gíérmenes, están expuestos al viento y a la lluvia; pero a diferencia del pan o de la roca caliza, somos capaces de renovarnos. Nuestros huesos no almacenan el calcio como lo hace la caliza: lo hacen circular. Nuevos átomos de calcio ingresan de continuo a nuestros huesos y los abandonan para incorporarse a la sangre, a la piel, a otras cíélulas, según el cuerpo lo demande.

Para permanecer con vida, el cuerpo humano debe vivir al borde del cambio. En este instante tú exhalas átomos de hidrógeno, oxí­geno, carbono y nitrógeno que hace apenas unos momentos estaban enclaustrados en la materia sólida; tu estómago, hí­gado, corazón, pulmones, cerebro, se esfuman en el aire leve y son sustituidos de la misma manera veloz e interminable en que son disgregados. La piel cambia en un mes, los tejidos del estómago cada cinco dí­as, los del hí­gado cada seis semanas, y el esqueleto cada tres meses.



Ante el ojo inocente, todos estos órganos presentan el mismo aspecto de un momento al otro, pero se hallan en flujo permanente. Dentro de un año el 98% de los átomos de tu cuerpo habrán sido intercambiados con otros nuevos.

Una enorme proporción de este cambio interminable nos beneficia. De millones de enzimas que reaccionan con un aminoácido, sólo una lo hará en forma algo menos que perfecta; en una cadena de ADN que codifica miles de millones de elementos de información geníética, habrá uno a lo sumo que no se autorreparará correctamente si sufre algún daño. Estos raros errores son imperceptibles, y se dirí­a que no cuentan. Pero las invisibles grietas de la perfección del cuerpo cuentan. La precisión de nuestras cíélulas va desmejorando de a poco. Lo siempre nuevo empieza a ser un poco menos nuevo. Y envejecemos.

A partir de los 30 años, al ritmo de un caracol (un 1% anual en promedio), el cuerpo comienza a desequilibrarse. Aparecen las primeras arrugas, la piel pierde su tono y su frescura, los músculos se aflojan, la visión y la audición declinan, los huesos se tornan más endebles y quebradizos. El dinamismo y la resistencia inician una leve pendiente descendente y se vuelve más pesado realizar el mismo trabajo fí­sico que antes. Aumenta la presión arterial y muchas sustancias bioquí­micas se apartan de sus niveles óptimos; la más molesta es el colesterol, que con los años crece en proporción, marcando el insidioso avance de las enfermedades del corazón, las más mortí­feras.

En otros frentes se descontrolan las mutaciones celulares y aparecen tumores malignos en un individuo de cada tres, principalmente despuíés de los 65 años.

Con el tiempo, estos "cambios producidos por la edad", como dicen los gerontólogos, ejercen gran influencia. Son miles de pequeñí­simas olas que generan la marea menguante de la vejez. Pero en un momento cualquiera, el envejecimiento sólo da cuenta del 1% del cambio total del cuerpo. En otras palabras, el 99% de la energí­a y la inteligencia de que estamos compuestos queda intacto. Considerado el cuerpo como un proceso, si se eliminase ese 1% disfuncional, se suprimirí­a la vejez. Pero... ¿cómo dar con íél? Para responder a esta pregunta, debemos encontrar el interruptor que pone en funcionamiento la inteligencia interna del cuerpo.



La nueva realidad inaugurada por la fí­sica cuántica posibilitó por vez primera manipular la inteligencia invisible que subyace en el mundo visible. Einstein nos enseñó que el cuerpo fí­sico, como todos los objetos materiales, es una ilusión, y que tratar de maniobrar con íél es como tratar de agarrar una sombra sin sustancia. El mundo real es el invisible, y si estamos dispuestos a explorar las capas invisibles de nuestro cuerpo podremos habilitar el inmenso poder creador que mana de esa fuente.

