Por... Ramiro Velásquez Gómez
No soy de los que entra a un almacíén porque en la vitrina dice Sale. Tampoco me atrae eso de 2 x 1, porque si con uno tengo, ¿quíé hago con el otro? Esas promociones que le entregan un producto adicional diferente, pero usted paga por uno y medio. Y no necesitaba el otro ni tenía en su mente gastar más.
Tiendas repletas de avisos 40-50-60-70 off, en vez de dejar los precios reducidos y nada más. Otras donde todo es a 5.000 y 10.000, pero cuando se pregunta es tan mala la suerte que siempre queda lo de 10.000 o más.
Saldos de colección con tanto por ciento menos. ¿Si eran tan buenos, por quíé se quedaron o por quíé antes costaban eso y ahora esto? ¿Quiíén habrá sido el tumbado de turno?
Letreros de descuentos por acá y por allá, pero al traspasar la puerta lo primero que se aprecia es la última colección, que no tiene descuento, a no ser que con el paso de los meses se vaya quedando... llíévesela que todavía se usa.
Venga, compre aunque no lo necesite. La tarjeta de críédito gratis de la cual luego es una odisea deshacerse. Sin cuota de manejo mientras la use. Quíé sutileza.
Compre, compre. Este es el edificio donde se vive bien, aunque vivo en otro y no me ha ido mal. No me siento preso porque no tengo cierto automóvil y el que poseo me baja el ego, ni satisfago mis antojos a punta de autos.
No me interesa la promoción en el almacíén de Toñita Galeano, porque congenio más con Eliana García, pero esta no tiene tienda aunque atiende bien.
Pero no es sencillo. Sí, sucumbe uno ante el bombardeo. Y para quíé. Me compríé eso y ya no me cabe nada.
El 31 por ciento de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico respondían por el 37 por ciento de la huella ecológica del planeta, mientras los 63 africanos y del sudeste asiático ponían apenas el 12 por ciento, según el Living Planet Report 2010.
Pero la idea es esa: crecimiento económico. Sea menester para ello revolcar páramos y secar los ríos que allí nacen, defoliar el Chocó y la Amazonia, raspar el Bajo Cauca e inundar media Antioquia. No importa, se crece. Habrá dinero para comprar más. Y aunque sean menos los que lo atesoren, podrán gastar sin compasión. Comprarán pescado, de las 110 millones de toneladas de alimento marino capturados cada año, 28 por ciento de stocks sobreexplotados o casi exhaustos.
O quizás adquirirán los derivados del preciado aceite de palma, cuya área cultivada se ha multiplicado por ocho veces en el mundo y se doblará de acá a 2020, lo que trae la muerte de enormes extensiones de selva en Indonesia y Malasia. Y en Colombia.
No importa. Se vende y se compra. Crecen ellos. ¿Crecemos nosotros? No interesa. Dice The Garnaut Climate Change Review que quedan 40 años de níquel, 31 de cobre, 17 de cinc, 60 de gas y 40 de petróleo al ritmo actual de consumo. Hay que vender a prisa, que se acaba. Y comprarlos, que no los veremos más. (En solo 2007 el uso global de materiales creció 2,7%).
Y si se nos quedan, Sale, 20, 30, 50 y 70 por ciento off. O 2 por 1. Ya nos inventaremos quíé más da esta tierra.
Tú tambiíén caerás.