Las renovables son una fuerza algo más que emergente. Los datos del balance energíético de 2010 así lo demuestran. Entre las distintas cifras que ofreció ayer el secretario de Estado de Energía, Fabrizio Hernández, destaca el hecho de que por primera vez las energías de origen renovable ocupan el primer lugar en la generación total de electricidad, con una cuota del 32,3%, más de siete puntos de incremento sobre el año anterior y un 2,9% por encima del objetivo fijado en el Plan de Energías Renovables 2005-2011.
Entre todas, destaca el papel de eólica e hidroelíéctrica, que por sí solas generaron el 14,6% y el 11,9% del total, respectivamente, casi el 81,7% de toda la producción elíéctrica renovable, consolidándose la eólica como primera fuente elíéctrica renovable por delante de la hidroelíéctrica, que tradicionalmente ha encabezado este segmento en España. Y eso a pesar de que el pasado 2010 registró unas magnitudes hídricas históricas, inauditas desde 1996, cerrando el año con los embalses y pantanos con una ocupación media del 65%.
De esta manera, las energías renovables desplazan por primera vez al gas (combustible fósil) como materia prima para la generación de electricidad. De hecho, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, que inauguró el acto, aludió a la actual sobrecapacidad instalada de ciclos combinados (26.000 MW, de los cuales solo se han empleado el 16% al ir despuíés de otras fuentes de energía), que hace innecesaria nuevas inversiones hasta un horizonte de 2020 ó 2025, aunque recordó su importancia como back-up de las renovables.
Por otra parte, la fotovoltaica, la tercera de las renovables en discordia, generó el 2,1% del total, una díécima más que el año anterior, mientras que la biomasa se aproximó al 1% de la producción elíéctrica. Con esta evolución, en 2010 las energías verdes han incrementado su participación en la matriz energíética española hasta alcanzar el 13,2% de la energía final (o consumida), lo que acerca a España al objetivo marcado por la Unión Europea para que un 20% del consumo de la energía final sea de origen renovable en 2020.
En este sentido, a pesar del contexto actual de crisis, el consumo de energía final ha experimentado una recuperación del 2,3%, con especial relevancia por parte del carbón (18,6%) y el gas (13,2%), y menor para la energía elíéctrica (2,1%). El consumo de productos petrolíferos, pese a recuperarse de la fuerte caída del 2009 (-7,2%), continúa registrando una tasa negativa del 1,3%. Asimismo, el consumo de energías renovables de uso final aumentó un 11,3%, debido al aumento de los biocarburantes, del biogas y a la mayor producción solar tíérmica.
Más renovables, menos dependencia energíética
Como se ha señalado tambiíén en recientes foros energíéticos, el nuevo secretario de Estado de Energía destacó la importancia de las energías renovables como ¨componente esencial de un modelo energíético más sostenible, respetuoso con el medio ambiente y que ayude a reducir la dependencia energíética exterior de España, asegurando una garantía de suministro¨. De hecho, el mayor peso renovable en el mix de 2010 ha sido una de los factores que ha contribuido a la reducción de la dependencia energíética registrada durante el año.
En un sólo año España ha mejorado en tres puntos porcentuales su grado de autoabastecimiento. Al cierre de 2010, el ratio ascendía a un 25,9%, equivalente al porcentaje de energía propia sobre el total de nuestro consumo final como país. Según recordó Fabrizio Hernández, la escasa presencia de yacimientos de energía primaria fósil en España ha supuesto históricamente una elevada tasa de dependencia energíética que introduce riesgos adicionales sobre los procesos productivos, como la volatilidad de los precios de los mercados internacionales.
Precisamente, este ha sido uno de los argumentos empleados por el ministro de Industria, Miguel Sebastián, a la hora de implementar las distintas baterías de medidas de ahorro y eficiencia, algunas de especial controversia, como la reducción temporal de la velocidad máxima. Según explicó el titular de esta cartera, sólo la subida del precio del petróleo durante 2010 encareció nuestra factura total en 6.000 millones de dólares, aproximadamente, que equivalen a un incremento medio del precio del barril de 10 dólares.