El mundo que aceptamos como real parece poseer cualidades bien definidas. Hay cosas grandes y pequeñas; algunas son duras, otras son blandas. Sin embargo, ninguno de estos atributos significan nada

fuera de nuestra percepción. Tomemos un objeto cualquiera, como una silla. Tal vez para nosotros no sea un objeto de gran tamaño (podemos levantarla fácilmente, ocupa un lugar reducido en la habitación, etc.), pero para una hormiga es inmenso. Para nosotros es un objeto sólido y duro: un neutrino lo atravesarí­a en un santiamíén sin detener su marcha en absoluto, porque para una partí­cula subatómica la distancia entre los átomos equivale a kilómetros de los nuestros. La silla nos parece estática y estable; si la observáramos desde el espacio exterior, verí­amos que gira y avanza, junto con nosotros y todo lo demás que hay en la Tierra, a miles de kilómetros por hora.

Cualquier aspecto que describiíéramos de la silla se alterarí­a por entero si tan sólo modificamos nuestra percepción. Si es roja, podemos hacerla parecer negra poniíéndonos anteojos oscuros; si pesa dos kilos,

podemos hacerla pesar menos de uno situándola en la Luna, o cientos de miles si la ponemos en el campo gravitatorio de una estrella de gran masa.

Dado que no existen cualidades absolutas en el mundo material, es equivocado afirmar que hay un mundo independiente "externo": el mundo es un reflejo del aparato sensorial que lo registra. El sistema nervioso humano sólo asimila una porción minúscula (menos de una parte en mil millones) de la energí­a vibratoria total del ambiente que lo rodea. Otros sistemas nerviosos, como el de un murciíélago o el de una serpiente, reflejan un mundo distinto, que coexiste con el nuestro. El murciíélago percibe el mundo ultrasónico, la serpiente el mundo de los rayos infrarrojos; ambos le están vedados a la percepción de los humanos.

Lo único que hay "allí­ afuera" son datos informes que esperan ser interpretados. Tomamos la "fluida sopa cuántica", como dicen los fí­sicos, y con nuestros sentidos lo congelamos y hacemos de ella un mundo tridimensional. Ninguno de los "datos objetivos" en que se funda normalmente nuestra realidad es válido en lo fundamental.

Por perturbador que esto suene, es increí­blemente liberador darse cuenta de que podemos cambiar el mundo (incluido el cuerpo) simplemente cambiando nuestra percepción. El modo en que nos percibimos provoca enormes cambios en nuestro cuerpo. Para dar un ejemplo: la jubilación obligatoria de un individuo a los 65 años establece una fecha arbitraria en la que caduca su utilidad social. El dí­a anterior al 65º cumpleaños, es mano de obra valiosa y aprovechada; el dí­a despuíés se convierte en un parásito. Clí­nicamente, las consecuencias de este cambio perceptual pueden ser catastróficas. En los primeros años posteriores a la jubilación crecen muchí­simo los í­ndices de cáncer y de cardiopatí­as, y una muerte prematura se lleva consigo a hombres que, antes de jubilarse, estaban sanos. A este sí­ndrome se lo llama "muerte por jubilación prematura"; se vincula con la percepción de que los dí­as útiles de uno tocan a su fin. En las sociedades en que la vejez es aceptada como parte importante del tejido social, los ancianos se mantienen muy vigorosos: levantan pesos, trepan cerros o bailan de modos que no considerarí­amos normales en nuestros viejos.

La posibilidad del procesar las elementales y caóticas vibraciones de la "sopa cuántica" convirtiíéndolas en fragmentos significativos de realidad abre enormes variantes creativas, pero esa posibilidad sólo existe si somos conscientes de ella. Mientras el lector lee este artí­culo, una enorme proporción de su conciencia está creando su cuerpo sin que íél participe. El llamado sistema nervioso autónomo está destinado a controlar funciones que escapan a nuestra conciencia.

