Se retoma ahora el “juicio†a los economistas sobre su falta de anticipación de la Crisis financiera. Y de hecho ha sido el propio FMI el que ha abierto la veda al censurarse a si mismo por no predecirla. ¿Un análisis demasiado superficial? Más bien, la infravaloración de la importancia de los mercados. Precisamente fue el Director Gerente de la Entidad en aquel momento el que auguró que los mercados podían influir en la economía y no lo contrario como habíamos estudiado hasta entonces.
El tamaño alcanzado en aquel momento por los mercados, su tamaño actual ya que su contracción no ha sido tan intensa, era (y es) un condicionante inexorable de la política económica. Quizás entiendan mejor la postura de la Fed, cuyas actuaciones ahora parecen más volcadas a seguir apuntalando la recuperación de los mercados pese a la recuperación económica. ¿O es quizás la condición suficiente para que la recuperación económica se profundice? ¿y el riesgo de inflación? Quizás, es la inflación de activos es imprescindible para luchar contra el riesgo de deflación. Sin duda, muchas preguntas a las que ahora no podemos dar respuesta.
Sí, ¿por quíé los economistas no pudieron adelantarse a la Crisis? Les voy a reproducir algunos extractos de una entrevista reciente del economista Avinash Dixit. Es conocido por trabajar con Stiglitz en la teoría de los mercados imperfectos y la competencia monopolística. Tambiíén por su libro de texto sobre el comercio mundial (The Theory of International Trade). En definitiva:
“En realidad, la teoría económica salio mejor parada que la práctica política…la teoría económica y el análisis económico basados en teorías bastante comunes mostraban que la situación era insostenible, que en algún momento los precios de la vivienda se vendrían abajo. No se sabía cuándo, pero casi todo el mundo sabía que iba a ocurrir.†Lo que no pudimos predecir fue la magnitud cuantitativa; por ejemplo, cuánto bajaría el precio de la vivienda. Y segundo, no logramos reconocer hasta quíé punto la crisis financiera repercutiría en la economía real.â€
“Mirando al futuro, creo que algunas de las investigaciones más fructíferas provendrán de una mejor integración de la teoría financiera y la teoría macroeconómica. Quizás estíén complementadas por un reconocimiento mejor de los grandes sucesos extraordinarios, algo que ya existe en la teoría financiera, pero que no está tan asimilado como convendría en la práctica financiera. Pero la verdadera falla no estuvo en la teoría económica sino, por decirlo así, en el mundo político y empresarial, donde la gente se trago demasiado algunas ideas simplistas sobre la maravilla de los mercados sin reconocer los cientos de salvedades que hicieron Adam Smith y otros pensadores, y de las que todos deberíamos haber estado concientes.â€
“Sobre las próximas crisis, no hay que pensar en suprimirlas. Esa es una ilusión quizás peligrosa, porque si pensamos que las suprimimos los gobiernos, los empresarios, los consumidores, etc.., se comportarán de forma más irresponsable y multiplicarán las probabilidades de crisis. Lo que realmente hay que recordar y me temo que nunca lo aprenderemoses que en las íépocas de prosperidad es cuando debe reinar la prudencia fiscal. Es entonces que los gobiernos deberían acumular superávits sustanciales, para poder gastar sin preocuparse por la deuda cuando sobreviene una crisis o una recesión. Lamentablemente, nunca aprenderemos esa lección porque las buenas íépocas económicas son especialmente conducentes a la ilusión de que las malas íépocas nunca regresaránâ€
Al trabajar con los mercados financieros aprendes con el tiempo a respetarlos. Te empequeñeces al considerar la complejidad de su comportamiento. Aunque el detonante ha podido ser la geopolítica o los activos reales, todas las crisis en los últimos cincuenta años, realmente en la historia moderna, han pasado por una crisis en los mercados. Las crisis financieras, las de los mercados, los ajustes de valoración de activos, volatilidad de los movimientos de capital. La combinación de la Globalización y el desarrollo tecnológico favorecen esos “factores excepcionales†que ahora deben ser tambiíén considerados. Imponderables de difícil valoración que se unen a los riesgos valorables. Mejor asimilarlos que no partir de que podemos evitarlos. Prepararse ante futuros nuevos peligros y excesos. Me temo que se volverán a producir.