Despuíés de acumular algunos reveses en su último papel en la política, el de líder del Partido Popular en Cataluña, Josep Piquíé ha recuperado su vida anterior en la actividad privada. Con un notable frenesí, preside la compañía aíérea Vueling -en pleno proceso de fusión con Clickair- y Mixta ífrica, una sociedad con sede en Barcelona pero cuya actividad es la construcción de viviendas en el continente africano. Tambiíén ha vuelto al Círculo de Economía, como vicepresidente, y a las aulas, como profesor en los programas de formación de directivos de Esade. En algunos ratos libres pronuncia conferencias, como hará mañana en Bilbao ante la asamblea de la patronal vizcaína, Cebek.
-La economía española atraviesa una situación complicada y cuando menos incierta. ¿Encuentra usted alguna comparación con crisis anteriores que permita prepararse para lo que viene?
-Es la primera vez que se da una situación como íésta. Hemos vivido crisis de oferta, otras financieras y otras derivadas del encarecimiento de las materias primas. Pero todo al mismo tiempo, como sucede ahora, nunca. Me resulta preocupante que haya expertos que comienzan a comparar la situación con el 'crack' del 29.
-Intuyo que no comparte la tesis del aterrizaje suave.
-Si se me permite frivolizar en un tema tan delicado como íéste, diría que los observadores se dividen entre pesimistas y muy pesimistas. Yo estoy en este segundo grupo, porque creo que, especialmente en España, la crisis va a ser muy profunda y además el Gobierno no está motivado para enfrentarse a ella. Los datos de crecimiento económico del primer trimestre inducen a pensar en un frenazo brusco y tambiíén en un deterioro importante del empleo.
«Falta coraje»
-¿Por quíé dice que el Gobierno no está motivado, si acaba de ganar unas elecciones?
-Primero porque no creo que Zapatero se haya caracterizado precisamente hasta ahora por su interíés por la economía. Además, ha delegado este asunto en un vicepresidente al que se nota ya cansado y con pocas ganas de luchar. Falta coraje político para decirle a los ciudadanos la verdad, que las cosas se van a poner difíciles, y más activismo para adoptar decisiones.
-¿Le han parecido malas o insuficientes las medidas que ha adoptado hasta ahora el Ejecutivo para intentar paliar los efectos de la desaceleración?
-Si se refiere a la devolución de 400 euros, me ha parecido una burla, un insulto a la población.
-Dígame, ahora ya como empresario, quíé echa de menos en las decisiones del Ejecutivo.
-Es cierto que los gobiernos tienen cada vez un menor margen de maniobra para actuar, pero aún tienen un campo en el que pueden hacer cosas importantes. Echo en falta que se aborde la liberalización de algunos mercados todavía excesivamente regulados, como es el caso de la energía; que se actúe sobre el Impuesto de Sociedades y en especial sobre los incentivos a la investigación y el desarrollo, porque la clave en estos momentos es conseguir que las empresas ganen competitividad. Tambiíén es necesario hacer más eficaz el mercado de trabajo y, sobre todo, no despilfarrar el superávit público, como acaba de hacer el Gobierno del PSOE.
-Visto ahora con una cierta perspectiva histórica, tambiíén se puede criticar a los gobiernos en los que usted participó por haberse asentado, más o menos de forma cómoda, sobre un crecimiento basado en la construcción. El ladrillo se desmorona y el crecimiento, tambiíén.
-Entiendo la crítica al modelo de crecimiento de los últimos años pero no comparto la estigmatización del ladrillo. Detrás de la construcción hay mucha actividad industrial. Los sectores de electrodomíésticos, muebles, montajes elíéctricos, etc. son industria.
Cosas del ladrillo
-Si tuviese sobre la mesa una carpeta con un proyecto inmobiliario, ¿lo guardaría inmediatamente en el cajón?
-Sería difícil que alguien me lo financiase. Pero hay otras vías para hacer negocio en ese sector. Salir fuera, por ejemplo, algo que las empresas españolas deben animarse a hacer ya en la construcción y en el resto de sectores.
-Se refiere, me imagino a la empresa que usted preside, Mixta ífrica...
-Sí, hemos encontrado una oportunidad en la promoción de viviendas dirigidas a mercados locales en ífrica. Estamos en Marruecos, Egipto, Mauritania, Túnez, Senegal, Argelia y queremos entrar en Angola. Son viviendas dirigidas a una clase media emergente en esos países. Pensar en otros países que estíén en pleno proceso de crecimiento es algo que va a ser inevitable para las empresas españolas.
-Usted está tambiíén en el sector de las aerolíneas de bajo coste, como presidente de Vueling. ¿Por quíé la mayor parte de las empresas que operan en ese sector son de billetes baratos y píérdidas caras?
-Yo creo que en este momento ya no se puede hablar de compañías 'low cost' y normales. Esa diferencia se ha desdibujado y lo que nos encontramos es ante un sector que tiene sobreoferta y una competencia rabiosa. Eso hace que los márgenes tiendan a cero. Si a eso se añade un aumento brutal de los precios del carburante, nos encontramos con la situación actual: la mayor parte de las compañías del mundo tiene problemas. La única salida es abordar operaciones corporativas y ganar economías de escala. Por eso en Vueling estamos en un proceso de fusión con Clickair o Iberia quiere comprar Spanair.
Empresas públicas
-Y, en el sector elíéctrico, ¿es usted partidario de dejar libertad de actuación al mercado o de proteger a las empresas españolas?
-Sin duda, de dejar que el mercado actúe. No está bien hablar de defensa de los campeones nacionales cuando nuestras empresas se compran tambiíén compañías fuera.
-¿Tampoco le parecen correctas las trabas a la entrada de empresas públicas europeas?
-No sólo me parecen correctas, sino que se implantaron cuando gobernaba el PP. Esa es la única limitación que se puede poner, porque no es de recibo que se haya privatizado un sector en España para que lo compren empresas públicas de otros estados. Que Enel estíé en Endesa o que EDF pudiera estar en Iberdrola... no tiene explicación.
_¿Cree que el Gobierno se equivocó en su actuación en el 'caso Endesa'?
-Siempre que los primeros ministros de dos países se ponen a discutir sobre operaciones empresariales, eso acaba en un problema. Seguro. En el 'caso Endesa', además, el exceso de intervención ha provocado un enorme descríédito internacional de los órganos regulatorios, y eso lo pagaremos en el futuro.
-En Cataluña y en el País Vasco se ha vivido un proceso similar, la fuga de los centros de decisión de las grandes compañías. ¿Hay que asumir este fenómeno como algo natural e inevitable o tiene remedio?
-Tiene remedio, pero sólo se puede solucionar por la vía del liderazgo y volviendo un poco a algunos orígenes. No me estoy refiriendo al liderazgo político, sino al social y empresarial. Mire, aquí, la burguesía catalana fue el gran motor del desarrollo y ejerció como locomotora no sólo de la economía sino tambiíén de la evolución social. Esto ha desaparecido y creo que en el caso del País Vasco ha sucedido algo parecido.
-Pero ni en Cataluña ni en el País Vasco ha desaparecido la burguesía ni, quizá con una adaptación más moderna de la terminología, la clase social con iniciativas.
-Es cierto, pero tambiíén lo es que esa clase se ha acomodado a seguir las directrices del poder político y molestar lo menos posible. En el modelo anterior, al menos en el caso de la burguesía catalana, la situación era justo la contraria. Influían, empujaban, se empeñaban en indicarles a los políticos por dónde debían ir las cosas. Ese liderazgo ha desaparecido.