Si nos largamos a caminar en medio de una tupida niebla, los centros involuntarios del cerebro se encargarán de hacernos superar el trance, manteniíéndonos alertas ante los peligros y equilibrados para activar de inmediato la respuesta frente a una tensión sorpresiva. Entretanto, continúan incesantemente centenares de acciones a las que no les prestamos ni la más mí­nima atención: la respiración, la digestión, el crecimiento de nuevas cíélulas y la reparación de las dañadas, la purificación de las toxinas, la preservación del equilibrio hormonal, la conversión de la energí­a almacenada en glucemia, el mantenimiento de la temperatura, la derivación de la sangre hacia los músculos que más la necesitan, la sensación de los movimientos, la audición de los sonidos circundantes...



Estos procesos automáticos cumplen un notable papel en el envejecimiento, ya que al avanzar en edad disminuye nuestra capacidad para coordinarlos. Una vida entera de procesos inconscientes provoca numerosos deterioros, en tanto que una vida consciente los evita. El propio acto de atender con conciencia a las funciones corporales, en vez de dejarlas libradas al piloto automático, nos cambiarí­a el modo de envejecer.

Todas las funciones involuntarias, desde el latido cardí­aco hasta la regulación hormonal, pueden controlarse con la conciencia. La era del biofeedback y de la meditación nos ha enseñado que los enfermos del corazón pueden ser entrenados para reducir a voluntad su presión arterial o los ulcerosos para que mermen sus secreciones ácidas, entre decenas de otras cosas. ¿Por quíé no emplear estas habilidades a fin de

mejorar el proceso de envejecimiento? ¿Por quíé no cambiar de percepción?

Si queremos modificar nuestras pautas perceptuales, debemos saber en quíé consisten. Nuestro cuerpo parece compuesto de materia sólida, divisible en molíéculas y átomos, pero la fí­sica cuántica nos dice que en cada átomo hay un 99,9999% de espacio vací­o, y que las partí­culas subatómicas que lo atraviesan a la velocidad del rayo son de hecho manojos de energí­a vibratoria. No obstante, estas vibraciones no son aleatorias ni carecen de significado: portan información. Así­, un puñado de vibraciones son codificadas como átomos de hidrógeno, otras como oxí­geno.



Estas codificaciones son abstractas, y de hecho lo es, en definitiva, nuestro cosmos y todo lo que hay en íél.

Si perseguimos la estructura fí­sica del cuerpo hasta sus últimas consecuencias llegamos a un callejón sin salida: las molíéculas ceden paso a los átomos, estos a las partí­culas subatómicas, y íéstas a fantasmas de energí­a que se esfuman en un vací­o casi total, misteriosamente portador de información aun antes de que esta información cobre una forma manifiesta.

La sustancia esencial del universo (incluido nuestro cuerpo) es la no-sustancia, pero es una no-sustancia fuera de lo común: es una no-sustancia pensante. El vací­o que hay dentro de cada átomo late con inteligencia invisible. Los genetistas la localizan sobre todo en el ADN, pero esto es sólo por motivos de conveniencia. La vida se despliega cuando el ADN imparte su inteligencia codificada a su parte gemela activa, el ARN, que a su vez pasa a las cíélulas e imparte bits de inteligencia a miles de enzimas, las que por su parte utilizan esa inteligencia para fabricar proteí­nas. En todos los puntos de esta secuencia debe intercambiarse energí­a e información, pues de lo contrario no podrí­a edificarse la vida a partir de la materia inerte.

El metabolismo es algo más que un proceso de combustión o de oxidación: es un acto inteligente. El mismo azúcar que permanece yerto en la azucarera es el que sustenta la vida con su energí­a, pues las cíélulas del cuerpo le infunden nueva información. El azúcar puede entregar su energí­a a una cíélula del riñón, o del corazón, o del cerebro, por ejemplo; todas estas cíélulas contienen formas de inteligencia completamente singulares: la contorsión rí­tmica de una cíélula cardiaca es por completo distinta que la descarga elíéctrica de una cíélula cerebral o el intercambio de sodio de una cíélula del riñón.



