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Autor Tema: España paí­s de viejos. ¿Cómo cambiará el modelo económico español?  (Leído 300 veces)

Zorro

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Paí­s de viejos. ¿Cómo cambiará el modelo económico español y las inversiones?

por Maria Martí­nez en Invertia

España será el paí­s más envejecido en 2050 España, al igual que Alemania en la díécada de los 90, ha crecido durante muchos años más de lo normal gracias a un imparable aumento de la mano de obra (favorecido por la inmigración), a una fuerte demanda propiciada por una liquidez muy barata y al incremento del consumo de los hogares. Un consumo que, sobre todo, se vio impulsado por el rápido crecimiento del críédito al sector privado.

Pero en todo este tiempo, la productividad de la economí­a española, lejos de crecer, fue muy reducida e incluso nula. La consecuencia inmediata ha sido que no sólo que los hogares se ahogan en un mar de deudas sino que tambiíén lo hacen las empresas.

Y ahora, en plena crisis, las compañí­as tienen sólo dos opciones: reestructurar la deuda o amortizarla, aunque ninguna es “especialmente atractiva”, como señala el macroeconomista Edward Hugh en el estudio “Ahorro familiar en España” editado por la Fundación de Estudios Financieros en colaboración con el Servicio de Estudios de BME.

¿Quíé solución queda entonces? Según Hugh, recurrir a la exportación para, a continuación, reestablecer el ciclo del críédito. La idea, sin embargo, no es hacerlo de forma temporal sino pasar a depender completamente de las exportaciones, como ya ha hecho Alemania. “Ese es el camino que, con total seguridad, deberá seguir ahora la economí­a española, aunque en su caso, el ajuste estructural deberá ser enorme”, asegura este experto.

UN PAíS DE VIEJOS

Esta transformación de paí­s sostenido por el consumo a paí­s impulsado por las exportaciones tiene mucho que ver, a juicio de Hugh, con la demografí­a, ya que las sociedades con población más envejecida “se vuelven cada vez más dependientes de las exportaciones para evitar incurrir en desahorro y en balanzas por cuenta corriente negativas”.

Con un desfase de diez años, España terminará, como Alemania, siendo un paí­s de viejos. Según las previsiones más recientes, en 2050, el número de cotizantes por cada pensionista jubilado será de 1,75 personas frente a cuatro en 2009.


Pero si a esa cifra se suman los menores de 16 años inactivos, las cifras son más alarmantes: por cada diez personas en edad de trabajar residentes en España habrá nueve potencialmente inactivas (entre menores de 16 años y mayores de 64). Es decir, la tasa de dependencia aumentará hasta el 89,6% en 2050 frente al 47,8% actual.

Ese año, la mitad de la población en España será mayor de 55 años, lo que le convertirá posiblemente en el paí­s más envejecido del mundo, por delante de Italia y Austria. E incluso de China, donde se espera que en 2040 haya 397 millones de chinos mayores de 65 años, una cifra que supera la población total de Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido Juntos.

Según explica Edward Hugh, este rápido envejecimiento de la población afectará al crecimiento económico, al ahorro y al endeudamiento, pero tambiíén a los activos financieros y a la vivienda. Es más, provocará presiones en la deuda soberana llevando a cambios drásticos en el ranking de críédito entre los paí­ses desarrollados y emergentes.

LOS PRECIOS DE LOS ACTIVOS

El envejecimiento de la población –en España el grupo comprendido entre los 25 y 40 años está ahora a su nivel máximo- tendrá un significativo impacto en los precios de las acciones, presionándolos a la baja. Algunos autores aseguran que nos aguarda “un repunte de la volatilidad de las cotizaciones, ciclos de negocios más cortos, cantidades significativas de liquidez y rentabilidades inferiores a la media de muchos activos”.


De hecho, los precios de los activos que la generación del baby boom ha impulsado con su ahorro durante años se verán sometidos a continuas presiones. Esto sucederá en la medida en que esta numerosa generación se vaya jubilando y comience a vender sus activos a las generaciones siguientes, evidentemente, de proporciones más pequeñas.

Pero tambiíén la vivienda se verá claramente afectada. Tomando como ejemplo EE UU, en los próximos 40 años, “el envejecimiento de la población hará descender el precio de la vivienda en alrededor de 80 puntos básicos anuales en comparación con los precios que se derivarí­an de una demografí­a neutral”. Tras el boom inmobiliario, España va camino de ello.

Sin embargo, un estudio del BCE prevíé que el descenso de los precios reales de la vivienda de la zona euro, que viene operándose desde mediados de 2008, se detendrí­a a finales de 2010 y que la depreciación no superarí­a el 8%, lo que contrasta claramente con el aumento del 45% registrado entre 1997 y el máximo de 2007.

El impago de la deuda soberana, incluso de paí­ses con triple A cuando se inició la actual crisis, no se queda atrás. La principal duda radica en si España podrá con sus compromisos a tenor de los rápidos cambios que registra la pirámide de población.

Según S&P, si no se realizan reformas adicionales en los sistemas de pensiones o salud, o medidas estructurales para mejorar el potencial de crecimiento, la carga fiscal crecerá como la espuma en el futuro. “Si no se hace nada, los díéficit aumentarán hasta el 10,1% del PIB en 2030 y hasta el 24,5% para mediados de siglo. Ello situarí­a el endeudamiento público neto en el 78% del PIB en 2020, en el 115% en 2030 y en el 329% en 2050 en los paí­ses desarrollados”.

En este escenario, el tamaño económico del Estado aumentarí­a de forma significativa de la mano del crecimiento del gasto público, que pasarí­a del 46,7% actual hasta casi el 68% del PIB en 2050. “Sin duda el principal impulsor del deterioro es el aumento a largo plazo del gasto asociado al envejecimiento.

Por ello, “el simple hecho de marcarse como objetivo un presupuesto equilibrado para 2016 ayudarí­a notablemente a reducir la carga fiscal futura”, se señala en el estudio.

Por lo que respecta a la balanza por cuenta corriente, el gradual aumento de la edad media y, por ende, de la tasa de dependencia de las personas mayores, provoca que la población tienda a convertirse en “una ríémora para la balanza, ya que aumentará el número de personas que comiencen a gastar más de lo que ganan, produciíéndose el denominado efecto de desahorro".


Voy del oro a Squirrel Media y tiro porque me toca.