Prudencia. Al menos eso es lo que se debería imponer entre los inversores cuándo la sed de íéxito ciega su sentido común al mirar hacia Nuevo Dorado Inmobiliario: Brasil. Y es que el sector ha comenzado ya a perder brillo.
De entrada, al contrario de lo que está ocurriendo en España, dónde los zombies de la crisis, que son las inmobiliarias, parecen haber salido de sus tumbas, en Brasil, los valores del sector repliegan velas.
Frente a ganancias superiores al 140% en el caso de Quabit o del 18% de Reyal Urbis sólo en febrero, las del país de la samba caen más de un 15% en lo que va de año, según un informe de Goldman Sachs que recoge Business Insider.
Y es que toda latinoamíérica está experimentando una oleada de recogida de beneficios en valores relacionados con bienes raíces, con caídas que alcanzan de media el 12%, como muestran desde Citi.
La razón que aportan los analistas a esta corrección en los mercados pasa por las medidas de algunos que algunos países emergentes están adoptando para frenar la inflación. De hecho, los inversores temen que en Brasil estas disposiciones alcancen al mercado hipotecario, el país ya ha subido tipos hasta el 11,25%, limitando la demanda de viviendas y lastrando los precios hacia abajo.
Además, la trayectoria que está tomando Brasil recuerda mucho a la que presentaba España en los años noventa, como argumenta S. McCoy en su Valor Añadido de la semana pasada. La especulación sobre el abundante suelo, el aumento del precio de los materiales y el coste de la mano de obra y el encarecimiento de la financiación son algunas de las similitudes.
No obstante, las señales de agotamiento todavía son díébiles. Las perspectivas de crecimiento están atrayendo a muchos de los españoles que pusieron cara al boom inmobiliario español. En este sentido, Goldman Sachs defiende que la demanda es todavía tres veces superior a la capacidad de oferta de las constructoras y así se va a mantener durante los próximos años.
Además, desde la firma esperan que los salarios reales crezcan un 3% en 2011 en la medida en la que el desempleo continúa bajando, que los bancos privados continúen aumentando los príéstamos para la adquisición de bienes raíces y se reduzcan los intereses hipotecarios por el aumento de competencia entre entidades.