Pero por maravillosa que sea esta riqueza y variedad de inteligencias, en el fondo hay una sola, que todo el cuerpo comparte. Al envejecer, el fluir de las inteligencias queda comprometido en diversos aspectos.

La inteligencia especí­fica del sistema inmunitario, del sistema nervioso y del endocrino comienzan a mermar; los fisiólogos saben que estos sistemas son las "llaves maestras" que controlan el resto del organismo. Las cíélulas del sistema inmunitario y las glándulas están dotadas de los mismos receptores de señales cerebrales que las neuronas: son como un cerebro extendido. La senilidad se limita, pues, a nuestra materia gris: cuando el sistema inmunitario o el endocrino pierden inteligencia, irrumpe la senilidad en todo el cuerpo.

El deterioro propio de la edad serí­a inevitable si el cuerpo fuera sólo material, porque todo lo material es presa de la entropí­a, la tendencia de los sistemas ordenados al desorden. El ejemplo clásico de entropí­a es un auto abandonado en un corralón para chatarra: la entropí­a convertirá a la larga esa máquina, antaño veloz, en un montón de escombros oxidados. No hay chances de que el proceso se revierta, de que la pila de hierros viejos vuelva a armarse a sí­ misma en un auto nuevo. Pero la entropí­a no se aplica a la inteligencia: una parte invisible es inmune a los estragos del tiempo. La ciencia moderna apenas empieza a descubrir las consecuencias de esto, pero es algo sabido desde hace siglos en las tradiciones espiritualistas, cuyos maestros lograron conservar hasta muy avanzada edad la juventud corporal.



Deepak Chopra

(Fragmento extraí­do de "Cuerpos sin edad, mentes sin

tiempo", libro editado por Javier Vergara ediciones

alken

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #2 en: Mayo 09, 2008, 02:20:08 am »
Es cierto que cada uno percibimos lo que llamamos "realidad" de formas distintas.Ante una misma situación podemos encontrar interpretaciones que poco tienen que ver unas con otras.Todos esos procesos mentales influyen en el organismo. No envejecen de la misma forma dos personas con cargas geneticas idíénticas con procesos mentales diferentes, eso creo que está claro. Pero tambiíén hay otras cosas que son igualmente ciertas( hablo de mí­, de mi interpretación, no puedo hablar por los demás).
Vivimos en un mundo en el que la vejez se oculta, no se llevan las arrugas y la muerte nos aterroriza. Así­ que vivimos como si nunca fueramos a morir.Hasta hace poco cuando me preguntaban mi edad, mentia, siempre me quitaba unos cuantos años.Me cuido y puedo hacerlo, pero ese no es el tema. El caso es que al mentir tení­a que reconstruir mi historia y olvidarme de algunos años. Hasta que hace poco dije NO a tan magna tonteria.Procuro aceptar la edad que tengo aunque eso no quiere decir que tenga que comportarme como muchos creen que debe de comportarse una persona de mi edad.Procuro borrar ese concepto de mi mente y ser como soy. Pero , eso sí­, mi historia es mia y la causa de ser quiíén soy, así­ que no renuncio a ella.Ni tampoco olvido que algún dí­a desapareceríé de este mundo pero me gustarí­a haberle encontrado sentido ( en numerologí­a soy un siete) a esta cosa tan rara que es la vida.Los años traen decrepitud, en mayor a menor grado , a todos. Pero tambiíén pueden traer mucha sabiduria.No es tan malo. Un saludo.

