Por… Aranzazu Flores Romero
El qat es un arbusto de hoja perenne de la familia de las Celastráceas que fue botánicamente denominado y descrito por primera vez por Per Forsskall, un botánico sueco fallecido en Yemen en 1763. Forsskal latinizó el tíérmino árabe qat en Catha y añadió el segundo tíérmino edulis que significa comestible. De este modo, el qat es conocido científicamente desde entonces como "Catha edulis". El qat se suele presentar como un pequeño arbusto frondoso, muy parecido al arbusto de tíé. Oscila entre los 5 y los 10 metros de altura. La planta se reproduce fácilmente por esquejes, y a partir de los 2 años produce suficiente cantidad para su venta. Las hojas de qat son ovaladas (parecidas a la albahaca) y crecen unos 10 centímetros aproximadamente. Solamente se utilizan para consumo humano las hojas más jóvenes (aquellas que no superan una semana). El color de las hojas varía del verde pálido, al rojo pasando por el verde oscuro, y existen distintas variedades según su forma, textura, sabor, riego y suelo donde haya sido cultivado.
El qat es un producto que resulta beneficioso tanto para el agricultor, para el distribuidor como para el comerciante. Sin olvidar al gobierno, para el cual su gravamen supone una importantísima fuente de ingresos. El negocio del qat sigue siendo para los yemenís una forma de vida, origen de ingresos por encima de cualquier cultivo. Por otra parte, las remesas de inmigrantes y los proyectos de desarrollo internacionales llevados a cabo en Yemen, han aumentado la renta nacional lo que ha traído consigo el aumento y la extensión del consumo del qat. El aumento del precio del qat estimula su producción. Salvando las distancias, el qat es comparado en Yemen al petróleo; y si bien es verdad que no son bienes semejantes, no es menos cierto que se está desarrollando una industria en torno a íél. Hasta 1971 el qat contribuyó favorablemente en la balanza de comercio de la República írabe de Yemen gracias a sus exportaciones hacía Adíén (República Democrática Popular de Yemen). Sin embargo desde que Yemen del Sur prohibió el qat íéste dejo de aportar divisas a Yemen del Norte. Aún así el qat sigue siendo un negocio lucrativo gracias a la demanda interna que no ha dejado de aumentar. Según algunos autores (Kennedy, 1987:133) el qat es incontestablemente el factor dominante de la economía de Yemen, ya que en 1980 suponía un 30% del total del PIB de este país. La planta del qat se adapta fácilmente a los distintos suelos, ocupa menos espacio, rinde más y es más resistente que el cafíé. Por estos motivos, los agricultores han sustituido en gran medida los cultivos de cafíé por los del qat. Algunos autores ( Tarcici 1972, Econ. Report 1964, U.S. Embassy Taiz, Report #340 World Bank) consideran que el aumento en la producción de qat se ha hecho en detrimento de la producción del cafíé, lo que conlleva un descenso en la entrada de divisas en el país y el consecuente subdesarrollo. En esta misma línea se argumenta que la expansión del qat estaba reduciendo la capacidad de Yemen de ser autosuficiente en tíérminos de producción de alimentos de primera necesidad, ya que se había observado un aumento en la importación de alimentos como por ejemplo el arroz y el trigo. No obstante Kennedy (1987:159) afirma que estas explicaciones son poco sostenibles sobre todo si tenemos en cuenta que el qat sólo ocupa el 5% del terreno cultivable del país. Pero además, que ciertos granos se importen no significa que no se cultiven otros alimentos como verduras diversas, frutas (sobre todo uvas) y patatas cuya producción ha aumentado considerablemente. Por su parte, Weir (1983:15) añade que gracias a la rentabilidad del qat y los ingresos que íéste proporciona muchos agricultores han podido mantener o financiar otros cultivos que de otra forma habrían desaparecido. En lo relativo al papel del qat en las economías domíésticas, se ha alegado en ocasiones que las familias yemenís gastan una parte demasiado importante de sus ingresos en qat lo que les empobrece causando la malnutrición de los niños e impidiendo además el ahorro y las inversiones. Sobre todo si tenemos en cuenta el elevado precio del qat en comparación con el salario mensual. Lo cierto es que, aunque es evidente que la parte de ingresos que destinan al qat los pobres representa un mayor porcentaje de su renta que el en la de los ricos, no se ha podido contrastar con datos la posible correlación entre consumo de qat y empobrecimiento. Sin embargo se ha podido observar que incluso las familias pobres cubren sus necesidades más básicas. La tendencia parece haber confirmado que el consumo de qat representa una parte importante de los gastos de los yemenís; tendencia que se mantendrá al menos hasta que se introduzca una sociedad de consumo en la cual el ciudadano medio pueda diversificar sus gastos.
El qat no debe ser observado como la droga nacional que domina a los yemenís sino más bien como un agente cultural utilizado por la sociedad para dar un sentido a sus interacciones cotidianas.
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