El Banco de España no logró desactivar ayer la bomba que le estalló en la cara con la decisión de Cajastur de romper su fusión virtual con CAM, Banco Base. Despuíés de un día de freníéticas reuniones y llamadas para intentar reconducir la situación, Manuel Meníéndez -presidente de la entidad asturiana- se resistió a las presiones del supervisor que dirige Miguel íngel Fernández Ordóñez y se mantuvo firme en su postura, según fuentes conocedoras de la situación.
MAFO tiene un enorme problema con esta ruptura, a tres días del fin del plazo para que las entidades presenten sus planes de recapitalización. Supone la ruptura de una operación que ya estaba encauzada y que solucionaba los problemas de una de las cajas en situación más delicada del sistema (CAM). Y le deja con la patata caliente de quíé hacer con ella: buscar otra alianza deprisa y corriendo, mantenerla viva con dinero del FROB o intervenirla. Aparte del problema de imagen que supone, porque cuestiona el mantra del supervisor de que estaba concluida la reforma del sistema financiero.
De ahí que ayer el supervisor intentara persuadir por todos los medios a Meníéndez para que rectificara y retomara el proyecto de Banco Base. Pero no lo consiguió, al menos de momento. Las fuentes consultadas aseguran tambiíén que hoy viernes continuarán las conversaciones en busca de una solución. Asimismo, se ha convocado un consejo del SIP para el próximo lunes para tratar de calmar los ánimos.
Mientras tanto, la CAM optó por la estrategia de no darse por aludida de la decisión de Cajastur. Así, diferentes portavoces de la entidad alicantina insistieron en que siguen adelante con sus planes de aprobar el SIP con Cajastur, Cantabria y Extremadura en la asamblea del día 30.
La entrada del FROB, a costa de la CAM
Según una de estas fuentes, la bomba estalló en el consejo de Banco Base celebrado el miíércoles por la tarde. Allí, Meníéndez planteó que la entrada del FROB (por un importe equivalente al 18% del capital del banco) se hiciera a costa exclusivamente del porcentaje de CAM y no a partes iguales entre los dos. Ambas entidades poseen un 40% del capital, Extremadura tiene el 11% y Cantabria, el 9%. La lógica del asturiano es que si el SIP necesita capital público es por culpa de los problemas de la alicantina, por lo que debe ser ella la que asuma la carga de esta inyección.
Pero la caja que preside Modesto Crespo se negó en redondo a esta pretensión e incluso resucitó la idea de salir a bolsa para evitar el FROB, una idea que había sido descartada por las bajas valoraciones que están dispuestos a pagar los inversores. Meníéndez no aceptó esa negativa y decidió tirar por la calle de enmedio y lanzar el órdago de la ruptura.
La CAM se resiste pese a sus debilidades
Formalmente, esta decisión obedece a que "lo que ha aflorado al cabo de los meses en los balances de la CAM no sólo resulta un lastre insoportable para el resto de cajas aliadas en esta fusión, sino que sería una irresponsabilidad en estos momentos plantear a sus asambleas seguir adelante, puesto que asumir unos balances como los que presenta la entidad alicantina supondría poner en peligro la propia estabilidad del resto".
Así, otra de las fuentes consultadas asegura que el core capital individual de CAM se sitúa en torno al 5,7% (las últimas cuentas publicadas a septiembre de 2010 reflejaban un 6,9%) y que su morosidad se ha disparado al 8,7% al cierre del ejercicio, aunque con una cobertura del 70%. Cuando se acordó la creación del SIP, la mora se encontraba en el 4,7%.
Pero, según otras fuentes de la entidad, lo que explica realmente este órdago es que Meníéndez no ha conseguido hasta ahora tomar el control de CAM, que se ha resistido a todos sus intentos e incluso ha impuesto su modelo organizativo en el SIP. De hecho, la alicantina se opuso desde el primer momento a los plenos poderes que exigía el presidente de Cajastur, al considerar que no tenía "suficiente bagaje para liderar el SIP". Y estuvo a punto de hacer naufragar la operación en julio de 2010 por el blindaje de Meníéndez, cuando el propio MAFO tuvo que 'obligar' a ambas entidades a culminar la unión.