lauramsagra

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #3 en: Mayo 09, 2008, 08:12:50 am »
Mas que tener miedo a la muerte, a mi me esta empezando a aterrorizar las enfermedades degenerativas, quiza sea porque he visto de cerca varias y su proceso. Esto ultimamente me tortura bastante, creo que es peor que un cancer.
Lo peor de envejecer es que menguan tus facultades y esto es lo muy triste, mas que el aspecto fí­sico.
Mi padre me transmitio paciencia y  conformidad con lo que dios nos mandara, la muerte el la veí­a como algo natural, de hecho cuando estaba ya mal, empezo a susurrar despacito,  mi hermano se acerco y le pregunto que querí­a, y el le contesto que estaba pidiendo al señor  que se lo llevara  pronto ya que nos veí­a muy desesperados y no querí­a vernos padecer así­ por el , al rato murio, recuerdo su muerte como algo muy dulce como el nos habí­a anticipado, ahora mismo estoy llorando solo de recordarlo.
Han pasado 5 años, la muerte me asusta, pero lo comentado antes me da pánico, mi madre no me conoce, su mirada no tiene expresión ninguna, necesita una persona a su lado para todo, esto me tiene muy atormentada, lleva muchos años así­, en una calidad de vida vegetal.
Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉

lauramsagra

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #4 en: Mayo 09, 2008, 08:25:19 am »
Mas que tener miedo a la muerte, a mi me esta empezando a aterrorizar las enfermedades degenerativas, quiza sea porque he visto de cerca varias y su proceso. Esto ultimamente me tortura bastante, creo que es peor que un cancer.
Lo peor de envejecer es que menguan tus facultades y esto es lo muy triste, mas que el aspecto fí­sico.
Mi padre me transmitio paciencia y  conformidad con lo que dios nos mandara, la muerte el la veí­a como algo natural, de hecho cuando estaba ya mal, empezo a susurrar despacito,  mi hermano se acerco y le pregunto que querí­a, y el le contesto que estaba pidiendo al señor  que se lo llevara  pronto ya que nos veí­a muy desesperados y no querí­a vernos padecer así­ por el , al rato murio, recuerdo su muerte como algo muy dulce como el nos habí­a anticipado, ahora mismo estoy llorando solo de recordarlo.
Han pasado 5 años, la muerte me asusta, pero lo comentado antes me da pánico, mi madre no me conoce, su mirada no tiene expresión ninguna, necesita una persona a su lado para todo, esto me tiene muy atormentada, lleva muchos años así­, en una calidad de vida vegetal.


Se conoce como enfermedad degenerativa a un desequilibrio en los mecanismos de regeneración, que en realidad no se debe fundamentalmente a factores psicosomáticos o bien fí­sicos externos que ocasionen una falta de regeneración (aplasia) o un exceso descontrolado de regeneración (neoplasia). Se originan por la alteración anatómica y funcional de los tejidos de cualquier órgano,aparato o sistema del organismo. Un ejemplo muy claro de este tipo de enfermedades es el infarto del miocardio, que se debe a una falta de riego y por tanto del oxigeno en una porción del corazón por obstrucción de una arteria coronaria. Otros ejemplos muy conocidos de enfermedades degenerativas son el Mal de Parkinson y el Alzheimer, que afectan al sistema nervioso central. Los sí­ntomas son variados, como víértigo y la fibra muscular que va adelgazándose mientras que el cuerpo anatómicamente pierde ciertas estructuras óseas: como aumento de campo craneal lo que afectarí­a el sistema neurológico, hasta invalidez.

Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #5 en: Mayo 09, 2008, 07:49:55 pm »
Parece que cada uno de nosotros tememos al mal que causó la muerte de nuestros padres.
Yo no temo a las enfermedades degenerativas, ¡como yo no he visto envejecer a mis padres...! En cambio, le tengo pánico al cáncer. Es un mal que me  atemoriza bastante.
 
La muerte me desagrada. La retrasaríé todo lo que pueda.
Aunque yo creo firmemente en la reencarnación, alargaríé la vida de este cuerpo todo lo que me sea posible. ¡Hay tanto por aprender ¡ :023:

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #6 en: Mayo 09, 2008, 08:19:01 pm »
Es cierto que cada uno percibimos lo que llamamos "realidad" de formas distintas.Ante una misma situación podemos encontrar interpretaciones que poco tienen que ver unas con otras.Todos esos procesos mentales influyen en el organismo. No envejecen de la misma forma dos personas con cargas geneticas idíénticas con procesos mentales diferentes, eso creo que está claro. Pero tambiíén hay otras cosas que son igualmente ciertas( hablo de mí­, de mi interpretación, no puedo hablar por los demás).
Vivimos en un mundo en el que la vejez se oculta, no se llevan las arrugas y la muerte nos aterroriza. Así­ que vivimos como si nunca fueramos a morir.Hasta hace poco cuando me preguntaban mi edad, mentia, siempre me quitaba unos cuantos años.Me cuido y puedo hacerlo, pero ese no es el tema. El caso es que al mentir tení­a que reconstruir mi historia y olvidarme de algunos años. Hasta que hace poco dije NO a tan magna tonteria.Procuro aceptar la edad que tengo aunque eso no quiere decir que tenga que comportarme como muchos creen que debe de comportarse una persona de mi edad.Procuro borrar ese concepto de mi mente y ser como soy. Pero , eso sí­, mi historia es mia y la causa de ser quiíén soy, así­ que no renuncio a ella.Ni tampoco olvido que algún dí­a desapareceríé de este mundo pero me gustarí­a haberle encontrado sentido ( en numerologí­a soy un siete) a esta cosa tan rara que es la vida.Los años traen decrepitud, en mayor a menor grado , a todos. Pero tambiíén pueden traer mucha sabiduria.No es tan malo. Un saludo.

¡SIETE! Número mágico.

El valor simbólico del número siete
Segun parece el número siete siempre ha ocupado un lugar importante dentro de la simbologia y cabalí­stica de los números. Con el siete se trata de completar una serie, dar el colofón a una serie, que acabaria con el siete. Así­ tenemos los dias de la semana, de Set (siete) mana (dias), que son siete ya desde la antigí¼edad. Muchos de los principios rectores del universo tambiíén se basan en este número: los siete colores del arcoiris, las siete notas musicales, los siete planetas, los siete principios hermí¨ticos, los siete pecados, las siete virtudes, los 7 dias de la creación, los 7 brazos del candelabro sagrado judio, las siete maravillas del mundo, los siete chacras, los siete sacramentos, los siete enanitos, los siete velos de la danza sagrada, los siete..., etc. etc. 
Según parece el siete es la suma de dos conjuntos tambiíén famosos: el tres (la trinidad divina), y el cuatro (las virtudes humanas). La unión de los divino, 3, más lo humano, 4, simboliza la totalidad, la perfección, la unión de todo lo divino y lo humano. Pero, dejando a parte toda su simbologia, creo que deberiamos preguntarnos por el mismo nombre del número, para saber si este, desde que se conoce el lenguaje oral, ha sido un número tan especial, y a travíés de su significado lingí¼í­stico conocer que significaciones esconde tras ese nombre: siete, que, por otra parte tambiíén es un nombre muy extendido, en sus diferentes variantes de cada lengua
El 7 es además nº masculino que como saeta conduce al cielo.

En la religión islámica hay 7 estadios o cielos.

Son siete los pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

Son siete las virtudes teologales: Contra soberbia, humildad; contra avaricia largueza; contra lujuria, castidad; contra ira paciencia; contra gula templanza; contra envidia caridad y contra pereza diligencia;

En el Libro del Apocalipsis se abren siete sellos antes de que se desate la ira de Dios, que somete al mundo a siete juicios -cuatro para la naturaleza y tres para el resto de las cosas- y es escoltado por siete ángeles que hacen sonar siete trompetas para enviar siete castigos sobre los injustos.

William Shakespeare dividió en siete las edades del hombre: infancia, niñez, el amante, el soldado, el adulto, la edad avanzada y la senilidad.

Tambiíén se dice que fueron 7 los reyes de Roma y 7 sus colinas.

En España, la ciudad de Olmedo en la provincia de Valladolid es la villa de los 7 sietes:

7 iglesias
7 conventos
7 caños
7 arcos
7 plazas
7 pueblos
7 casas nobles



 Resumen de concurrencias del Siete
Los siete dí­as de la semana: lunes, martes, miíércoles, jueves, viernes, sábado, domingo.
Las siete notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la, si.
Los siete colores del arco iris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, í­ndigo, violeta (se ven siempre en este orden de fuera hacia adentro, sin contar los colores que no pueden verse a simple vista: infrarrojo y ultravioleta).
Los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
Las siete artes: pintura, escultura, arquitectura, literatura, música, danza, cine.
Los siete mares: expresión que se usa al hablar de gran amplitud de los mares.
Las Siete Maravillas del Mundo: La Gran Pirámide de Giza, Los jardines colgantes de Babilonia, El templo de Artemisa en í‰feso, La estatua de Zeus en Olimpia, Mausoleo de Halicarnaso, El Coloso de Rodas, El faro de Alejandrí­a.
Los siete sabios de Grecia: Quilón de Esparta, Bí­as de Priene, Cleóbulo de Lindos, Periandro de Corinto, Pí­taco de Mitilene, Solón de Atenas, Tales de Mileto.
Roma, la ciudad de las siete colinas: Capitolio, Quirinal, Viminal, Esquilino, Celio, Aventino, Palatino.
Los siete reyes de Roma: Rómulo, Numa Pompelio, Tulio Hostilio, Ancio Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Conatrugo, Tarquinio el Soberbio (de 753 a. C. hasta 509 a. C.).
 
El romance de Los siete infantes de Lara: poema, uno de los más importantes cantares de gesta Castellana.
El juego de los siete errores.
Las siete vidas del gato.
Las siete edades del hombre: la infancia, la niñez, el amante, el soldado, el adulto, la edad avanzada, la senilidad (según William Shakespeare).
Las siete frases pronunciadas por Jesús en la cruz:
Padre perdónales porque no saben lo que hacen.
En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraí­so.
Mujer he aquí­ a tu hijo, hijo he ahí­ a tu madre.
Dios mí­o, Dios mí­o, ¿por quíé me has abandonado? (Elí­, Elí­, lema sa bactaní­)
Tengo sed.
Ya se ha consumado.
Padre, en tus manos encomiendo mi espí­ritu.
Pelí­culas: Seven, Los siete samurais, Los siete magní­ficos, Siete dí­as de mayo, Siete novias para siete hermanos, Blancanieves y los siete enanitos, Siete años en el Tibet; .
Estructura septenaria del Apocalipsis. La estructura del Apocalipsis se puede ver tambiíén de acuerdo a septenarios: dividido en 7 grupos, cada grupo a su vez puede subdividirse en subgrupos de 7 junto con preludios, interludios y otros excursos 1. Las siete cartas a las Iglesias (Ap 1:4-3:22)2. Los siete sellos (Ap 4:1-8:1)3. Las siete trompetas (Ap 8:2-11:19)4. Las siete visiones de la Mujer y el combate con el Dragón (Ap 12:1-14:20)5. Las siete copas (Ap 15:1-16:21) 6. Los siete cuadros sobre la caí­da de de Babilonia


alken

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #7 en: Mayo 09, 2008, 09:45:05 pm »
Entiendo muy bien lo que cuentas, lauramsagra. Hace dos años mi madre murio de alzheimer, atravesó todas las fases de la enfermedad. Fuíé un proceso muy doloroso para los que estuvimos a su lado (mi hermana y yo), pero ha pasado un poco de tiempo y puedo ver las cosas con cierta perspectiva.
No huyas del dolor, es como el agua, se cuela por todas partes. Lo mejor es dejar que se manifieste. Pero tampoco lo sientas como un castigo, es parte de un proceso de aprendizaje que a algún sitio nos lleva. Los lazos que te unen a tu madre son muy fuertes y el miedo a la píérdida hace que tu parte de niña (todos llevamos el niño dentro) se sienta desprotegida. Cambian los papeles, ese ser fuerte y protector que fuíé tu madre se combierte en la niña que hay que cuidar. El proceso es agotador y tú lo estás viviendo AHORA.
Mi madre, en la última fase, pasó por ese estado vegetativo que comentabas. Abrí­a los ojos pero no nos veí­a, recuerdo el detalle porque para mí­ era muy impactante.
Al final decidimos que habí­a que dejarla ir cuando llegara el momento, así­ que evitamos los ingresos hospitalarios y todas las pruebas inútiles (en estos casos) que conllevan. Procuramos atenderla con cuidados paliativos pero nada más. Y así­ se fuíé.
Yo no puedo saber cuál fue la medida de su sufrimiento, pero sí­ puedo decir que me tuvo a su lado y que intentíé paliarlo lo mejor que pude y supe. Eso me basta, en algunos momentos me hubiera gustado ser Dios pero como no lo soy en mi mano no estaba cambiar el destino.
Permí­tete sentirte mal pero recuerda que tú tampoco eres Dios, así­ que sólo puedes hacer las cosas lo mejor que puedes y sabes.
Lauramsagra, es una mala racha pero se pasa y verás otras cosas. La vida es así­, a veces, cuesta entenderla pero en algún sitio habrá una explicación y seguro que no es mala. Un abrazo y cuí­date.

alken

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #8 en: Mayo 10, 2008, 12:09:50 am »
Scientia, tambiíén se llama siete a un roto en una sábana. Se te ha olvidado. jajaja
abrazos

Scientia

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #9 en: Mayo 10, 2008, 08:50:39 pm »
Scientia, tambiíén se llama siete a un roto en una sábana. Se te ha olvidado. jajaja
abrazos
Tienes razón :016: :016: :016:   :023:

lauramsagra

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #10 en: Mayo 12, 2008, 10:04:21 am »
Parece que cada uno de nosotros tememos al mal que causó la muerte de nuestros padres.
Yo no temo a las enfermedades degenerativas, ¡como yo no he visto envejecer a mis padres...! En cambio, le tengo pánico al cáncer. Es un mal que me  atemoriza bastante.
 
La muerte me desagrada. La retrasaríé todo lo que pueda.
Aunque yo creo firmemente en la reencarnación, alargaríé la vida de este cuerpo todo lo que me sea posible. ¡Hay tanto por aprender ¡ :023:



Mi suegro se lo llevo un cancer de pulmon en Noviembre hara dos años, duro mes y medio, todo fue horrible, porque ademas estaba hecho un roble, y no se dejo medicar, ni ingresar.


Yo tambiíén creo en la reencarnación
Saluditos
Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉

alken

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #11 en: Mayo 12, 2008, 02:20:57 pm »
Lo de la reencarnación a mí­ me da mucha pereza. No síé si me apetecerí­a mucho.De cualquier forma no me la planteo por dos razones. No creo en la reencarnación de la propia personalidad, el YO. La segunda razón en que si , de alguna manera , se produce importaran poco mis creencias.Me preocupa el AQUí­ y AHORA y el hacerlo lo mejor posible. Un saludo.

alken

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Re: EL PAíS DONDE NO SE ENVEJECE
« Respuesta #12 en: Mayo 12, 2008, 02:27:00 pm »
Y que conste que lo de hacerlo lo mejor posible no es altruismo. es puro egoismo. Repercute en mi propio equilibrio y , por lo tanto , en mi bienestar.